20. Estamos a mano

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Anoche cuando mi cabeza toco la almohada caí en coma y dormí lo suficientemente bien para sentirme llena de energía. Me levanto y voy al baño para luego de un rato salir e ir al armario para alistarme para el trabajo.

Al salir de este veo a Adam poniéndose un reloj en la muñeca y se gira a verme.

-¿Podemos irnos ya? Hoy salimos antes del mediodía.

-Vamos –ambos salimos de casa.

Antes de salir sentí que la casa estaba vacía. Todo era un silencio total y no había nadie. Es entendible, yo tampoco me despertaría tan temprano en un día libre.

Al llegar a la empresa voy a mi oficina para arreglar todo, ya que más tarde Daniela vendrá a ver unas cuantas piezas que tengo. Se supone que tenía que limpiar todo este desastre ayer, pero estaba ocupada terminando mi vestido.

Paso a mi escritorio y dejo todo sobre el escritorio, me quito los tacones y empiezo a recoger todo. Mientras recojo, unos trozos de tela escucho abren la puerta.

-Buenos días, lindura –Alexa entra cerrando la puerta y camina hacia la silla de mi escritorio.

-Buenos días –la veo sonriendo y creo saber sus intenciones.

-Con el jefe –empiezo a reír. No me equivoque –¿Desde cuándo?

-No tienes cosas que hacer? –la miro y ella niega.

-Tu esposo tiene pocas cosas que hacer hoy y ahora está encerrado en su oficina –ella también se quita sus zapatos y sube los pies a mi silla –¿Me vas a contar?

Luego de la cena de la celebración nos hemos hecho más cercanas, tanto que tenemos un chat las tres juntas. Lissa dice que está encantada con ella y que le cae muy bien, y como no decirlo si la apoya en todo. Puedes ver a Alexa muy seria en su trabajo, pero por dentro esconde una fiera.

Ambas llevan insistiéndome que salgamos de fiesta juntas, pero caer en las garras de esas dos me da miedo, están chifladas. Estamos empezando a ser un grupo de tres y eso me gusta.

-No te voy a contar esa historia sin una buena copa de vino –me acerco a unos cajones para guardar una caja de hilos.

-Solo lo aceptaré porque suena a una muy buena idea –ella se pone de pie y se acerca a mí –¿Comemos todos hoy?

-Hoy no puedo –ella me sonríe y me guiña el ojo a lo que me hace estallar en carcajadas –Esas cosas no se piensan de tu jefe –se aleja de mí y abre la puerta.

-Yo no he pensado en nada –antes de cerrar la puerta me lanza un beso y yo lo atrapo.

Termino de limpiar lo que me queda y veo que Daniela casi está por llegar, así que empiezo a hacer todo rápido para echarle un ojo a la ropa antes de que ella venga. La caja que guarde hace un rato la vuelvo a sacar para ver si me falta algún retoque.

-Hola Darah –ella cierra la puerta y se acerca a mí –Revisando? –se detiene a mi lado.

-Así es –me hago un lado para que ella vea. Ella ve las prendas con cuidado y las toca con delicadeza

-La blusa te quedo justo como la imagine –me sonríe.

-Gracias –yo también le sonrío.

-Las piezas se ven muy bien, pero ¿crees que la falda podría ser un poco más corta y con más volumen?

-Sí, claro –voy a por mí marcador y marco la falda según lo que me pidió –¿Así? –ella la examina y asiente despacio.

-Tú crees que se ve mejor? –lo veo desde su ángulo y asiento.

No puede ser tan complicadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora