29. Domingo

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Anoche le prometí a Adam que hoy entraría la playa, pero la verdad es que no lo hice, solo me puse ese lindo bikini.

El día de hoy fue divertido, cada uno decidió lo que quería hacer por su último día y Adam y yo nos la pasamos con Aarón. Hable mucho con Aarón y me contó de los animes que le gustaban mientras yo lo escuche con atención, al parecer eso lo hace muy feliz.

Menciono a una chica que conoció hace poco, pero antes de hacerle preguntas sobre esa chiquilla desvió el tema rápidamente. Ahora estamos los tres sentados alrededor de una mesa y puede, solo tal vez, que esté un poco enojada por un juego de cartas.

-No vas –veo que la lanza una carta de cancelación quitándome mi turno. Adam juega tirándole una carta trampa de un +2 a lo que él responde con un +4. Ambos me miran y yo desvío la mirada mirando las cartas en mis manos, 7, 3, 9. Voy a perder.

-Esto no es justo –mientras ellos se ríen en mi cara, llevo mi mano a la pila de cartas y tomo las seis cartas que me corresponde –Se están compinchando para hacerme perder.

-Claro que no –Aarón niega –Es que no sabes jugar –lo miro mientras escucho a Adam estallar de risa. Esto no se vale –No te enojes, no lo digo de la mala manera.

-Tarde. –miento. Es casi imposible enojarse con ese niño.

-Gane –dice el otro entre risas y tira una escalera de números.

¿Si los acuso de tramposos soy muy mala perdedora?

-Ya no quiero jugar más con ustedes dos. Desconsiderados –admito que soy la peor persona jugando juegos de mesa, pero esos dos no tienen alma. Jugamos parchís y me comieron todas las fichas, ni siquiera pude llevar una a la casa. Luego jugamos al famoso monopoly, caí en banca rota y tuve que venderles todas mis propiedades que solo eran tres.

Recordaré nunca jugar monopoly con un hombre de negocios y su hermano menor.

-Te enojaste? –veo al hombre a mi lado que me mira con atención.

-Claro que no, solo es un juego. –tal vez si me dio un poquito de coraje.

Vemos llegar a los demás y nos ponemos de pie para saludarlos y preguntarles que tal les fue en sus planes del día. Luego decidimos ir a comer todos juntos, para luego despedirnos y que cada quien se fuera a su habitación.

Veo al hombre que camina frente a mí dándome la espalda y sostiene mi mano. Por mucho tiempo pensé que Lissa sería la única persona en saber esa parte de la historia de mi vida, pero anoche pase por un momento tan vulnerable que sentía que si se lo contaba a alguien podría liberarme de eso y sentirme mucho mejor.

No puedo estar más agradecida de quién estuviera ahí fuese él. Me siento mucho más cercana a él. Las cosas no se han puesto incómodas y tampoco hemos pasado por esos silencios incómodos.

 Las cosas no se han puesto incómodas y tampoco hemos pasado por esos silencios incómodos

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Adam

Darah apaga las luces y se baja a recoger algo del piso. Desde el otro lado de la habitación enciendo las luces y rápidamente pone ambas manos en su culo y se voltea a verme.

No puede ser tan complicadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora