18. Protegida. Prt.2

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Tal vez me excedí un poco con la hora y solo estuve dando vueltas por aquí y por allá. Si uno de los chicos no me avisa que deberíamos volver, seguiría viendo cosas por ahí. Soy un poco adicta a comprar cosas, pero solo un poco.

Estaciono el coche y entro buscando su presencia, pero no está, ni siquiera esta María. Genial, ahora estoy sola en este pedazo de casa que si empiezo a caminar por aquí seguro me pierda.

Subo a la habitación antes de que la casa empiece a hablarme, y dejo la pequeña bolsa con las cositas que compre sobre el sillón. Entro a mi armario y empiezo a prepararme para la cena.

Me veo en el espejo con el vestido rojo sin mangas y pegado a mi cuerpo, una chaqueta negra de cuero falso y unos tacones negros. Busque un bolso pequeño negro y meto mi móvil junto al monedero, que es uno de los regalos que me dio Adam.

No creo que le cancelen la tarjeta a la hora de pagar, pero nunca sé si su maldad es tan grande para dejarme por ahí tirada.

Antes de salir de casa hecho otro vistazo y realmente estoy sola. Salgo y veo que los chicos tampoco están. Corro hacia el coche y me subo. Antes de salir conecto la radio a mi móvil, cosas como estas se deban aprovechar. Salgo y conduzco con cuidado hacia el restaurante.

Este coche es increíble, no puedo pasar por algún lado sin que se queden mirándolo o tomándole fotos. Escucho que suena una canción que me gusta mucho, le subo el volumen y empiezo a cantar a todo pulmón.

-TIRA PA' QUE YO LA PRUEBE, SE PONE OLOROSA ME GUSTA' COMO HUELE INSTAGRAM PRIVADO PA'QUE NADIE LA VELE SE PUSO BONITA PORQUE SABE QUE HOY SE BEBE –jamás me voy a quejar de que Lissa me enseñe todas esas canciones, son como un subidón de felicidad cada que las escuchas.

Giro y me meto al estacionamiento del restaurante. Decepcionada porque quería seguir cantando como loca. Me bajo dando saltitos mientras sigo tarareando la canción. Entro al restaurante y digo el nombre del lobo para que lleven a su mesa.

El mesero saca la silla para mí y le doy las gracias.

-Cómo va el McLaren? –me acomodo en la silla y lo miro.

-Esa máquina es tre-men-da. Yo tú y la compro.

-Aún no lo he probado, eres la primera en usarlo. No he sacado tiempo para dar una vuelta –el mesero llega con dos copas de vino –Trae la botella, por favor –el chico asiente y vuelve con ella –Gracias.

-Y bueno, ¿en qué problema quieres que te ayude tu dulce esposa? –le sonrío divertida

-El único problema en mi vida eres tú –toma un sorbo de su vino tranquilamente y yo solo le sigo sonriendo. Me pone feliz saber que hago sus días infelices –Iremos a una fiesta. Estarán empresarios, diseñadores, modelos y esas cosas. Al abuelo le darán un reconocimiento e invitaron a mi familia y nosotros estamos ahí dentro.

-Día? –esta vida es divertida quitando que los paparazis te siguen a donde sea que vayas y que son unos insoportables mal educados.

-Llegan el próximo viernes –asiento y justo llega la cena. Miro confundida porque en ningún momento pedí, pero supongo que el hombre que está sentado frente a mí lo programó así. Le damos las gracias al mesero y empezamos a cenar. Es puré de papa con vegetales y carne. No me quejo, está rico

-Por cierto, estás rompiendo parte del contrato –tomo un sorbo de mi vino y él se lleva a la boca bocado mirándome con atención -Tienes novia y te dije claramente que no quiero que me tomen de estúpida.

-Me dijiste que eras mi exesposa –¿yo dije eso? ¿Cuándo? –así que supuse que yo podía volver a disfrutar de mi vida sexual. Que tú lleves como años sin hacerlo no es mi culpa –vuelvo a poner la copa en la mesa y lo miro. Hoy no voy a dejar que me saque de mis casillas.

No puede ser tan complicadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora