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POV BECKY

La madrugada del día siguiente, me apoyé en la ventanilla de mi vehículo personal mientras le daba pequeños sorbos al café de la señora Chankimha y revisaba mis últimos correos.

Asunto: ¿Está saliendo la Lobq con la supermodelo Samantha Hendrix? ¡Lo pone en Page Six!
Asunto: He oído que ayer la l Loba estaba buscando anillos de compromiso para ella…
Asunto: ¡Cuéntanos ya todos los detalles, Rebecca!

Suspiré y sentí una punzada de celos en el pecho. Había supuesto que estaba saliendo con ella desde hacía tiempo, porque todos los lunes por la tarde los tenía reservados para «la conversación telefónica con Samantha», y nunca me permitía que interceptara ninguna de esas llamadas.

Iban directas a su canal de vídeo privado, y nadie podía entrar en la oficina durante todo ese tiempo.

Incluso aunque Page Six solía ser muy rigurosa en todo lo relacionado con «la soltera del año», nunca la había visto en persona con nadie más desde que había empezado a trabajar con ella, y nunca le había escuchado decir nada sobre su vida sexual. La verdad es que no entendía cómo podía encontrar tiempo para eso.

Pero, claro, si alguien puede encontrar tiempo para tener sexo con quien sea, ese es ella…

Respondí a todos los correos de mis compañeros de trabajo con un:

«Lo averiguaré en cuanto pueda»

Pero independientemente de cuándo averiguara la verdad, nunca les diría una palabra. Había prometido tiempo atrás que nunca compartiría detalles de su vida privada con nadie.

Que, ya fuera una capulla o no, guardaría sus secretos igual que esperaba que mi futura asistente personal lo hiciera conmigo.

—Ya estamos aquí, señorita Armstrong. —Vinnie me abrió la puerta trasera para que saliera—. ¿Debería rezar por usted antes de que entre?
—Rece por ambos. —Salí del coche—. Le arrastraré conmigo si me despiden.

Él rio y esperó a que entrara en el edificio antes de volver a meterse en el asiento del conductor.

Subí en el ascensor hasta la última planta y coloqué mi tarjeta de acceso contra el panel de lectura de su ático. Antes de empujar la puerta para abrirla, respiré hondo.

Atravesé la cocina, el recibidor y su sala de estar y me detuve cuando al fin me tropecé con su mirada azul. Estaba apoyada en los ventanales que ocupaban toda la pared y que daban a la Quinta Avenida, y estaba mucho más que sexy con una camisa blanca con unos cuantos  botones sueltos dando inicio al valle de sus redondos senos y unos vaqueros azules.

Tenía el cabello oscuro algo más despeinado de lo habitual, como si se acabara de levantar de la cama.

—Puedes sentarte. —Me señaló el sofá con la mano.

Después se sentó enfrente de mí y me quitó el café

—. ¿Debo suponer que hoy no le has dado ningún sorbo, al contrario que sueles hacer?
—Ya te he dicho en innumerables ocasiones que no bebo de tu café. No me gusta el extra de vainilla que siempre pides.

Hizo girar el vaso casi vacío en sus manos y dio unos golpecitos en el lugar de la tapa donde había dejado la marca roja de mi barra de labios.

—Es el pintalabios de Vinnie —le dije.
—Seguro. —Me devolvió el café y se dio unos golpecitos en la rodilla con los dedos—. Quería hablarte en privado porque tengo una propuesta que hacerte.
—Sí, me gustaría dejar mi trabajo de asistente a partir de hoy —declaré, esperanzada—. Gracias por tu oferta.

Novia por treinta días Freenbecky Donde viven las historias. Descúbrelo ahora