—¡Al suelo!
Artemis saltó sobre mí y me derribó antes de que fuese acribillado... por mí mismo.
Hice una mueca mientras me ponía temblorosamente en pie. La cuerda del arco aún vibraba sacudiendo todo mi brazo, y sentía mi cabello pegajoso por la sangre.
—No otra vez...—murmuré—. Es el tercer corte en veinte minutos...
Artemis desencajó la flecha de un tronco cercano y revisó la punta.
—Realmente no mentías cuándo dijiste que no tenías talento con el arco.
Me eché un chorro de agua encima, exhalando con satisfacción mientras sentía mi herida cerrarse.
—¿Te importaría revisar si no los ofendí a ti o a Apolo en una vida pasada?—pregunté—. Hubo una vez en la que me las arreglé para que la flecha se enredase en la cola de Quirón.
—¿Cómo es qué...? Olvídalo, ni siquiera quiero saber cómo llegó eso ahí—se volvió hacia mí y me ofreció la flecha—. Bien, vamos otra vez.
Coloqué el proyectil y traté de apuntar. Artemis comenzó a moverse a mi alrededor, tocando mi cuerpo y corrigiendo mi postura. Estaba tan cerca que podía sentir su respiración contra mi cuello.
—Suelta el aire—me aconsejó—. Baja el hombro... cuidado con el codo derecho...
—Puedo con esto...—murmuré.
—Necesitas curvar tu espada un poco más...
—Ya no puedo más...
—¡Claro que puedes!—dijo con tono duro—. ¡Sólo tienes que...!
Algo dentro de mí crujió, y lo tomé como una mala señal.
Lo siguiente que supe es que estaba en el suelo luchando por reincorporarme.
—Oh, parece que tampoco mentías sobre eso—murmuró Artemis—. Realmente ese era tu límite.
—¡¿Tú crees?!—chillé.
La diosa suspiró, volviéndose para mirar la posición del sol.
—Deberíamos continuar moviéndonos—decidió—. Ya tendremos tiempo para corregir tus ofensivas dotes con el arco cuando recupere el mío.
—Ajá...
Supongo que debería de haberme alegrado que aún pudiésemos mantener el contacto incluso después de que la liberásemos, (en caso de sobrevivir, claro está), pero en ese momento, estaba más ocupado tratando de que mi esqueleto no se cayera a pedazos.
—Estúpido Gambazilla...
—Estúpido tú—bufó Artemis—. Si me hubieses dejado fulminar a la Escolopendra con un rayo, o convertirla en algo inofensivo, o...
—O cualquier otra cosa que los dioses disfrutan hacerles a los mortales...—suspiré.
—Entonces no estaríamos aquí—concluyó—. Y, si me dejases curarte como es debido...
—Entonces tú serías la que no podría luchar apropiadamente—la detuve—. Y entonces el gigante de tres leches barrería el suelo con nosotros.
Artemis suspiró.
—Creo que te subestimas—dijo—. Has enfrentado más peligros que la mayoría de semidioses y aún sigues siendo capaz de dar más. Me... enorgullece, poder llamarte compañero en esta misión.
No pude evitar sonreír.
—Gracias, Artemis...—me rasqué la cabeza—. Pero incluso sí yo pudiese derrotar a Orión, me siento más seguro dejando el trabajo en tus manos. No por nada eres una diosa, ¿sabes?
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Un Día de Caza: Pertemis
FanfictionYa todos conocen la historia, eabalo1987 creó la obra original pero no se ha actualizado desde 2017, por lo que decidí continuarla a mi modo, siempre con el máximo respeto hacia el autor. ... Lo que empezó como una navidad para Percy acabaría en una...