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Taehyung odia con toda su alma la confrontación.

Desde que era un niño siempre ha huido de los problemas en lugar de afrontarlos. Nunca ha tenido ni la suficiente confianza en sí mismo ni fuerza mental como para plantarle cara a nadie. Simplemente, ha sido un cobarde toda su vida.

Cuando otros niños le robaban los juguetes en el patio del colegio, Taehyung no decía nada. No era hasta que Seokjin descubría la verdad de a dónde habían ido a parar los juguetes de su hermanito que Taehyung se veía obligado a contar la verdad.

Entonces, Seokjin los recuperaba sin encontrar apenas resistencia. Ningún niño se atrevía a meterse con otro mayor. Seokjin siempre había sido ligeramente más alto que él, y ya de pequeño era intimidante. Así, Taehyung simplemente había aprendido a no intervenir.

Cuando por primera vez un chico de su clase le llamó "puto maricón" cuando tenía trece años,Taehyung agachó la cabeza y siguió caminando en silencio. Seokjin, en cambio, lo agarró del cuello de su camiseta y le dijo que si alguna vez volvía a siquiera dirigirle una mala mirada a su hermano se iba a encargar personalmente de que no pudiese volver a mirar a nadie más. Jamás había visto a Seokjin tan enfadado como en aquella ocasión, y se prometió a sí mismo nunca hacer nada que pudiese cabrearlo tanto.

Pero ahora Seokjin no está cerca para librar sus batallas. Aunque lo estuviera, tiene el presentimiento de que preferiría que su hermano mayor se abstuviera de esta. Solucionará él solo el lío en el que se ha metido con Woobin, y Seokjin no tendrá por qué enterarse jamás. Nunca se lo perdonaría si la amistad de Woobin y su hermano se viese perjudicada por culpa suya. Lleva años evitando a toda costa, y no piensa permitir que todo por lo que ha luchado se desmorone ahora. Puede arreglar esto solo, como un adulto.

Por lo menos, ha tenido la suerte de que el fin de semana se haya metido por el medio, y ha dispuesto de dos días para mentalizarse de que el lunes por la mañana volverá a ver a Woobin.

El sábado, el chico llamó al timbre de su casa y preguntó por Taehyung. Él, como el cobarde que es, salió por la puerta trasera y no volvió a casa hasta la hora de cenar. Tampoco contestó a ninguna de sus llamadas, ni a sus mensajes de texto. Para el domingo por la mañana, Woobin ya parecía haberse dado por vencido.

En su defensa, Taehyung no decidió dejar de acobardarse hasta el domingo por la tarde.

Pero, ¿qué se supone que debe hacer ahora? ¿Qué va a decirle? ¿Fingirá que todo lo que escribió son cosas que superó hace años? ¿Habrá leído Woobin las últimas páginas? ¿Entenderá realmente la profundidad de sus sentimientos? ¿Se burlará de él por ser tan ingenuo?

Ni siquiera se siente capaz de mirarlo a los ojos ahora que lo sabe todo. Es demasiado vergonzoso y humillante. Prácticamente, es como si se hubiese desnudado delante de él. Metafóricamente hablando, claro. Se siente expuesto y vulnerable, y es como si volviese a tener doce años de nuevo: inmaduro y temeroso.

Para cuando llega el lunes por la mañana, sigue sin tener respuesta para ninguna de las preguntas que no dejan de rondarle por la cabeza. Está totalmente en blanco. Ha terminado de arreglarse excesivamente pronto, y lleva casi diez minutos dando vueltas alrededor del salón mientras espera a que los gemelos acaben de recoger sus cosas. Está tan nervioso es que es como si se hubiese tomado tres cafés de golpe. Sinceramente, no le extrañaría en absoluto sufrir un infarto por el estrés.

Todavía guarda la esperanza de que Woobin se haya puesto enfermo, o de que simplemente no pase a recogerlos como castigo por haber pasado dos días ignorando su existencia. Eso supondría coger dos buses, uno al colegio de Hyunsoo y Yoojin y otro que lo deje a él en el instituto, pero ahora mismo eso suena como un mejor plan que subirse en un coche con el mejor amigo de su hermano que además es el chico del que Taehyung está enamorado.

play pretend [kooktae]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora