♡Epílogo♡

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Veo la rectangular caja rosa en mis manos y espero a que él me traiga el vaso de jugo de manzana que le pedí, en un momento como este necesito un buen vaso de jugo. Siempre que estoy nerviosa debo acompañarlo de algo que tenga un dulce sabor.

-Preciosa –lo escucho entrar a la habitación.

-Sigo aquí –le digo y aparece en la puerta del baño con un vaso en mano y parte de su molesto traje de trabajo, que realmente no es tan molesto, solo me gusta engañarme. Se acerca y me tiende el vaso, el cual no dudo en llevármelo a la boca y tomarme casi la mitad.

–Estoy nerviosa –confieso.

-Se nota –dice riendo –Si te hace sentir más cómoda puedo salir del baño o simplemente me doy la vuelta –niego rápidamente y le paso el vaso casi vacío.

-No quiero que te vayas.

Hace cuatro años el primer anillo oficial que puso en mi dedo cambio por otro mucho más serio, el de compromiso, el cual hoy en día está bien acompañado con el de compromiso. Nuevamente, cumplió con su palabra y cambio ese anillo de promesa.

Se siente como si hubiera pasado ayer y realmente ya pasaron cinco años de eso. Ahora vivimos juntos, sigo siendo amigas de las dos locas, George es todo un hombrecito, logre abrir mi propia marca de ropa, aunque aún sigo en el proceso de crecer en ese mercado y logre mudar a nanita en mi ciudad.

Si le contara todo esto a la Darah que paso años sintiéndose sola en otro país, no se creería que muchos de los fines de semana quedamos todos como familia en una casa y nos pasamos las tardes juntos, mientras la mujer que realmente es su madre se la pasa junto a su suegra contando historias o haciéndonos reír con alguna que otra tontería.

Que pasó y acompaño al amor de su vida por una pérdida importante, pero que aun así logro seguir adelante porque sabía que él se sentía muchísimo mejor allá arriba junto al amor de su vida y la estrella que supuestamente cumple deseos.

Que el niño de sus ojos ahora es quien nos corrige cuando decimos algo mal, cada que saca buenas calificaciones la soborna para que le regale juguetes, que es cocapitán del equipo pequeño de voleibol y aún siguen yendo juntos a probar nuevos sabores de helados.

Que tiene dos amigas increíbles que prácticamente se siente como si fueran sus hermanas y que encontró al mejor hombre de la faz de la tierra con quien ya está casada y formando una vida.

-Cuando tú estés lista, yo lo estaré –asiento y tiendo mi mano para que me pase el pequeño vaso que me dio mi ginecóloga.

Tomo su mano y con la que tengo libre posiciono el vasito para empezar a mear con cuidado de no ensuciarme la mano. Al sentir el vaso lo suficientemente lleno, me detengo y lo saco pasándoselo.

-Yo lo hago, tú termina –sabe que cuando estoy nerviosa meo mucho. Hago un pequeño puchero y él ríe dándose la vuelta, pero aun sosteniendo mi mano.

Escucho que abre la cajita y justo término de mear, suelto su mano para poder limpiarme y ponerme de pie junto a él de una buena vez.

-Bueno –con cuidado deja la prueba en el pequeño vaso –Eso es todo.

-Ahora debemos esperar –él asiente y yo me vuelvo a sentar en el retrete. No me veo muy capaz de estar de pie en este momento.

-Si te pido que no estés nerviosa, sería pedirte mucho –dice agachándose frente a mí y tomando mis manos –Es la primera prueba que te haces, recuerda que la ginecóloga nos dijo que no siempre sale en el primer intento –asiento escuchándolo con atención.

-Bueno, después de todo eso, tú ya sabes –desvío la mirada –creo que debería salir positiva.

-¿Te refieres a todas las veces que lo hicimos y termine dentro de ti? –lo miro entrecerrando los ojos y él ríe –Bueno hacerlo tres veces en uno de tus días de ovulación, tal vez tenga su mérito.

No puede ser tan complicadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora