Nunca digas nunca

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"...y lentamente nos volvimos extraños otra vez".
Cuando escucho eso apago el Macbook de una. No. No. No. Ya lo había superado. Pero esa frase ha hurgado en la herida. Tanto que me siento como el primer día.
Vacía.
No pensé que una frase me haría volver a sentir eso. No pienso volver a ver esa serie de Netflix, porque sé que si la veo me voy a acordar de él. Y eso no puede ser. No cuando estoy a punto de abrir una nueva etapa en mi vida. Lejos de su recuerdo. Lejos de nuestros recuerdos.
Está lloviendo. Y está oscureciendo. Así que decido meterme en la cama. Pero no para leer, no para ver tiktok, no para seguir con mi serie. Sino para pensar. Pensar en todo lo que ha pasado en mi vida. Pensar en todo con lo que he podido y podré yo sola. Sola y con la ayuda de allah swt. Pensar en lo que me espera en otro país. Lejos de mi familia. Lejos de mi hogar. Necesito pensar.
Y la fase de pensar se remonta a ese día. Porque para empezar una nueva fase, hace falta cerrar otra. Y esa fase que necesito cerrar es ese día que llevo ignorando meses.

 ¿meses? 

Llevo pasando por alto ese día casi dos años. No aguanto más. Necesito desahogarme. Voy a explotar. Llevo casi dos años guardando todo mi sufrimiento para mi sola, encerrándome en mi y en mis pensamientos. Pero creo que estoy lista para contarle al mundo cómo me siento. Bueno. Al mundo o a mi mejor amiga. Da lo mismo.
Aunque ya no haya ni rastro de la luz del sol en la calle y encima está lloviendo, decido salir. Porque no aguanto más. Me dirijo a casa de Raghda. Casi corriendo.

-Jinan. Entra por dios, que te estás empapando. ¿Se puede saber que haces a estas horas en la calle? Además, tienes que descansar, mañana es tu vuelo— Cuando habla me recuerda a mi madre. Con ese aire de preocupación. La voy a echar de menos. Aunque bueno, ella también va a venir a estudiar fuera conmigo. Pero va a venir dos meses después. Dos meses son demasiado tiempo sin verla.
-Necesito que hablemos, antes de irme. Necesito hablar, Raghda. — Y... lo sabía. Me pongo a llorar como si tuviera dos años. En los momentos difíciles o sensibles es vital llorar. Es como un don. Puedo llorar mares en un segundo. Raghda me guía a su habitación. Y se sienta en la cama. No dice nada. Y me gusta. Porque me está dejando mi tiempo para saber por dónde empezar. Aunque se que ella sabe que estoy así por Reda. — Llevo meses estando sin estar, Raghda. Y sé que te has dado cuenta. Tú. Mi madre, mi padre, todos os habéis dado cuenta. Luché hasta donde pude, dejé el alma entera, y no fue suficiente. Poco a poco se ha ido apagando mi ilusión de volver a tenerle. Mira, seguí mi vida, pero jamás dejé de quererle ni de pensar en él. ¿Sabes? Llegué a un límite en donde estaba tan rota, que ya no tenía ganas de saber dónde estaba. No me gustaría estar en su lugar. Imagínate dañar a la persona que allah swt envió para sanarte. Es una estupidez. Después de lo que él ha pasado, de lo que me ha contado. No esperaba que se comportase como un don nadie, él no era así. O al menos eso me hizo pensar. — Hago una pausa. Y siento como si un nudo en la garganta se deshiciera. Un nudo que llevaba allí bastante tiempo. Pensaba continuar, pero Raghda habla.
-Nunca me has llegado a contar qué pasó ese día. Nunca has querido hablar de ello. — Me espeta de repente. Y tiene razón. Llevo cinco minutos hablando con ella pensando que tenía contexto. Pero claro. No sabe nada. No entiende nada.
-Joder Raghda. Lo he pasado por alto.— Me aclaro la garganta — Mira. Era un día como cualquiera. Esa semana nuestros padres tenían una actitud no muy normal que digamos. Así que decidimos espiar a nuestros padres. — No puedo evitar sonreir. Al recordar que inocentes eramos. Qué buenos momentos — Bueno. La noche en la que decidimos desenmascarar a nuestros padres, resulta que por llamada, se despidió de mí. No fue ni una despedida Raghda. Me acuerdo aun de cada palabra. <<Jinan. Te quiero. Sé que eres mi maktub, siento que lo eres. De verdad que has sido lo mejor que me ha pasado, y más a esta edad. Imagínate diciéndole a nuestros hijos que nos conocemos desde los dieciséis años. Por favor. No lo olvides. Te quiero. Y ahora vete a dormir que es tarde. Buenas noches. No sueñes mucho conmigo >>. No me dio ni tiempo de despedirme. Fue como si estuviera huyendo. Y no tuviese tiempo. No solo desapareció el. Sino también toda su familia. Y al día siguiente, ya estaba el dichoso cartelito de "alquilado" en su puerta. Le llamé cada maldito día. cuatrocientos cincuenta días, dos veces cada día. Y siempre la misma respuesta. El buzón de voz. He repasado todo lo que le podría haber pasado. Todo. Y todo lleva a una misma conclusión. Se fue sin despedirse, sin darme explicaciones. Ni siquiera ha sido capaz de escribirme, o contestarme a una de las ochocientas llamadas.
-Pienso que hay una explicación. No le conocía mucho. Pero lo se. Solo al recordar como te miraba, me doy cuenta de que todo lo que me has contado tiene una explicación. Pero ahora esa no es la cuestión. Aqui la cuestion es que debes abrir los ojos Jinan. Tú no eras así. A ti cuando te pasaba algo decías, "estaba maktub" o "fiha kher". Puedes decirlo también con esto. Porque yo pienso que os vais a volver a ver inshaallah. ¿Te acuerdas de cuál era tu lema? — Hace una pausa para que conteste.
-Nunca digas nunca. — Susurro, apenas se me escucha. Porque creo que tiene razón. Raghda siempre tiene razón. No se ni como lo hace. Pero siempre consigue hacerme sentir mejor. Y rompí a llorar otra vez. Por esto. Por lo feliz que soy por tener una amiga. Por haberme desahogado. Por todo. — Odio ser tan sensible — Murmuro entre llantos
-No eres demasiado sensible, no estás exagerando. Si duele, duele. Y necesito que entiendas algo antes de irte. Porque es tarde, y tienes que dormir. Pero escúchame antes. Hay amores que duran para siempre, aunque no se toquen, aunque no se vean, aunque no sepan nada el uno del otro. Y, como dijo el famoso Robert Brault "Al final, las almas gemelas se encuentran porque tienen el mismo escondite"

In sha allahDonde viven las historias. Descúbrelo ahora