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Cuando Taehyung tenía trece años, hizo una estupidez.

Estaba harto de cargar con sus sentimientos, de estar lleno de algo que jamás podría sacar a la luz. Llevaba ya años enamorado de Woobin, y el secreto lo estaba carcomiendo. Jimin todavía no lo sabía; o, al menos, aún no le había plantado cara a Taehyung acerca de ello.

En cualquier caso, decidió que estaba harto de callar. Necesitaba sacarlo todo, así que hizo lo único que podía hacer sin poner en riesgo la amistad de su hermano y Woobin: escribir. Siempre le había parecido fascinante la capacidad que tienen algunas personas de convertir hasta el más lóbrego sentimiento en arte.

 Él sin duda no poseía tal talento, sino que su prosa era más bien mediocre; pero, de todas formas, nadie lo leería nunca. Todo lo que escribía, era para él. Una especie de ejercicio terapéutico en el que podía sacar todo lo que llevaban dentro sin que nadie le juzgase. Sin que nadie nunca supiese su secreto.

Así, rescató de su estantería un cuaderno vacío. Una vieja amiga de su madre les había regalado dos idénticos a él y Seokjin en su última visita a casa. Los gemelos, que todavía eran muy pequeños como para escribir, habían recibido un par de pequeños peluches a juego.

Irónicamente, Seokjin había decidido darle uso al cuaderno como una especie de libro de recuerdos, en el que Woobin y él habían colocado fotografías de distintos días de verano. De la vez que Seokjin le organizó una fiesta sorpresa por su cumpleaños, de cuando Jimin y Woobin les arrastraron a Seokjin y a él a una noche de karaoke...

Taehyung también utilizó su libreta para acumular recuerdos. Para hablar de todas las veces en que quiso dejar de ser un cobarde. De todas las veces en que oyó a Woobin hablar de chicas y quiso desaparecer. De todas las veces en que deseó con todas sus fuerzas dejar de quererle. De todas aquellas veces en las que falló en el intento.

En algún punto alrededor de los quince, dejó de escribir con tanta frecuencia. Se sentía demasiado patético. Después de tantos años, seguía exactamente donde había comenzado: siendo un cobarde y llorando por las esquinas por un amor imposible.

Hace un par de noches, volvió a escribir. Sacó su libreta del cajón en el que la tenía olvidada y se sentó en su escritorio. Después de haberlo hecho tantas veces, el gesto era casi robótico.

Al principio, no sabía ni por dónde empezar. Todos sus pensamientos estaban correlacionados, pero Taehyung era incapaz de encontrarles un orden. Después de un rato, las palabras fluían solas, como si llevasen demasiado tiempo queriendo brotar del fondo de su cerebro.

Habló de Seokjin, del miedo que le produce ser ahora el hermano mayor, de no estar a la altura, de las mañanas en coche con Woobin, de cuando lo abrazó en el aeropuerto, de su sonrisa cuando Taehyung le llevó sus galletas favoritas en agradecimiento por llevarlos a él y a sus hermanos todas las mañanas a clase...

Una vez terminó, simplemente la dejó sobre la mesa. Tenía el presentimiento de que su afición por materializar sus desgracias adolescentes en prosa mediocre estaba a punto de renacer.

En casa nunca ha tenido problema con su privacidad. Irónicamente, pese a que había otras cinco personas viviendo bajo su mismo techo, Taehyung nunca ha sentido la necesidad de esconder sus cosas. Seokjin y él siempre han sido respetuosos con las intimidades del otro y aprendieron muy pequeños a no cotillear por la habitación del contrario.

Por su parte, sus padres están demasiado ocupados como para invertir su tiempo libre en hurgar en los cajones de sus hijos y siempre han tratado de inculcarles valores basados en la confianza respeto, lo que implica no presionar a otros ni inmiscuirse en asuntos ajenos.

play pretend [kooktae]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora