Capítulo diecinueve:

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25 DE DICIEMBRE

En menos de un parpadeo, tres de los Ourea fueron atravesados por una flecha incandescente, sólo para deshacerse en cenizas inmediatamente después.

Uno de los cuerpos del primordial intento atacar por la espalda a su enemigo, pero el dios solar lo repelió sin siquiera mirarlo, trazando un arco de luz con un brazo. El monstruo fue partido a la mitad en el acto.

Circe se volvió hacia Orión.

—¡¿Cómo permitiste que se acercara tanto sin notarlo?!

—¡¡Voy a destruir todo el sistema solar si es necesario!!—gritó Apolo—. ¡¡Devuélvanme a mi hermana antes de que sea muy tarde para ustedes!!

Artemis no sabía si reír o llorar. Jamás se había sentido tan aliviada y eufórica de ver a su hermano en toda su vida.

—¡Eso es Apolo!—gritó sin poder contenerse—. ¡Acaba con todos ellos!

Entonces escuchó un sonido a sus espaldas y se tensó detectando una presencia desconocida.

—¿Quién...?

—Shh...

Percy apareció a su lado, habiéndose escabullido por la oscuridad aprovechando el caos creado por Apolo.

—¡Percy!

El chico cortó las ataduras de la diosa con su espada y le ayudó a ponerse en pie.

—No puedo creer... ¿Realmente estás aquí?

Percy hizo una mueca.

—Tuve que hacer una llamada...—murmuró—. Sé que no querías involucrar a Apolo en esto, pero realmente no sabía que más hacer...

Empezaron a caminar, pero su camino fue cortado por Orión, quien se alzó ante ellos apretando los puños.

—¿A dónde creen que van?—preguntó—. ¿Tienen alguna prisa?

Artemis fulminó al gigante con la mirada.

—Déjamelo a mí—pidió.

Percy señaló a Orión.

—Es todo tuyo...

La diosa no esperó un sólo segundo más. Convocó un arco y disparó, mientras el gigante echaba a correr por el bosque.

Tres flechas se encajaron en los arboles a espaldas del hijo de Gaia, quien ágilmente siguió aumentando sus distancias mientras Artemisa corría en paralelo a él para intentar darle alcance.

—¡Percy, apóyame!—ordenó.

El chico asintió con la cabeza y se preparó. La diosa corrió hacia él y lo utilizó como impulso para dar un enorme salto y derribar a Orión en el aire.

No obstante, el gigante fue más rápido. Giró sobre sí mismo y golpeó a Artemis de revés, mandándola al suelo.

La diosa cayó con violencia sobre una saliente rocosa cubierta de nieve y escarcha, rodando hacia un lado a tiempo para evitar que el Gigante la aplastase al aterrizar con un grito de guerra.

Artemis innovó entonces dos cuchillos de caza con los cuales desvió las siguientes arremetidas de su enemigo, maniobrando a su alrededor en un intento de entrar en rango. Orión la evadió hábilmente y la volvió a alejar con una patada directa al rostro.

Percy aprovechó para atacar, cortando un árbol con su espada, el cual cayó sobre el hijo de Gaia. Orión se apartó rodando, pero nada más reincorporarse fue golpeado de llenó por Artemisa, lanzándolo hacia el vacío.

Un Día de Caza: PertemisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora