El detective se marchó sin despedirse.De vuelta en el hotel, Lia bajó y esperó a que yo la acompañara. Por su parte, Halery salió dando un portazo sin soltar ningún comentario, y avanzó sin mirar atrás rumbo a la puerta principal.
Noté en Lia una extraña expresión. Parecía estar esperando a que el detective le dijera algo, porque no dejaba de mirarlo como si esperara una orden, palabras de consuelo o un sencillo agradecimiento.
Pero el detective Jayson ni siquiera la miró. En su lugar, lo observamos irse en el vehículo del oficial, mientras este daba reversa y se marchaba por donde había venido. Observé a Lia, y no supe por qué, pero me dio la impresión de que, al menos, confiaba en que él la hubiera contemplado por el retrovisor.
Acompañé a Lia hacia lo que había sido unas horas antes nuestra habitación. Esperé encontrarme con Helena en recepción, incluso entreverla a ella y a Halery en la entrada de la cafetería, pero no fue así.
En el camino, Lia ni yo intercambiamos palabra, a decir verdad, intuí que ella lo prefería así, pero no podía quitarme una mala sensación de encima. Observé su espalda completamente erguida mientras subíamos, y estando arriba, frente a la puerta de la habitación, mientras ella buscaba las llaves entre los bolsillos, no pude soportar más la tensión e intenté hablarle.
—Lia...
Pronunciar su nombre la sobresaltó. Se apresuró a abrir con torpeza, y sin esperar a que continuara, se giró hacia mí y preguntó:
—¿Quieres entrar? —dudé. Su tono se había vuelto frío y cortante—. ¿O prefieres esperar a Derek afuera?
Extrañada por su arrebato me quedé observándola un par de segundos. Por el modo en el que hablaba y me miraba, posiblemente la mejor opción era dejarla sola, pero esa misma mala sensación a modo de presentimiento me hizo aceptar la invitación. Aunque, era raro que tuviera que ser invitada a lo que el día anterior había sido mi habitación durante dos largos meses.
Lia cerró con fuerza, que de no ser por el esfuerzo que hacía por controlarse en mi presencia, tal vez habría azotado la puerta sin contemplaciones. Luego, sin perder tiempo corrió directo al cuarto del baño, y permaneció eternos minutos sin dar ninguna señal. Decidí esperarla sentada en la cama y contemplar por la ventana. Otra cosa no se me ocurrió hacer. Llamarla no lo vi favorable, ni mucho menos insistir a que saliera. Me limité a guardar paciencia.
Cuando ella abrió de nuevo, sin pretenderlo me quedé un largo momento con cara de sorpresa, ya que por fin capté en su rostro una señal de emoción.
Había estado llorando.
Mi voz se volvió consoladora:
—Lia...
Ella cerró con fuerza los ojos y apretó la mandíbula.
—Estoy bien.
Tomó asiento frente al espejo, agarró un cepillo y con brusquedad comenzó a pasárselo por el pelo.
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Liberada | Bilogía Mentiras #2
Ficção GeralSegundo libro de la bilogía "Mentiras" El pasado duele. El presente es un error. Y el futuro es incierto. Samanta Grove ha conseguido lo que quería: huir. Pero el precio que pagó para lograrlo fue demasiado alto. En medio de todo el caos que gira su...