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Los servicios de emergencia llegaron al centro de rehabilitación, alertados por la llamada de Gael. Vieron el edificio envuelto en llamas y humo, y se apresuraron a actuar. Los bomberos se encargaron de sofocar el fuego, mientras que los paramédicos ayudaron a Gael a forzar la entrada para poder pasar.

Al lograr abrir, se encontraron a David tirado cerca de la entrada, totalmente inconsciente y casi sin signos vitales. Tenía quemaduras leves en varias partes de su cuerpo y casi no respiraba.

Gael al ver esto se acercó de inmediato a su novio, pero no se lo permitieron. Los paramédicos le dijeron que se alejara y que los dejara trabajar. Le pusieron una mascarilla de oxígeno a David y le tomaron el pulso y la presión. Le inyectaron un suero y le colocaron una camilla.

- ¿Está vivo? - preguntó Gael, con angustia.

- Sí, está vivo, pero en un estado muy delicado - dijo uno de los paramédicos. - Tenemos que llevarlo al hospital cuanto antes.

- Por favor, sálvenlo - dijo Gael.

- Haremos todo lo posible - dijo el otro paramédico.

Los paramédicos subieron a David a la ambulancia y le dijeron a Gael que los acompañara. Gael no se lo pensó dos veces y se subió también. Quería estar con David y no dejarlo solo. Quería verlo despertar y abrazarlo.

La ambulancia arrancó con las sirenas encendidas y se dirigió al hospital más cercano. En el camino, los paramédicos le hicieron varias pruebas a David para evaluar su estado. Le pusieron un monitor cardíaco, un tensiómetro y un oxímetro. Le hicieron una radiografía de la cabeza y le tomaron una muestra de sangre.

- ¿Cómo está? - preguntó Gael, con ansiedad.

- Está estable - dijo uno de los paramédicos. - Tiene quemaduras de primer grado en el 40% de su cuerpo que probablemente se curen en cuestión de días. Hay una fractura en el cráneo que nos preocupa. Tiene una intoxicación por inhalación de humo. Necesita atención en el hospital urgente.

- ¿Podrá sobrevivir? - preguntó Gael.

- No podemos asegurarlo - dijo el otro paramédico. - Depende de el diagnóstico que nos den en el hospital. Pero tiene que ser fuerte y tener fe.

- Yo tengo fe - dijo Gael. - Yo sé que él va a salir adelante. Él es un fuerte.

- Eso es bueno - dijo el primer paramédico. - Él necesita tu apoyo y tu amor.

Gael asintió y tomó la mano de David. La sintió fría y débil, pero también sintió un leve pulso. Le habló al oído, diciéndole que lo amaba, que lo esperaba, que no se rindiera.

David no respondió, pero Gael creyó que lo escuchaba. Creyó que lo sentía.

La ambulancia llegó al hospital y los médicos recibieron a David.

Gael quiso entrar con él, pero no se lo permitieron. Le dijeron que tenía que esperar en la sala de espera, donde le informarían sobre el resultado de la evaluación médica.

Gael obedeció a regañadientes y se quedó en la sala de espera. Se sentó en una silla y miró el reloj. Eran las diez de la noche.

De inmediato se corrió la noticia con la familia y amigos de David. Su madre Clara, su hermana Jacinta, sus sobrinos, su amiga Marena, quienes poco a poco comenzaron a aparecer en el hospital mientras David seguía inconsciente.

La primera en llegar fue doña Clara, la madre de David. Llegó corriendo al hospital, llorando desconsoladamente. Se enteró del incendio por las noticias y temió lo peor.

Al ver a Gael en la sala de espera, se acercó a él y le preguntó por su hijo.

- ¿Cómo está David? - preguntó doña Clara, con voz entrecortada.

- Está adentro con los médicos - dijo Gael, con voz cansada. - Aún no sabemos nada

- ¿Qué le pasó? ¿Qué fue ese incendio? - preguntó doña Clara.

- No lo sé - dijo Gael. - Solo sé que se quedó encerrado adentro y después se produjo el incendio.

- ¿Qué? ¿Cómo es posible eso? - preguntó doña Clara.

- No lo sé - repitió Gael. - Pero tengo una sospecha.

Gael le contó a doña Clara lo que había descubierto sobre Paloma Valverde, la mujer que se había hecho pasar por una psicóloga, pero que en realidad era una identidad falsa. Doña Clara se quedó horrorizada al escuchar esa historia. 

Doña Clara se sentó junto a Gael y le tomó la mano. Le dijo que lo sentía mucho, que estaba muy arrepentida y culpable por haber rechazado a David y dejar de hablarle durante meses.

- Perdóname, Gael - dijo doña Clara. - Perdóname por haber sido tan dura y tan injusta contigo también. No debí haber actuado así, estuve tan equivocada.

- No tienes que pedirme perdón a mí - dijo Gael. - Tienes que pedírselo a él.

- Lo sé - dijo doña Clara. - Y lo haré. Cuando despierte, le diré que lo quiero, que lo acepto. Le diré que estoy orgullosa de él y de su amor por ti.

- Eso me alegra - dijo Gael. - Eso lo hará feliz.

Gael y doña Clara se abrazaron y se consolaron mutuamente. Se dieron cuenta de que tenían algo en común: ambos querían incondicionalmente a David y esperaban lo mejor para él.

Nuestro Amor Invencible (Gael × David)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora