CAPÍTULO 15

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Me removí intranquila. No lograba conciliar el sueño. Me puse de pie y camine con cuidado. No quería despertar a mis hermanos quienes estaban dormidos en el suelo.

Mi uniforme se había mojado durante la lluvia de la tarde. Así que tuve que vestirme con un vaquero alto y un crop top que a mi parecer me quedaba muy corto.

Salí de la improvisada tienda. Afuera hacia mucho frío. Sentí un escalofrío recorrerme entera, y  comencé a caminar hacia un costado.

Necesitaba respirar un poco de aire fresco. Quizá así podría calmar mi alma que se hallaba agobiada.

Las pesadillas cada vez eran más recurrentes. Soñaba con explosiones, ataques; muerte.

Soñaba con Tobi...

Con mi Papá, con las niñas.

Las lágrimas empezaron a manar de mis ojos por si solas. Cada vez que pensaba en ellos me daban ganas de rendirme.

Dejar de huir y de luchar. Probablemente lo mejor era morir para reunirme con ellos. Cerré los ojos a la vez que la garganta me quemaba como si hubiera tomado gasolina.

—Isi, ¿Estás bien?

Abrí los ojos y me encontré de frente con la silueta de Ofir que se abría paso entre la oscuridad.

—No.

Ni siquiera podía hablar bien.

—¿Qué necesitas?, ¿Estás enferma? ¿Te sientes mal?

El me bombardeó con preguntas que ni siquiera sabía como contestar.

—Estoy bien...

—Claro que no, estas llorando. ¿Alguien te hizo algo? —preguntó acercándose más.

Negué con la cabeza. El dolor que sentía me lo habían provocado unos seres de los cuales ni siquiera sabía pronunciar bien su nombre.

—Es por todo lo que esta pasando. Por esta situación.

Me seque las lágrimas con mis manos. Era la segunda vez en que lloraba frente a el. Creo que Ofir se había convertido en mi paño de lágrimas. Ojala y no lo terminará aburriendo con tanta lloradera.

—Lo siento tanto, si yo pudiera hacer algo por aliviar tu dolor te aseguró que lo haría.

Me abracé a mi misma intentado darme apoyo. No le habia prestado mucha atención a sus palabras.

—Isi, vuelve a la tienda. Es peligroso que estés afuera a estas horas; sola.

Ofir colocó ambas manos a el costado de mis brazos. Los froto suavemente con delicadeza.
Sus manos eran muy suaves, y su contacto no me pareció invasivo, sino al contrario; lo sentía tan cálido que empezó a agradarme.

—Estas helada —musito paseando sus ojos sobre el movimiento que hacían sus manos sobre mi.

Yo no podía despegar mis ojos de su rostro. Lo veía parcialmente, ya que estaba muy oscuro para verlo con claridad.

—Deberías irte a dormir. Hace mucho frío y puedes enfermarte.

—Tienes razón —respondí aclarándome la voz—, es que me sentía mal, y quise salir a tomar aire.

—Entiendo.

El me soltó y luego se llevó ambas manos a los botones de su chaqueta. Abrí los ojos al ver que empezaba a desabotonársela.

—¿Qué haces?

El siguió desabotonándosela antes de responder.

—Te voy a prestar mi chaqueta para que no sientas frío.

Trilogía mañana 1 (INVASIÓN) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora