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POV BECKY

DÍA UNO

Me desperté con un sudor frío y sintiendo que había cometido el error más grande de mi vida. Tenía un
anillo de compromiso enorme en mi dedo anular, un montón de anuncios sobre mi noviazgo en la mesilla y
una horda de paparazzi en la puerta de mi casa.

Se suponía que era el primero de los treinta días de la señora Chankimha, bueno de «Sarocha», ahora que iba
a ser su prometida, y no estaba lista para embarcarme en el descabellado itinerario que Brenton había planificado. Lo había actualizado en infinidad de ocasiones, a veces dentro de la misma hora, y seguía añadiendo cosas que no eran necesarias para conseguir el acuerdo con Watson. Al menos, a mi parecer.

Suspirando, salí de la cama y miré la última edición del recorrido que había imprimido en mi despacho.

Asunto: Novia por treinta días/novia por treinta días (algunos recordatorios)

A las futuras «señoras Chankimha»:

Adjunto un breve itinerario y algunas cosas que NECESITO que hagan mientras la prensa las vigila para asegurarnos de que:
A) convencemos a Watson de que Sarocha es una «mujer de familia»
B) cambiamos la imagen de Sarocha, de cara a la prensa, de antigua playboy a mujer reformada.
C) ¡aseguramos la prima del millón de dólares que se me prometió si conseguimos este acuerdo!

Días 1 a 3: Viajar a la ciudad natal de Sarocha, Blue Harbor, y hospedarse en el hotel The Four Seasons un par de noches antes de quedarse en la residencia familiar de los Chankimha.

Ensayar la historia de cómo se enamoraron(les he enviado un montón de copias). Hacer unas cuantas entrevistas con la prensa que las reciba.

Si ven cámaras, besaos. Si no ven cámaras, besos. (Intenta mirarla a los ojos con intensidad cada vez que lo hagas, Rebecca. Ah, y, Sarocha, trata de colocar tu mano con delicadeza sobre su trasero cuando la beses, para que parezca una relación «fogosa»).

Días 4 a 20: En algún momento, el señor Watson acudirá y querrá:

A) jugar al golf con Sarocha
B) cenar con la familia Chankimha
C) hacer un recorrido por todas las residencias bed and breakfast que posee el hermano de Sarocha junto con su madre
D) firmar al fin este maldito acuerdo en el que llevamos trabajando MESES.

Días 21 a 30: Volver a Nueva York, hacerse unas cuantas fotos y entrevistas más «de pareja» para la prensa (de ser necesario).

Día 31: Ruptura amistosa.

Por favor, no lleguen tarde al vuelo.

Brenton East (Asesor especial de la directora general de Chankimha Industries)

Me pregunté si debía continuar con aquello o no, si era demasiado tarde para echarme atrás. Le había dicho a mi hermana que todavía estaba indecisa, aunque ya había firmado el contrato sin pensarlo dos veces.

Busqué el contacto de Sarocha en mi teléfono, pero justo entonces escuché su voz en mi salón.

Abrí la puerta de mi dormitorio y la vi en los escalones de mi casa, negándole algo a mi hermana con la cabeza. Llevaba una camisa gris de seda arremangada que se adaptaba a sus músculos en todos los lugares adecuados y unos pantalones oscuros de vestir holgados que la hacían lucir aún más hermosa.

—¿Dónde está Rebecca? —pregunta, impaciente.
—Yo soy Rebecca.
—Eres una doble muy buena, Jenna.
—Somos idénticas.
—Para mí no. —Puso los ojos en blanco—. ¿Dónde está?
—En su habitación. —La dejó pasar, traicionándome en tan solo unos segundos.
—¿Dónde está su equipaje?
—¿Por qué no se lo preguntas a ella? —Sus ojos se encontraron con los míos y sonrió—. ¡Buenos días, Becky!

Negué con la cabeza y salí de mi habitación.

—Buenos días, Jenna. Sarocha…
—¿Dónde está tu equipaje? —me preguntó.

Yo me encogí de hombros.

—Estoy muy segura de que has hecho las maletas para el viaje, Rebecca —afirmó—. ¿Dónde está tu equipaje?
—He decidido no ir.
—De verdad, necesitas aprender a leer mejor las condiciones de los contratos que firmas. —Recorrió la
habitación con la mirada—. Solo voy a preguntarte otra vez dónde está tu maleta.
—No voy a ir —le respondí—. La puerta está justo detrás…
—¿Le has dicho a la capulla de tu jefeaque has cambiado de opinión sobre…? —Marah, la mejor amiga de mi hermana, se detuvo de golpe al entrar en el salón. Miró a Sarocha de arriba abajo y comenzó a ponerse cada vez más colorada
—. Bueno, joder… ¿Puedo ir en tu lugar?
—No querrías hacerlo —le dije, molesta por el hecho de que la forma en que Sarocha me estaba mirando justo en ese momento me ponía cachonda—. Es mucho peor de todo lo que te he contado por teléfono.
—Tienes veinte minutos para prepararte —declaró Sarocha.

Después le tendió la mano a Marah y luego a mi hermana

—. Soy la capulla jefa, pero prefiero que me llamen Sarocha.
—Un placer conocerte. —Jenna sonrió—. Su maleta está lista. Está en el armario del pasillo.

¿Pero qué mierda…?

La miré totalmente perpleja; me había pillado desprevenida con su traición.

Ahora sí que no voy a hacerme pasar por ella en esa recepción del mes que viene…

—Gracias —contestó Sarocha mientras caminaba hacia el armario—. Te estaré esperando en el coche.

Se marchó, y yo esperé hasta que bajó los escalones.

—¿Por qué demonios me has hecho eso, Jenna?
—Primero, porque llevas queriendo librarte de tu contrato de trabajo desde que lo firmaste, y vas a conseguir cinco millones de dólares por hacer esto —me dijo—. Segundo, porque solo son treinta días. Y tercero, porque creo que en el fondo te la quieres follar, ¿y qué mejor manera de conseguirlo que esta?
—Estás delirando. —Me dirigí hacia el baño—. De verdad que ya no quiero ir.
—¡Oh, por favor! Estabas fanfarroneando —añadió, siguiéndome—. Por eso has comprado un segundo
billete de avión para más tarde esta misma mañana. Solo querías que ella pensara que no ibas a ir, porque,
personalmente, creo que ambas tienen  problemas para controlarse. —Me puso las manos en los hombros —. Rebecca Patricia Armstrong, solo van a ser treinta días. Si alguien puede con ello, esa eres tú.

Novia por treinta días Freenbecky Donde viven las historias. Descúbrelo ahora