47. Todo por navidad

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Escucho el timbre de casa sonar y bajo las escaleras como loca, para luego correr hacia la puerta abriéndola. De inmediato me hago a un lado y ellos entra a casa con el árbol en manos. Se ve muy grande, tal vez exagere un poco.

-Buenos días, señorita -al escuchar que me hablan volteo hacia la voz dejando de prestarle atención al árbol y veo a un hombre frente a mí –¿Se encuentra el señor Dankworth? Necesita firmar esta hoja –bajo la mirada y veo una hoja sobre un tablero.

- ¿Puedo firmar yo? Él no se encuentra ahora –le medio sonrío y él niega.

Hoy llegarán todas las cosas que ordene para arreglar su casa, contando las que compre en aquel lindo pueblito porque al final no pudimos traerlo en el coche.

-Necesito la autorización de él o algo que pruebe que usted es cercana a él para que pueda firmar.

-Bien –tomo el móvil y marco su número, este suena varias veces hasta que se digna a responder.

-Hola preciosa, ¿ocurrió algo?

-Sip, necesito tu autorización para firmar el papel que prueba que árbol se entregó –aparto el móvil de oreja y lo poso frente a ambos –Estás en alta voz.

-Señor Dankworth el árbol fue entregado hoy tres de diciembre y firmado por la señorita –él se detiene y le susurro mi nombre –Darah ¿usted es consciente y da la autorización de que la señorita Farah firme?

-Sí. Ella se encargará de todo, solo escúchenla –regreso el teléfono a mi oreja sosteniéndolo con el hombro mientras con mis manos sostengo la tabla y firmo –Debo de irme preciosa, me fugué de una reunión. Prometo llamarte más tarde.

-Suerte con eso, amor –le regreso la tabla y el bolígrafo al hombre –Hablamos más tarde, te amo.

-Yo también te amo –cuelga la llamada y levanto la mirada para no solo encontrarme con el hombre frente a mí, sino también a dos locas que viene corriendo hacia aquí con pijamas navideñas puestas.

Hace una semana teníamos planeado arreglar el árbol de navidad juntos, pero le surgió un viaje de negocios con su padre y aunque insistió en quedarse conmigo, le asegure que estaría bien con la ayuda de las chicas.

-Hola! –escucho a Alexa gritar. El hombre frente a mí también voltea a verlas y lo escucho reír. Él se hace a un lado para dejarlas pasar y ambas entran con los brazos bien abiertos –¿Y tú pijama? –Alexa baja los brazos y me mira con los ojos entre cerrados.

-Debo de ir a ponérmelo, solo estaba esperando a que lleguen las cosas –ella vuelve a abrir los brazos y me da un abrazo. Ambas escuchamos a Lissa reír y luego se nos une al abrazo.

-Y el pequeño? –pregunto separándome de ambas y veo al hombre intentando buscar un espacio para poder entrar –Chicas –las muevo a un lado y el hombre pasa sonriendo.

-Se quedó con el pelirrojo que solo tiene corazón para una mujer –Lissa la mira y niega.

- ¿Algún día se van a cansar de bromear con eso?

-No es una broma –escucho a Alexa decir mientras le hago señas al señor de la puerta de afuera que también le eche un ojo a esta.

-Lo mismo que ella dijo –Alexa empieza a reír y ambas me siguen hacia adentro. Subimos las escaleras y ambas me acompañan a mi habitación para ponerme el dichoso pijama navideño.

Ato mi cabello en una coleta para luego envolverlo alrededor. Volvemos a bajar y las llevo al salón, ambas se detienen frente al árbol y sin dirigirme la mirada hablan.

-No es muy grande? –Lissa me pregunta.

- ¿Cómo llegaremos arriba?

-Sí, y con escaleras –les respondo a ambas sonriendo. Sé que el árbol parece ser muy grande, bueno no parece, lo es, pero me hace feliz. El punto de todo esto es decorar hasta que al Grinch se quiera sacar los ojos.

No puede ser tan complicadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora