CAPITULO 9

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Víspera de año nuevo, 30 de diciembre 2014

Ella estaba en la sala, conversando en con sus hermanos y sus padres, la madre de Abril estaba en la sala, en brazos cargaba una niña casi de un año de edad, su hermana de cinco meses de nacida Miranda Alex Morgan Heredia; a su lado estaba su actual compromiso un hombre alto, apuesto, de piel pálida, ojos negros y con un torso marcado, aquel hombre era marino, tenía 29 años de edad, por trabajo era asignado a cambiar constantemente su residencia, mayormente a las fronteras del país. Su nombre era Eduardo Morgan Vallejo.

—Qué bonita y sana esta la bebé.

—Si es una comelona, ​​cada rato come no me deja en paz — dijo su madre.

—Señora Rosa, hemos venido a visitarla esta semana y de paso Martha tiene un anuncio que hacerles — dijo Eduardo.

—Sí mamá Eduardo y yo como puedes observar estamos bien, y le han asignado por la frontera de Ucrania y debemos irnos a vivir por ahí.

—Dios mío, eso es muy lejos, quiere decir que no te veremos por mucho tiempo, y tampoco podrás visitar a Abril, tu sabes que ella te necesita.

—Ella estará bien sin mi mamá — dijo Martha y Eduardo se retiraron a contestar una llamada.

—Qué te hace pensar que va querer llevarse a su hija mamá si ella no la quiere — dijo Erika.

—No hables así Erika, ¿qué te pasa? — dijo Rosa.

—Como si no te conocieras Martha — dijo Erika.

—Creo que fue una mala idea volver a contarles mi felicidad — dijo Martha con la expresión en sus ojos llenos de ira.

—Cómo crees hija, no hagas caso a tu hermana, solo cuídate y cuida mucho a Miranda. Dale todo tu amor, y sí algo te llegara a suceder, nos tienes a nosotros, no estás sola, recuérdalo.

—Gracias mamá.

—Mi amor, mi mamá me ha llamado dice que ya nos espera para la cena, ya acomodo nuestros cuartos — dijo Eduardo entrando a la sala.

—¿No se van a quedar con nosotros?

—No suegra, mi madre nos espera ya le confirme hace días. Lo siento será para la próxima.

—Entiendo Eduardo.

—Entonces ya nos vamos mamá, las llamaré constantemente y les mandaré cosas.

Abril

Recuerdo a mi madre recoger sus cosas y las cosas de su nuevo bebé, hace años no la veía, estaba tan hermosa como siempre, la ví de lejos, se despidió de todos en mi casa, era un ambiente triste por parte de todos los miembros, despedidas con muchos besos a Miranda y mi madre. Cuándo ellos se marcharon mi abuela rompió en llanto, y se metió en su cuarto a llorar, detrás de ella le siguió mi abuelo Benjamín a consolarla.

Estaba seguro que eso pasaría, es difícil ver a tus hijos irse, y más aún lejos. Con un hombre que no tienen una buena comunicación, que si le sucede algo ella estaría lejos de su familia, que no le importará su hija.

—Solo espero que no tome decisiones equivocadas otra vez Benjamín. ¿Qué hemos hecho para que Martha sea así, desobediente, impulsiva, caprichosa, con nosotros?, mi niña.

—Cálmate cariño, ella es mayor, y quiere formar una familia, esforzarse por hacer las cosas bien, ya le hemos enseñado mucho, pero ella no nos escucha, dejemos que sea feliz, dejemos que lo intente, y si lloras le puedes desear el mal, por favor mujer alégrate por tu hija.

Durante meses su abuela lloraba pensando en Martha, no había recibido ni una llamada, no sabía si llegó con bien, no sabía nada de ella y eso le aturdía, una de las grandes cualidades suyas era pensar lo peor, acto que hacía mal a su salud. Mientras tanto, Abril cada noche se preguntaba: ¿que puedo hacer par que ella me quiera? ¿qué errores cometo?, ¿qué debo mejorar, que debo cambiar, o talvez existe algo en mí que ella odie?

Solo quería que su madre este presente, que le dijera que la amaba, un abrazo, un beso, sentir su calor.

EL DESO DE AMARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora