XL

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Victoria

El Real Madrid ganó ayer uno a cero contra el Celta de Vigo. En una sufrida victoria que terminó con sabor agridulce, y no solo por el resultado. Uno de nuestros mejores amigos, Vini, se lesionó.

Mis mejores deseos fueron para él y Paula, espero que este proceso sea rápido y ameno. Esperemos que llegue rápido al terreno de juego.

- Mpendwa - escucho a mi novio desde la planta de arriba, usando un apelativo cariñoso para referirse a mi persona.

- ¿Sí? - pregunto en un tono bastante alto para que pueda escuchar lo que digo.

- Sube - me ordena.

Suspiro y subo los escalones hasta llegar a donde sus voces me guían: el cuarto cambiador.

- Dime - digo detrás suya.

- Unos amigos han tenido un bebé, ¿me acompañas a conocerlo? - suplica, entrelazando sus manos y formando un puchero en su boca.

- ¿Qué pregunta es esa? Soy tu pareja, por supuesto que te acompaño. Pero voy a darme una ducha, no puedo ir así - digo obvia.

- ¿Así cómo? - dice extrañado.

- Mal. No puedo ir con estas pintas - abro el grifo de la ducha, para comenzar a calentarla.

- Pero si estás bien.

- Eres tú que me ves con buenos ojos, Edu.

Despojo de mi cuerpo mis prendas, incluyendo mi ropa interior.
Dejo caer la ropa al suelo, mientras me introduzco en la ducha que gotea agua caliente.

Hay tal vapor en el cristal de la ducha que no puede verse lo exterior a esta.

El agua roza mi piel, sin dejar rastro de suciedad alguna. Cae también por mi cabello y cabeza, volviendo el pelo rizado en pelo liso.

Siento como alguien se introduce junto a mí en la ducha, y efectivamente: Edu está conmigo.

Él toma el mango de la ducha, mientras el rociador deja caer gotas de agua cálidas por toda nuestra piel.

Acorta la distancia hasta pegar totalmente nuestros cuerpos. Mis pechos rozan su pecho, erizado su piel.

Es inevitable escuchar nuestros propios jadeos y suspiros, que producen los del otro. Lo que más aprecio de estos sonidos son los sentimientos con los que están hechos, y que a su vez, sean recíprocos.

Mis pezones erectos rozan constantemente su pecho. Y él no hace absolutamente nada por evitarlo, pues una vez tras otra junta aún más nuestras pieles.

Sus labios saborean la piel de mi cuello, mientras que soy la víctima de esto, soltando gemidos que le hacen sentir placer, al tenerme a su merced.

Mi mano acarician su pelo, peinado en unas rastas. Mientras la otra se ocupa de su piel, acariciando suavemente su espalda.

Sus grandes manos se colocan en mis pechos, agarrándolos con estas y estrujándolos. Al parecer, disfruta eso.

- Edu. Edu, no - me detengo.

- ¿Por qué?, ¿No te apetece? - dice mientras toma el bote del jabón.

- No, no es eso. Sabes la prudencia que debemos tener con la puntualidad - sonrío de lado.

- Pero si siempre llegamos puntuales - habla, y levanta sus hombros. Arqueo una ceja y él rectifica sus palabras - Bueno, casi siempre.

Mientras esta vez nos dejamos de la tensión y deseo sexual. Él toma una esponja y comienza a enjabonar mi espalda en movimientos circulares. No deja ni la mínima parte de mi cuerpo sin recorrer. Ya sea con su mirada, sus delicados toques realizados por sus manos o por la esponja y el jabón, que él maneja también.

QUERIDA AFICIONADA ↯ eduardo camavinga ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora