CAPÍTULO 39

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Cuando atravesamos la entrada principal del Castillo, me di cuenta que todo estaba listo. Las casas no se encontraban en ruinas como yo lo pensaba, y ya muchas personas las estaban ocupando.

La ciudad había sido restaurada y parecía un reino antiguo, justo en su máximo esplendor.

Seguimos ascendiendo y llegamos al final de la calle. Allí estaban todos los autos aparcados. Todo era calma y tranquilidad, la gente iba y venía como si allí no sucediera nada.

Baje lentamente del vehículo y me encontré extasiada con el lugar. Era hermoso, las aves adornaban el cielo y el aire era tan puro que te llenaba los pulmones de alegría y también el alma.

Ese era el verdadero paraíso en la tierra.

-Hermoso -susurré para mi misma-. Simplemente hermoso.

-Y lo mejor es que ahora es nuestro hogar -completo Ofir sonriendo ampliamente-. Es el mejor lugar para empezar de cero.

-Vamos a la tienda que nos asignaron -dijo Jordán pasando por mi lado.

-Vamos -concedí tomando la mano de Ofir.

-Osiris ven conmigo -nos interrumpió Cebrián.

Ofir se tenso de inmediato. Al ver la evidente molestia de Ofir, el coronel se inventó una excusa.

-Es hora de conocer a mi madre, ella te dirá todo lo referente con tu nuevo trabajo.

-Eso puede esperar coronel
-intervinó Ofir acercándose más a mi-. Acabamos de llegar y solo queremos conocer donde vamos a vivir.

-Lo harán después. Ahora ven conmigo Osiris -ordenó Cebrián.

Su ceño estaba fruncido, el estaba acostumbrado a que todo se hiciera conforme a tu voluntad. Cebrián era muy autoritario, pero con otros, nunca conmigo.

-No te demoraras mucho.

Observé como Ofir tensaba la mandíbula, y apretaba sus puños; no quitaba la mirada de Cebrián y se que estaba haciendo mucho esfuerzo para conservar la compostura.

Cebrián mantenía su imagen altiva y orgullosa, dispuesto a no perder su lugar.

-Tranquilo -susurré acariciando su brazo-. Iré y volveré en un segundo, no te preocupes.

-No me gusta que estés cerca de él -musitó mientras acariciaba mi rostro-. Te ves tan bella hoy.

Sus ojos azules combinaban con el azul del firmamento.

-Estaré esperándote, no te demores porque te tengo preparada una sorpresa.

-¿Qué sorpresa? -pregunté.

El siempre lograba sacarme una sonrisa.

-No te lo puedo decir -
murmuró dándome un suave beso en los labios-. Te espero.

-Ya vuelvo, por nada en el mundo me perdería ver mi sorpresa.

Camine detrás ser Cebrián bajo la mirada atenta de Ofir. Llegamos a un gran patio de piedra adornado en el centro con una gran fuente.

Acompañe a Cebrián al interior de una casona muy elegante y bonita. Quizá era la mejor de toda la ciudad.

Tenia unas grandes columnas en piedra y una escalera en forma de caracol que llevaba a los pisos de arriba. Muchos soldados hacían su guardia. El Coronel se mantenía en silencio, y lo prefería así; aún no me acostumbraba a su compañía.

-Conocía a Ofir de antes, pero nunca había tenido tantos problemas con el como ahora -
me contó.

Yo solo me dedique a prestarle atención.

Trilogía mañana 1 (INVASIÓN) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora