CAPÍTULO 14

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—Casi que no se va —murmuro una voz a mi espalda—. Por poco y me da un calambre de estar tanto tiempo quieto.

Reconocí su voz de inmediato. El muchacho de la voz triste. Me gire y lo pille saliendo de entre los víveres que guardaba mi hermano.

—¿Ofir? —pregunté extrañada—. ¿Que haces allí metido?

—Ausch —se quejó acomodándose el cuello—. Necesitaba hablar contigo. Pero tú hermano no te deja ni un segundo sola.

—¿Oíste todo lo que dijimos? —cuestione.

¡Rayos! gracias a Dios no dije nada comprometedor.

Ofir sonrió ampliamente. Jordán estaba en lo cierto; el si tenía una sonrisa como de Ángel.

—Si lastimosamente lo escuché todo. También la parte en la que tu hermano me llena de piropos —exclamó arrugando la frente—. Me hizo sentir algo incómodo.

—Lo siento pero Jordán es…

—Homosexual —completo Ofir.

—Espero que eso no te moleste —musite clavando mis ojos en los suyos—. Y por favor no le vayas a decir nada a nadie. Es la vida privada de Jordán y a el no le gusta que se entrometan en ella.

—Tranquila, no tengo problemas con ese hecho —Ofir me miró a los ojos—. A mi también me…

Abrí los ojos desmesuradamente.

Y si Ofir era…

—No soy Gay —corrigió al ver mi cara de asombro—. El hecho de que no sea homofóbico no quiere decir que me gustan los hombres. A mi me gustan las mujeres de eso no puedes tener ninguna duda.

Ofir lanzó una bella carcajada; creo que mi expresión debia parecer un nudo, a tal punto de causarle tanta gracia.

—Lo que te iba a decir era que a mi también me gusta ser reservado con mi vida privada.

Lancé un suspiro con la esperanza de que Ofir no lo escuchara. Oí algunas voces cerca de la tienda a lo que Ofir dio unos pasos hacia atrás dispuesto a esconderse de nuevo.

Los soldados pasaron por al frente de mi y siguieron su camino. Me acerque rápidamente y cerré la puerta de la tienda; tan sólo era una tela puesta de forma vertical. Sin embargo de algo serviría.

—No debiste esconderte. Si mi hermano te encuentra te va a ir muy mal.

Jordán era muy estricto con la disciplina.

—Además pareces un ladrón haciendo eso.

—Lo se, no obstante es de suma importancia que hable contigo. Ian está muy mal y la verdad no se que hacer con el —espetó mirándome con preocupación—. Aparte de su síndrome de abstinencia lo de Lena lo esta matando. Tú eres la única que puede ayudarme. No se a quien más recurrir.

—¿Qué es lo que tiene?

—A veces quiere matar a Jerjes. Luego quiere matarse el —me contó y note la angustia en su voz—. Se altera con facilidad. Se porta agresivo y al segundo esta envuelto en un mar de lágrimas. Creo que es bipolar o tal vez se está volviendo loco.

—Sabía que no iba a reaccionar bien, pero yo no puedo hacer nada —añadí.

Y es que era cierto. No había nada que yo pudiera hacer.

—Quisiera ayudarlo porque en parte me siento culpable por lo que le pasa. Sin embargo todo depende de el. El es quien debe salir adelante por si mismo.

—Yo tengo eso claro —musito mirándome a los ojos—. Pero tú puedes ayudarme. Tu hermano decomisó la droga que tenía Ian por eso está tan desesperado. A parte de eso Jordán tiene muchos fármacos y puede que tenga algunos antidepresivos. Si tu pudieras conseguirlos tal vez Ian se pueda sentir mejor.

Trilogía mañana 1 (INVASIÓN) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora