CAPÍTULO 2

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Desperté lentamente, había perdido la noción del tiempo. Kike seguía acurrucado en mi pecho. Me arrastre como pude y salí de debajo de la cama. Mire a la avecilla y me inquietó su mirada fría y tenue, tal como si quisiera decirme algo. Por un momento sentí como si aquel ser que sostenía entre mis dedos fuese igual a mi; con la misma alma.

Salí hacia la sala y me quede totalmente aterrada. Ya casi iba a oscurecer y yo tendría que haber ido a recoger a mis hermanas a eso del medio día. Corrí hacia la puerta y me percaté de que nadie había llegado.

Tobías y Lena llegaban a eso de las 3 sin embargo no había rastro de ellos. Dirigí mi mirada al reloj de pared, que totalmente estático anunciaba que aún no era medio día. Frote con mis dedos la mesa del comedor y me di cuenta de que estaba sucia. No comprendía porque si yo la había limpiado muy bien.                                                                                          
—Hoy no pequeño —le dije a Kike quien acostumbraba acompañarme a traer las niñas de la escuela—. Se me hizo tarde, necesito saber que paso con mis hermanas.

El seguía mirándome con sus ojillos amarillos. No pude evitar sentir pena así que lo introduje en su jaula de pasear y salí a toda prisa de la casa.

Apenas mis pies tocaron el pórtico me quede muda. Las calles estaban totalmente vacías, no se veía  absolutamente a nadie y las piernas empezaron a temblarme.

La señora Tomasa  siempre estaba en el jardín de su casa tomando el sol en su silla de ruedas; allí no había nada más que la silla caída entre las flores. Algunos vidrios de la casa estaban rotos y note que en mi casa también alguien había roto una ventana.

En la calle no había más que basura; una motocicleta se hallaba caída y un tanto desvalijada. Un automóvil estaba atravesado en la acera; más su conductor no se encontraba. El corazón empezó a martillarme en el pecho.                                               

Mientras me dirigía a la escuela, nada se movía, era como si todos hubiesen desaparecido. No había en ningún lado algo que indicará alguna vida. Ni siquiera las aves cantaban. Empecé a correr, el terror se había apoderado de cada centímetro de mi piel. Abrace la pequeña jaula a mi pecho para evitar sacudir mucho a Kike.

Atravesé las tres calles que me separaban de la escuela a una velocidad que me impresiono.                                               
Me quede inerte al entrar al lugar; no había un sólo niño. Corrí hasta el salón de Anne y este también estaba vacío. Era normal que a esas horas de la tarde ya no hubieran niños en la escuela pero los más raro era que las cosas de mis hermanas estaban allí al igual que las del resto de los niños. Zira tampoco estaba.

La confusión se apoderó de todo mi ser. No sabía que había pasado. Una evacuación de emergencia tal vez. Siendo así ¿Porque nadie había ido por mí? ¿Qué estaba pasando?

—Hola ¿Hay alguien aquí? —pregunté a viva voz mientras abandonaba la escuela—. ¿Alguien puede oírme?

Seguí caminando mientras revisaba algunas tiendas y supermercados. Habían algunos vidrios rotos, las cosas se encontraban desperdigadas por el suelo y los alimentos habían empezado a descomponerse. En el ambiente se sentía un olor putrefacto, como a carne en mal estado. Me tape la nariz con mi mano. El olor era insoportable.

— Hola ¿Hay alguien aquí? —Repetí.

De nuevo no recibí respuesta. Seguí caminando por la acera revisando en cada casa del pueblo buscando la presencia de alguien. Continúe dando gritos pero nadie me contestó.

Trilogía mañana 1 (INVASIÓN) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora