Empezar de cero

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"Mamá, por favor, te pido que me prometas que me vais a visitar cada mes. No podré estar mucho tiempo sin veros. Prométeme que lo vais a intentar." — Llevaba media hora despidiéndome de mis padres en el aeropuerto. Es difícil dejar atrás a tus padres en otro país y comenzar una nueva vida desde cero. Es muy difícil. Aunque tengo claro que en cuanto tenga un sueldo mínimo, lo invertiré para traer a mis padres a vivir conmigo en Bélgica. Porque lo más importante de todo es la familia, son mis padres.

"Jinan, cariño, hay algo que debes saber antes de irte a Bélgica." — Mi madre me dice esto en cuanto estamos solas. No sé por qué, pero siento un mal presentimiento tan solo por la forma en que lo dice. No digo nada, expreso todo con mi rostro. Mi madre continúa — Verás, cariño, Reda y su familia están en Bélgica — Y con esa frase, todo lo que pensaba que había logrado, olvidarme de él y pasar página, resultó ser en vano. Siento un vacío en mi interior. ¿Volveré a verlo? ¿Me lo encontraré? Pero espera un momento, ¿Cómo sabe mi madre que están en Bélgica? Dios mío, me lo ha ocultado durante dos años. DOS AÑOS. Me veía mal, triste, vacía, y aún así no dijo nada. No esperaba eso de ella.

Pero no debo juzgar sin conocer todo el contexto, ya que mi madre nunca haría algo que me hiriera. Si ha decidido no contármelo hasta ahora, es porque cree que es lo correcto. Aunque no puedo evitar sentirme un poco mal. Intento no mostrarle a mi madre que me ha afectado que me lo dijera ahora. Pero en fin, es mi madre. Si ella no me conoce bien, ¿Quién lo hará? — Cariño, todo tiene una explicación. Te prometo que cuando llegues a Bélgica y te instales en casa de tus abuelos, te contaré todo. Pero ahora ve, que vas a perder el vuelo. Te quiero — Me abraza. No puedo contener algunas lágrimas, bueno, algunas, o un lago entero. No sabía que eso era lo que necesitaba hasta que ella me lo dio. Qué bien me ha venido un abrazo que me reconforte un poco. Que me haga ver que no estoy tan sola, ni tan loca. Ni tan rota. Mientras abrazo a mi madre en el aeropuerto, siento una mezcla de emociones abrumadoras. Mi corazón se acelera y mis ojos se llenan de lágrimas, porque sé que este abrazo podría ser el último que compartamos en mucho tiempo. El calor de su cuerpo y el aroma familiar de su perfume me reconfortan, pero también me recuerdan cuánto voy a extrañarla. Siento una profunda gratitud por tener a una madre tan amorosa, alguien que siempre ha estado ahí para apoyarme y guiar mis pasos. En este momento, ese abrazo se convierte en un vínculo tangible que me conecta con mi hogar y mis raíces. Es como si estuviéramos tratando de transmitirnos todo nuestro amor y fortaleza en ese breve instante. Al mismo tiempo, una sensación de tristeza y nostalgia se apodera de mí. Sé que me estoy alejando de todo lo que conozco, de mi familia, mis amigos y mi vida cotidiana. El abrazo de mi madre se convierte en un refugio temporal en el que puedo encontrar consuelo antes de enfrentar lo desconocido. Pero también hay una chispa de emoción y anticipación en mi interior. Esta nueva aventura me brinda la oportunidad de crecer, aprender y descubrir un mundo completamente nuevo. Aunque el abrazo de mi madre me recuerda lo que dejo atrás, también me impulsa a seguir adelante y a aprovechar al máximo esta oportunidad. En ese abrazo, siento un cúmulo de sentimientos encontrados: amor, gratitud, tristeza, nostalgia, emoción y valentía. Es un momento de despedida y de bienvenida a la vez. A medida que nos separamos lentamente, nuestras miradas se encuentran y sé que, pase lo que pase, siempre llevaré el amor y el calor de ese abrazo conmigo, sin importar la distancia que nos separe.

