CAPITULO 61

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BECKY

¡La boca se me hace agua!
Cuánto la deseo.

- Esto me estorba. Oigo que dice. Y, de un tirón, me quita el camisón, que cae a un lado de la cama. Sonrío.

Su locura es mi locura, mi pasión es su pasión… y cuando su boca abandona mis pezones y se acerca con urgencia a la mía, sé que voy a perder el combate y que ella va a tomar las riendas de la situación. Experimento un espasmo de placer al notar su dominio.
Sólo me toca… Sólo me besa… Pero es tal su posesión que mi cuerpo y toda yo ya nos hemos rendido a ella.
Con un rápido movimiento, me coloca debajo de ella. Caigo sobre el colchón y, mientras Freen se pone sobre mí, la oigo decir:

- Te echaba de menos, cariño.

Ardo…
Me quemo…
Me abraso entre sus brazos…
Disfruto de sus caricias y un mundo plagado de dulces y atractivas tentaciones me incendia mientras mis gemidos son mi única válvula de escape. ¡Qué placerrrrrrrrrrrr!

- Esto me estorba también. vuelve a decir.

Entonces, da de nuevo un tirón, y yo sonrío. Acaba de romper mis bragas.
¡Adiós conjuntito!
Menos mal que era de los baratos…
Su boca, su exigente boca, baja por mi vientre dejando a su paso cientos de dulces besos. Lo que siento es insoportable. Oh, sí. Mi amor me abrasa, me hace arder, me calcina y yo disfruto mientras la dejo hacer.

- Esta noche no jugaremos. 
- ¿Por qué?. Pregunto, dispuesta a todo. Freen sonríe y murmura:

- Porque esta noche quiero tener a mi caprichosa.
Con pasión, me muerde, me besa, me lame y, cuando llega entre mis piernas exijo entre temblores de deseo y pasión:

- ¡Hazme tuya! Freen levanta la cabeza. Me mira, sonríe y, subiendo por mi ardiente y entregado cuerpo, llega hasta mi boca y musita:

- Todavía no.  ¡¿Cómo que todavía no?!
Pero no puedo protestar. Su boca se apodera de la mía con fiereza y explora cada rincón, haciéndome vibrar. Oh, sí… adoro que haga esto.

- Un día seré capaz de realizar esa fantasía del trío con otra mujer.
Ese día, te cogeré las manos para que no le toques y te exigiré que abras las piernas para ella.

- Sí… sí…

Mi voz susurrante y febril la incita y, entregada a sus caricias, me arqueo hacia ella. Cuando siento que me separa las piernas con las rodillas y que toca mi humedad, vuelvo a jadear, impaciente.

- Eso es… Así… Húmeda te follaremos esa mujer y yo y tú disfrutarás.

- Sí… Oh, sí… Gimo, al borde del orgasmo.

Durante varios minutos, Freen me susurra cosas calientes y morbosas. Sin duda alguna, mi futura esposa y yo lo vamos a pasar muy bien.

- Me vuelve loca oír tus jadeos. murmura.
La beso. Me lanzo a su boca y ahora soy yo la que con afán disfruta de cada milímetro de su lengua y de ella. La adoro. La quiero. La necesito.
Freen lo sabe, lo intuye, lo imagina. Agarra su miembro y lo introduce en mi interior, pero sólo un poco. Un poquito. Mi respiración se acelera a la espera de más y me aferro a sus hombros mientras abro las piernas y muevo las caderas para facilitarle el acceso, dispuesta y loca por sentir sus embestidas duras, rápidas y posesivas. ¡Las necesito!
Pero Freen no me lo da. Se dedica a tentarme, a volverme loca, a martirizarme. Y cuando ya no puedo más, con todas mis fuerzas la tumbo sobre la cama hasta quedar de nuevo sentada a horcajadas sobre ella.

No puedo esperar más, pero cuando voy a volver a protestar, Freen me deja caer sobre su miembro y el placer que siento es único, irrepetible e inigualable. Un largo jadeo cargado de deseo sale de mi interior y apenas me puedo mover. La excitación ha sido tal que sentirla por fin dentro me deja sin aliento. Ella sin soltar mis caderas, entra y profundiza mientras se recrea mirándome y apretándose contra mi cuerpo.
Mientras su boca me devora y un nuevo empellón penetra más profundamente y una nueva oleada de placer me toma, siento cómo nuestros fluidos nos empapan.
Mi placer la enloquece y el suyo me hace perder la razón. Me agarra el trasero con las manos y comienza a moverme de atrás hacia delante,
imprimiendo un agónico movimiento que nos lleva finalmente al clímax.
¡Oh, sí! Quiero verla llegar al éxtasis.
Minutos después y cuando ambas recuperamos el aliento, sigo tendida sobre su pecho. No me suelta. Le encanta tenerme así y a mí me encanta que me tenga. Es tan cariñosa que me pasaría la vida encima de ella.

LA CEODonde viven las historias. Descúbrelo ahora