CAPITULO 27

3.6K 324 3
                                    

FREEN

Luego de pasar unos días más en observación, el médico decide darme el alta. Becky desde que desperté no se ha separado de mi y eso me tiene muy contenta.
Estoy tranquila por primera vez en mucho tiempo lo estoy.

Llegamos a su departamento la tomo de la mano y con la otra tomo mi equipaje, entramos a la casa me siento en el sillón y la observó como se mueve de un lado a otro. El vestido negro que lleva es muy sexy y se ve muy sensual.

- Te ves preciosa en ese vestido. Ella se gana a mi lado. Y me cuenta todo lo que sufrió el último mes.

- No vuelvas a pelearte. Me dice con sus ojos brillosos por las lágrimas qué asoman. Le pido perdón. Me avergüenzo de recordar aquello, y entonces ella murmura, dejándome ver un pequeño rayo de esperanza:

- Va a sentirlo, señora Chankimha porque a partir de este instante, cada vez que yo me enfade contigo o me hagas sufrir, tendrás un castigo. Me he cansado de que aquí sólo castigues tú.

La miro con incredulidad.
¿Pretende castigarme a mí?
Eso me hace gracia, y pregunto:
-  ¿Cómo piensa castigarme señorita Armstrong?
Con sensualidad, se levanta del sofá y se sienta en mis piernas mientras empieza a moverse encima de mi ¡Esta mujer va a matarme!. La devoro con la mirada, para su movimiento y conecta sus ojos con los míos

- De momento, privándote de lo que más deseas.

Oír eso hace que frunza el ceño. No me hace gracia que ella me prive de nada y, mirándola  insisto:

- ¿A qué te refieres exactamente? Ella se para y  comienza a andar. Me paro también y la sigo y, cuando una mesa se interpone entre ella y yo, responde:

- No vas a disfrutar de mi cuerpo. Ése es tu castigo.

Mi alma se congela mientras mi mente piensa con rapidez cómo hacerle cambiar de opinión. Pensaba pasar la noche desnuda junto a ella
en la cama. Deseaba hacerle el amor de mil posturas y mil maneras, pero sus palabras acaban de borrar
todos mis planes y, molesta, le pregunto:
- ¿Acaso me quieres volver loca? Ella no responde.

- ¿Hasta cuándo se supone que estoy castigada?
- Hasta que yo decida que no lo estás. Permanecemos en silencio algunos segundos, y luego ella vuelve hablar:

- Traere tus cosas para que te instales y duermas en el sillón.
- ¡¿EL SILLÓN ?!. Exclamo sorprendida. Ella asiente y, con una maliciosa sonrisa, susurra:

- Freen, no pretenderás que durmamos juntas... Y cuando voy a quejarme, esa pequeña bruja de ojos oscuros  indica:

-No Freen, no. Quiero mi propia intimidad. No quiero compartir la cama contigo. No te lo mereces. ¡Increíble! Sin entender porque acepto su petición y duermo en el sillón.

Doy vueltas y vueltas. La verdad es incómodo esto.
Me levanto y me dirijo a la cocina. Sedienta bebo agua mientras veo en el reloj que son las once y media.
Sometida sus deseos, camino por la casa cuando de pronto, un ruido llama mi atención, levanto la vista y la veo allí... tentadora..., seductora..., irresistible.
Durante unos segundos nos miramos a los ojos, y entonces ella dice:
- ¿Puedo pedirte un favor?

Asiento. Puede pedirme la luna si lo desea.
- Claro. digo. Se acerca a mí. Con sensualidad, se retira el pelo oscuro hacia un lado y, con una voz que hace que todo el bello de mi cuerpo se erice, murmura:
- Freen. ¿Podrías bajarme la cremallera del vestido?
- ¡Sí..., sí..., sí...!

A continuación, me da la espalda y yo me endurezco.
Con manos temblorosas por la ansiedad que siento por poseerla, agarro la cremallera y, disfrutando del momento, del calor y del perfume de su cuerpo, se la bajo lenta y pausadamente con todos mis
instintos alertas, deseosos de saltar sobre ella al más mínimo gesto por su parte. Pero ella no dice nada..., se resiste y murmuro, mirando su tentador cuello:
- Becky..
- Dime Freen...

Acercando la boca a su oído, al tiempo que siento cómo mi pene se hincha por momentos, afirmo:

- Te Deseo.
- Y ¿qué deseas?. Pregunta a continuación. Complacida por sentirla algo más cerca, la abrazo por detrás y, apretando mi deseo contra su
trasero, susurro, hechizada por lo que me hace sentir:

- Te deseo a ti. Veo cómo apoya la cabeza en mi pecho a la vez que sus caderas siguen moviéndose y
pregunta con voz ronca y apasionada:

- ¿Te gustaría tocarme, desnudarme y hacerme el amor?
- Sí, solo si tu lo deseas, cariño.
- Lo deseo. Afirma. Mi excitación ya no puede ser mayor, cuando de pronto se deshace de mis manos y, dándose la vuela, dice
cambiando el tono de voz:

- Pero Freen... estás castigada. Y, antes de que pueda decir lo que pienso,  dice con todo su descaro:
- Buenas noches Señora Chankimha.

No puedo creer, esa bruja solo jugo conmigo la muy sinvergüenza solo a venido a provocarme. Y yo no pienso consentir qué juegue así conmigo.

LA CEODonde viven las historias. Descúbrelo ahora