7.30 am

Mientras esperaba en el aeropuerto, sentada en una solitaria silla, mi corazón latía con una mezcla de emoción y tristeza. Miraba a través de la ventana, observando cómo los aviones despegaban hacia destinos desconocidos, al igual que mi futuro. Estaba a punto de comenzar una nueva vida, lejos de mi familia y de todo lo que conocía. Sentía un nudo en la garganta y un profundo dolor en el pecho, porque sabía que dejar atrás mi hogar no sería fácil. Pero también había una chispa de esperanza en mí, la esperanza de un nuevo comienzo y de encontrar mi propio camino. Sin embargo, la vida tenía una ironía cruel guardada para mí en ese momento. Justo cuando pensaba que el universo me daría un respiro, me enteré de que el chico que me rompió el corazón, aquel que me hizo sentir que mi mundo se venía abajo, estaba en el mismo país al que me dirigía. Las lágrimas amenazaban con brotar de mis ojos, pero me negué a dejar que me dominaran. Sabía que tenía que enfrentar este nuevo capítulo de mi vida con valentía y determinación. No podía permitir que un amor perdido me detuviera. A través de la tristeza y la decepción, encontré fuerzas para seguir adelante. Me recordé a mí misma que merecía ser feliz y que tenía el poder de sanar mi propio corazón roto. No iba a dejar que su presencia en el mismo país me hiciera retroceder. Con una sonrisa forzada, me levanté de la silla y me dirigí hacia la puerta de embarque. Sabía que el camino no sería fácil, pero estaba decidida a encontrar mi felicidad, incluso si eso significaba dejar atrás los recuerdos dolorosos.

Mientras caminaba por el pasillo del avión, cerré los ojos y respiré profundamente. Me prometí a mí misma que este viaje sería el comienzo de una nueva vida llena de oportunidades y crecimiento personal. Y aunque el chico que me rompió el corazón estuviera cerca, yo estaba lista para enfrentar el desafío y demostrarle al mundo que podía ser fuerte en medio de la adversidad. Así que, con el corazón roto pero lleno de determinación, abordé el avión y me preparé para volar hacia un nuevo horizonte, donde la esperanza y el amor propio serían mis mejores compañeros de viaje.

13.00 pm

Cuando llegué a ese nuevo país, nerviosa y emocionada por empezar una nueva vida, encontré consuelo en el hecho de que me iba a alojar en casa de mis adorados abuelos. Mis abuelos eran la personificación del amor y la bondad, y siempre habían sido una parte fundamental de mi vida. Mientras caminaba por la puerta de su hogar, sentí una mezcla de gratitud y felicidad, sabiendo que estaba en un lugar lleno de calidez y cariño. Cada rincón de su acogedora morada estaba impregnado de recuerdos y alegría. El aroma familiar de la cocina me envolvía, trayendo a mi mente imágenes de deliciosos platos que mi abuela solía preparar con tanto amor. Las paredes estaban adornadas con fotografías que contaban la historia de nuestra familia, capturando momentos felices y travesuras de la infancia. Cada vez que miraba esas fotos, sentía una conexión profunda con mis raíces y un sentido de pertenencia. Mis abuelos eran una fuente inagotable de sabiduría y consejos. Pasábamos horas charlando en el patio trasero, mientras el sol doraba nuestras conversaciones. Me contaban historias de su juventud y compartían sus experiencias de vida, enseñándome valiosas lecciones. Siempre me escuchaban con atención, ofreciéndome su apoyo incondicional y amoroso. Su casa se convirtió en mi refugio, un lugar donde podía ser yo misma sin miedo ni juicios. En sus abrazos encontraba consuelo y en sus sonrisas, la certeza de que todo estaría bien. Me sentía afortunada de tenerlos cerca, de poder disfrutar de su compañía y aprender tanto de ellos. A medida que pasaban los días, mi amor por mis abuelos se fortalecía. Reconocía la importancia de su presencia en mi vida, y me daba cuenta de lo afortunada que era de tenerlos como pilares de apoyo. Su amor incondicional y su ejemplo de vida me inspiraban a ser una persona mejor, a valorar las pequeñas cosas y a enfrentar los desafíos con valentía. Estar lejos de mi país de origen nunca fue fácil, pero mis abuelos me recordaban constantemente que el amor y la familia trascienden las distancias. Su casa se convirtió en mi hogar lejos de casa, un lugar donde siempre sería bienvenida y amada. A través de ellos, aprendí el verdadero significado de la palabra "familia" y el poder de los lazos que nos unen.

Hoy, mientras miro por la ventana de su casa, lleno de gratitud y emoción, sé que mi vida ha sido enriquecida por su amor. Mis abuelos son mi roca, mi inspiración y mi mayor tesoro. No importa cuánto tiempo pase lejos de ellos, siempre llevaré su amor conmigo, recordando con cariño esos momentos inolvidables en su hogar, donde encontré no solo un lugar para quedarme, sino un lugar para pertenecer.

In sha allahDonde viven las historias. Descúbrelo ahora