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POV BECKY

DÍA TRES

Acaricié los pétalos de las flores de un centro de mesa mientras trataba de no pensar en la décima entrevista del día. Desde la siete de la mañana me había tenido que sentar junto a Freen en una fría sala de conferencias y responder las preguntas de un sinfín de reporteros.

La mayoría de ellas, hasta el momento, trataban sobre Chankimha Industries, y esperaba que siguiera siendo
así. Las pocas que se referían a nuestra vida privada eran simples e insustanciales: «¿Por qué se envió una circular a la empresa en relación con el compromiso?». «¿Cuánto tiempo llevan enamoradas?». «¿Seguirá trabajando para la señora Chankimha cuando esté casada?».

Llegados a ese punto, comencé a prestar atención a medias a las preguntas. Todavía me costaba borrar de mi mente la imagen de la polla de Freen. La noche anterior —y la anterior a esa— había tenido fantasías en las que me follaba durante horas al tiempo que ella metía los dedos bien hondo en mi sexo y yo susurraba su nombre contra la almohada.

Aunque la había estado ignorando desde la mañana del día anterior, sabía que estar tan cerca de ella fuera de la oficina se estaba convirtiendo en un problema. Nunca había estado tan nerviosa, y ella era la causante de que mis hormonas ardieran frenéticas.

—Muchas gracias por su tiempo. —El reportero de The Wall Street Journal se levantó de repente—. Espero que permitan que nuestro equipo y yo hagamos otra entrevista dentro de un par de meses, cuando hayan vuelto de su luna de miel.
—Por supuesto —respondió Freen, estrechándole la mano. —Ya que soy el último entrevistador, ¿puedo hacerles una foto para mi artículo? —pidió—. Si no es demasiado pedir, claro está.
—Eso depende de la futura señora Chankimha —replicó ella, mirándome—. Me ha estado ignorando desde ayer
por la mañana, así que quizá quiera preguntárselo usted.

Le di una patada por debajo de la mesa y sonreí al reportero.

—Me encantaría que nos hiciera una foto para su artículo. La iluminación es mejor en el exterior, ¿verdad? ¿Le importa si salimos?
—En absoluto.

Le lancé una mirada a Freen y me levanté. Cuando nos dirigíamos hacia la puerta, me colocó la mano en la parte baja de la espalda y de nuevo volvió a prender fuego a mis nervios.

—¿A dónde van? —Brenton se levantó de un banco al vernos salir.
—The Wall Street Journal quiere hacernos una foto —le respondió Freen.
—Ah, ¡perfecto! Entonces esta es la ocasión perfecta para que se besen al fin. Creo que sería una primera foto fantástica, en especial con este periódico. Solo les pido que hagan que parezca creíble, por favor.
—No creo que sea una buena idea en absoluto… —respondí yo.
—¿Y por qué no? —Freen se giró hacia mí.
—Porque ha dicho que tiene que parecer creíble. —Mentí, a pesar de que era una buena idea y de que yo quería hacerlo—. Yo también necesito unos pocos días más, en realidad, semanas, para olvidar que eres mi jefa… y una capulla.
—¡Aquí estará bien! —El reportero se giró y montó su trípode—. ¿Pueden echarse un poco hacia atrás y acercarse a la fuente? Y, lo siento, Brenton, pero la verdad es que no te necesito en esta.

Freen mantuvo la mano en la base de mi espalda y yo forcé una sonrisa.

El reportero ajustó la lente varias veces y después levantó una mano.

—Vamos a tomar la foto en tres… dos…

Antes de llegar al uno, Freen me giró y me estrechó contra su pecho. Presionó su boca contra la mía y me besó de manera tan repentina y con tanto ímpetu que me olvidé de respirar.

Susurré algo cuando entrelazó sus dedos en mi pelo para acercarme más a ella, persuadiéndome en silencio para que abriera la boca y pudiera llevar aquel beso todavía más lejos.

Novia por treinta días Freenbecky Donde viven las historias. Descúbrelo ahora