Tenemos que hablar

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Ha pasado una semana desde aquel inolvidable día. Hoy es domingo y no tengo nada que hacer, ya he terminado de estudiar todo lo que tenía pendiente. Así que decido ver un poco de TikTok. Bueno, al menos eso era lo que iba a hacer. Pero de repente, mi hermana entra sin llamar a la puerta ni nada.

-Llevamos una semana posponiendo esta conversación, pero ya no, Jinan. Ahora me lo cuentas todo - susurra enfadada.

-Está bien - respondo suspirando.

Por su expresión, parece que no se esperaba esa reacción, y tiene razón, nunca le cuento nada. Pero necesito desahogarme, necesito expresar cómo me siento y necesito una respuesta a todo esto.

-¿Y qué piensas hacer? - pregunta después de que termine de contarle todo lo que nos relaciona a mí y a Reda.

-No lo sé - respondo mirando hacia otro lado, intentando pensar.

-Pueden ser amigos. Hasta que tengan la edad adecuada para casarse - sugiere mi hermana.

-Sí, pero tener amigos del sexo opuesto es prohibido - respondo.

-Jinan, ¿de verdad te gusta? Lo conoces desde hace dos semanas - me suelta mi hermana. Y no necesito ni dos segundos para responder.

-Sí, sí. No sé cómo, pero sé que me gusta. Creo que está destinado para mí. Allah u a3lam. Pero eso es lo que pienso. Porque nunca me había pasado algo así, y supongo que así funciona - respondo.

-Escríbele - dice mi hermana mientras coge mi móvil.

-¿Qué? NO - respondo intentando quitarle el móvil.

-Queda con él y hablen las cosas. Yo te cubro. Puedo salir con ustedes y esconderme en alguna esquina. Además, Allah los está vigilando, no están solos, y pueden ir a un lugar público. Y yo también los voy a vigilar. Serán mayores y todo eso, pero no me fío - propone mi hermana.

-Vale. Parece un buen plan - abro el móvil y le escribo.

"Hola Reda.  - No sé por qué, pero estoy nerviosa. No es la primera vez que hablamos por teléfono, pero supongo que esta vez es diferente. Siempre hablamos de tonterías o planes para el futuro

"Hola Jinan".

Vale. Y ahora, ¿qué digo? No soy experta en estas cosas. Uf. Creo que ya lo tengo.
"¿Quieres salir a dar un paseo? Tenemos que hablar".

Mi hermana empieza a regañarme por haber puesto "tenemos que hablar". Pero es que es verdad. Tenemos que hablar. Porque esto ya se nos está yendo de las manos. Pasamos tanto tiempo juntos que a veces me dan ganas de cogerle de la mano o acariciarle la mejilla, pero no puedo, todavía no.

"Eh, vale. Pero eso suena a papeles de divorcio", comenta él.

Siempre con sus tonterías. Pero no voy a mentir. Un poco de miedo sí que puede ser. Le contesto con la hora a la que vamos a quedar y él me responde con un "vale".

Vale, ya está. Me he quitado un peso de encima.

Finalmente, decidimos ir al parque principal de la ciudad. Está lleno de gente, lo cual es perfecto. Mi hermana se esconde entre los arbustos, tan infantil como siempre. Pero qué le vamos a hacer.

Cuando llego al parque, él está sentado mirando su teléfono. Me acerco y me siento a su lado.

Está guapísimo, con unos vaqueros y una camiseta Armani. Y cuando me siento a su lado, percibo un aroma increíble. Me encanta el olor de la colonia de hombre, y la suya es aún mejor.

Ni siquiera se da cuenta de que me he sentado a su lado, está tan concentrado en su juego del móvil que le quito el teléfono sin que se dé cuenta. Luego soy yo la despistada.

-Eh, ¿qué haces?" — se queja antes de darse cuenta de que soy yo. Luego me sonríe — Oh, hola. No te había visto. Lo siento — dice mientras recupera su teléfono.

-No pasa nada — respondo sonriendo.

Él ríe y guarda su teléfono en el bolsillo. Nos quedamos en silencio por un momento, observando a nuestro alrededor. El parque está lleno de gente, niños jugando, parejas paseando de la mano, familias disfrutando del día. Es el lugar perfecto para tener esta conversación.

Después de hablar un buen rato, decido que es hora de abordar el motivo por el cual estamos aquí hoy. Y también es hora de que mi hermana salga de donde sea que esté.

-Reda, ¿ya es hora, no? — digo, interrumpiendo el buen ambiente que teníamos.

-Supongo — responde, y me callo. Quiero que él inicie esta conversación, y eso es lo que hace. — No suelo expresar este tipo de cosas, Jinan. Pero nunca había sentido nada así por alguien más. Aunque he tenido otras chicas en mi vida, he pasado más tiempo con ellas y he tenido más experiencias, nunca ha sido como esto. Y no sé por qué. Solo espero no arrepentirme de lo que te estoy diciendo. — Y así, me enamoro aún más de él. Aunque mencionar a esas chicas no me hace gracia, siempre está presente mi vena celosa. Pero aparte de eso, él me parece perfecto. Perfecto para mí. Es lo que estaba buscando.

-No te vas a arrepentir, Reda, porque siento exactamente lo mismo — le digo, viendo cómo el miedo y la inseguridad desaparecen de sus ojos. Es un chico seguro de sí mismo, un chico enamorado. Me encanta. — Por eso quería hablar, para planificar lo que vamos a hacer. También quiero asegurarme de que no me lastimarás, porque después de lo que me han hecho, ya no sé si puedo confiar

Hay un momento de silencio mientras él me mira fijamente. Pero me mira con una mirada llena de amor, cariño y seguridad. Es como si estuviera en casa. Sí, eso es.

-No te haré daño, créeme Jinan. Lo último que quiero es hacerte daño. Por eso, todas las mañanas, en el fajr, le pido a Allah que te cuide y que nunca te quite esa hermosa sonrisa, incluso si yo no estoy aquí para verla — responde con sinceridad. Sus palabras me tranquilizan y me hace sonreír. Está haciendo un gran esfuerzo por no acariciarme y lo noto. Y por eso, me siento agradecida.

-¿Qué vamos a hacer respecto a la religión? ¿Tenemos que esperar dos o tres años para poder estar juntos? — pregunto.

-Sí, supongo que si seguimos como hasta ahora, está bien. Allah lo entenderá. Después de todo, él fue quien nos reunió — responde con razón. Si Allah quisiera que Reda estuviera lejos de mí, lo alejaría. Pero no lo hizo. Aquí está, sentado a mi lado.

-Creo que hemos terminado esta conversación. ¿Te apetece un helado? —propone Reda.

-Sí, claro. Pero antes... — Levanto la mano hacia unos arbustos cercanos y mi hermana sale saludando a Reda. Sabía que esto iba a suceder. Reda estalla en carcajadas, riendo tan fuerte que algunas personas que pasan por ahí también se ríen. Ya lo dije, su risa es muy contagiosa. No podemos parar de reír los tres.

Oh Allah, permite que estas dos personas sean tan felices. Que sean felices conmigo, juntos. No los separes de mí. Insha'Allah, que sigan llevándose tan bien y riendo juntos siempre. Siempre.

In sha allahDonde viven las historias. Descúbrelo ahora