Mi desconcierto no desapareció incluso cuando vi a Derek salir de la consulta. Todavía seguía preguntándome qué lo había llevado allí. ¿Es que acaso Dafne lo había puesto al corriente de todos los horrores que me perseguían en cuanto a mi salud mental? Confiaba en ella plenamente, pero el temor de que ambos cotillearan sobre mí y mis inseguridades rugía como un pequeño monstruo aterrado. Sin embargo, por la sonrisa amigable y sincera que Derek me dedicó al salir, supe con gran alivio de que ese no era el caso, aunque la curiosidad me bullía por averiguar lo que pudieron compartir en esa pequeña oficina.Intenté mostrarme lo más indiferente que pude cuando llegó mi turno, pero en el momento en el que Dafne me permitió entrar a su oficina, mi boca se apresuró a decir:
—¿Hablaron sobre mí?
Ese pequeño monstruo asustado tal vez sí continuaba ahí, porque había esperado que Dafne se echara a reír como si lo que dijera fuera algo ridículo y absurdo, pero en vez de eso, ella me sonrió comprensiva.
—Entre algunas cosas. Pero relájate, no compartí con él nada que sea confidencial. Tienes mi palabra.
El alivio lo cubrió todo de nuevo, hasta el pequeño monstruo, pero todavía me sentí un poco curiosa y nerviosa.
—¿Y de qué... hablaron?
—Si el señor Hard quiere compartirte el contenido de nuestra conversación, lo hará si tú se lo preguntas. Es una persona dada a la plática.
Que Derek fuera abierto conmigo si yo se lo preguntaba no era algo que me sorprendiera, siempre había sido así. Pero el hecho de que Dafne se negara a contarme de lo que habían hablado, reafirmaba mi seguridad en ella. En definitiva, aquel monstruo que era mis temores tuvo que haberse ido.
Aunque apareció poco después de que empezáramos la sesión.
Dafne quiso hablar primero de mi experiencia al entrar a la casa de Lucian. Me animé a contarle que gracias a la técnica que me ayudó a recordar, había podido entrar sin que mi cerebro colapsara. Me sugirió que siguiera repasando los pasos, para esas ocasiones en las que ella no estuviera allí, y pidió que lo tomara en cuenta para las siguientes veces en las que recurriríamos a lo que ella llamaba "terapia de exposición", que era cuando hacía que me rodeara la oscuridad con ayuda de ese maldito visor.
Después pasamos a la angustiosa parte de las preguntas, donde aquel monstruo inseguro renovó fuerzas. Al principio fueron las ingenuas e insignificantes de siempre: cómo estaba, qué cosas nuevas había hecho, incluso cómo me sentía con la visita de Derek, y a todas respondí sin inmutarme (puede que cuando respondí preguntas con respecto a Derek me cohibiera un poco, pero en vez de presionarme, Dafne habló como si no se percatara de ello). Cuando por fin llegamos a las preguntas más peligrosas, al igual que antes, no me atreví a responder nada que no fuera un "No lo sé", y al terminar con ellas, por un momento creí que ella continuaría con la maldita terapia expositiva o como sea que la llamara, pero en vez de eso, cerró su carpeta de apuntes y me miró con una sonrisa cordial.
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Liberada | Bilogía Mentiras #2
General FictionSegundo libro de la bilogía "Mentiras" El pasado duele. El presente es un error. Y el futuro es incierto. Samanta Grove ha conseguido lo que quería: huir. Pero el precio que pagó para lograrlo fue demasiado alto. En medio de todo el caos que gira su...