Rebecca
DÍA TRECE
No estaba segura de por qué no había conseguido unir todos los puntos antes, por qué nunca le había
prestado demasiada atención a la «cuenta de cumpleaños de S.» que siempre aparecía en los registros en esta época del año. Había visto las cantidades exorbitantes que se había gastado y había pensado que podían ser presupuestos y no recibos reales, pero ahora estaba segura de ello.—¿De verdad crees que le estás enviando el mensaje adecuado a tu sobrina consiguiéndole un poni, un
DJ y un minidescapotable rosa para su cuarto cumpleaños? —Eso es lo que ha pedido —contestó Freen.Entonces señaló a través de la ventana, donde la
pequeña y un grupo de amigos se reunían en torno a Luna con un ovillo brillante—. Es evidente que debería haberle traído un gatito y me habría ahorrado un montón de dinero. ¿Por cuánto quieres vender a Luna?
Le di un golpe en el brazo y me reí.
—No está a la venta.
Me agarró de la mano y me condujo a través de una multitud de padres y demás invitados a la fiesta hasta la cocina. El DJ se estaba preparando para su tercera actuación en el jardín lateral, así que ahora le tocaba el turno a su madre de observar a los niños por la ventana.
Cuando llegamos nosotros, me empujó hacia una esquina, y parecía que iba a besarme justo cuando nos
interrumpieron.
—Todavía intentando comprar el amor, por lo que veo —dijo Nathan.Freen se giró hacia él.
—¿De qué demonios estás hablando?
—Yo soy quien está criando a Samantha: un padre soltero, y, por supuesto, crees que puedes aparecer por aquí una semana y arreglarlo todo con dinero y malditos ponis.
—Ella ha pedido el puñetero poni.
—Todas las niñas pequeñas quieren un poni, Freenky —exclamó—. Eso no quiere decir que se lo tengas que dar, joder. Y nadie te ha dicho que celebraras esta fiesta por todo lo alto, que estoy seguro que no es para nadie más que para Watson.
—Watson está pasando el día en la parte turístico de Blue Harbor.
—Qué conveniente. —Se encogió de hombros—. Justo como este compromiso, que va muy bien con las
preferencias familiares de Watson. He leído sobre él, y sé que no ha cerrado nunca un trato con una mujer que no estuviera comprometida o casadoa. Tú no sabías nada de eso, ¿verdad?Freen no respondió.
—Espero que no te hayas tragado todo lo que te haya contado Freen, Rebecca—continuó—. Si crees que te quiere, estás muy equivocada. La única persona a la que quiere es a sí mismo, y espero que te esté pagando un ojo de la cara por acceder a esta pantomima con ella. No tiene ni un solo inversor honrado en Chankimha Industries, y vendió su alma a los demonios de Wall Street en vez de ayudar a su madre y a su hermano con su empresa hostelera. ¿Es ese el tipo de mujer con la que quieres estar?
Me di cuenta de que Freen estaba apretando los puños.—Papá te dijo que fueras generosa y que nunca te olvidaras de dónde venías. —Nathan miró a Freen de arriba abajo—. No creo que hayas llevado nada en este viaje que cueste menos de mil dólares, y no recuerdo que nosotros hayamos crecido en Park Avenue.
—Nathan…
—¿Cuánto donas exactamente para la investigación contra el cáncer? —Se apoyó contra la encimera—. Estoy seguro de que, sea lo que sea, será muy poco. Me sorprendería que donases algo que no esté relacionado con los inmuebles de Manhattan. —Dirigió la mirada de nuevo hacia mí—¿Cuánto te está pagando de verdad, Rebecca? Si es menos de medio millón, es un indecente y…
—Cierra la maldita boca. —No pude soportarlo más; sus palabras hacían que me doliera el pecho.
—¿Qué acabas de decir? —Me miró furibundo—. Lo que pase entre mi hermana y yo no tiene nada que ver contigo. —Todo tiene que ver contigo, puesto que he pasado los dos últimos años con ellay no ha hecho nada más que tratar de ganarse tu respeto. —Di un paso hacia delante y me acerqué más a él—. Para que conste, tu hermana dona más de un cuarto de sus beneficios a la investigación contra el cáncer. Yo misma envío los cheques.
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Novia por treinta días Freenbecky
FanfictionNunca debería haber aceptado ese acuerdo... Hace treinta días, mi jefa-una tiburona de Wall Street- acudió a mí con una oferta que no pude rechazar: poner mi firma en una línea de puntos y fingir ser su prometida durante un mes. Si accedía, podía re...