CAPÍTULO 17

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Diciembre, 2014

Abril

Tenía que seguir, todo sigue un curso y yo seguía de pie. El único amigo que me quedaba era Gabriel. Eli se había ido un mes después de Jack, a Seattle.

La semana pasada, discutimos porque ella se metió con mi familia:

—Todo es tu culpa Abril — dijo Lucrecia molesta.

—¿Qué ocurre Lucrecia que te he hecho, porque me tienes odio? — dije

—Por tu culpa todo me va mal, eres lo peor que me pudo pasar, por tu culpa mi familia se está separando, eres egoísta, y mala.

—Pero yo no hago nada con tu familia, no te entiendo — dije.

—Tu familia es igual que tú, son todos unos mentirosos — dice en voz alta y todo el salón se nos queda mirando —. Si, di la verdad a todos tú no vives con tus padres, vives con tus abuelos porque tus padres te abandonaron, eres una creída, tu familia toda son así, se creen la gran cosa cuando no lo son. En cambio mi familia si lo es. Tengo dos padres, que me dan todo, pero por tu culpa se separa, te odio Abril. Te odio — dice Lucrecia.

En el salón nadie sabía que no vivía con mis padres y casualmente siempre que ella se ponía agresiva era cuando Gabriel no iba al colegio, hacia cosas para humillarme.

—No te metas con mi familia por favor — dije.

—En mi casa todos hablan de ti, como si fueras la niña perfecta Abril, solo eres una niña que tiene miedo a quedarse sola y hace todo lo correcto, ¿acaso no te cansas de ser la niña perfecta? — dice gritando —. Ya basta Abril no engañas a nadie. Si no fuera porque eres buena en las clases nadie te acercaría, nadie hablaría contigo.

—Ya basta Lucrecia — le pedía.

—¿Qué pare yo? — dice mirándome y se sube a una silla para seguir hablando —. Tú eres lo que está mal, mi madre me conto sobre como naciste y porque te dejaron tus padres, ¿quieres que lo diga?

—No por favor — le dije.

—Aquí todos lo sabrán, pero hoy no, aquí la única mala eres tú. Admítelo Abril nadie te quiere eres un error. Aquí — señala con el dedo a todos —. Todos saben quiénes son mis padres, ellos son una pareja exitosa, mi padre es director de una empresa y madre es una gran profesora, soy hermosa y tú no eres nada Abril.

—Pensé que éramos amigas — dije.

—Y lo somos Abril, solamente estoy contando a todos algunas verdades — dijo Lucrecia.

Ella se bajó de una silla, se acercó a mi lado y dijo en mi oído:

—Perdóname, querida Ross. Solo te hice un favor te ahorré contar algunas verdades. Eso hacen las amigas.

Termina dándome un abrazo.

Me sentí muy mal por todo lo que dijo Lucrecia. Todos, empezaron a mirarme mal, me decían mentirosa y falsa. La mayoría se alejó de mí. Lucrecia tenía razon, estoy sola. No me acerque a nadie, no quería dar explicaciones y cuando Gabriel volvió evite contarle todo lo que dijo Lucrecia. Aunque él tenía dudas y preguntara yo solo evitaría contar la verdad.

—Pero no entiendo, hace una semana todos te adoraban y ahora desaparezco un día y, ¿Nadie te conoce?

—No sé qué tienen todos.

—Ya cuéntame que paso, sé que paso algo y lo sé porque Lucrecia ya no te habla.

—Creo que ya no necesitan mi ayuda, no sé supongo.

—Tubo algo que ver Lucrecia, ¿te hizo algo malo?, si te hizo algo las va a ver conmigo, porque no estás sola.

—No hace falta, supongo que ella solo quiere hacer nuevos amigos.

—Es que tú le gustas — confieso.

—¿gustarle? — hace una mueca —. Pues a mí ella no, no me cae mal, pero, no me gusta, aunque es linda pero no me gusta para nada.

—No me molestaría que mis amigos se gusten — digo.

—A mí me gustas tú, no digas tonterías, no será fácil librarte de mí tonta — dice Gabriel mirándome.

—Eres más tonto tú — le digo.

Nos reímos mirándonos.

Al final de todo solo quedamos Gabriel y yo.

EL DESO DE AMARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora