CAPÍTULO 6

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Seguí avanzando sabía que faltaba poco. A lo lejos divise la alcantarilla por la cual los grupos debíamos ingresar. Me agache con esfuerzo quedando tendida en la calle. Mire para todos lados por que debía cerciorarme de que no me siguieran las maquinas.

Oí unas voces provenientes del interior de la cloaca. Alguien discutía.

—A estas horas debe de estar muerta —inquirió Ian. Al parecer el quería deshacerse de mi—.Yo les dije que era una mala idea llevarla. Nadie me hizo caso.

—No me importa, iré a buscarla —refuto una voz que no logre reconocer—. Algo me dice que aún está viva.

Golpee tres veces la tapa del sumidero. Esa era nuestra contraseña, la tenía muy clara. Sencilla pero necesaria.

—¡Abran soy Isi! —exclame en voz baja.

—¿En serio eres tu? —cuestionó Azur.

Solté un suspiro de alivio cuando oí su voz. Pensé que lo habían asesinado.

—¡Abran, por favor!

La tapa se abrió y lo primero que vi fueron los ojos azules de Ofir; entre la oscuridad y la mugre, no podía distinguirlo bien. Ilumine su rostro con la luz de la linterna y me impresione al verlo frente a la claridad.

—¿Eres tu? —pregunto el rubio. Su cabello estaba limpio y pude ver su color—. ¿Estas bien?

—No mucho. Traje esto —dije pasando le la mochila con las provisiones.

Ofir la tomo y se la paso a otro dentro del agujero.

—¿Necesitas que te ayude? —inquirió Ofir.

—Ayúdame a bajar. Tengo una herida en la pierna.

—Ya te ayudo. No te preocupes.

Tuve que contenerme para no gritar cuando el muchacho me agarró como a una muñeca para ayudarme a bajar. Al igual que yo Ofir estaba también mojado.

Empecé a sentir escalofríos en todo mi cuerpo. Me sostuve de su cuello y ahogue mis sollozos en su pecho. No quería gritar sin embargo el dolor iba en aumento.

Había logrado llegar al lugar pero no tenía ni la más remota idea de como podría llegar a salvarme; sin médico y sin medicinas era casi imposible que pudiera sobrevivir.

—¿Qué paso? —pregunto Jerjes llegando a nuestro lado.

—Esta herida —respondió Ofir saltando de la escalera con mi cuerpo en sus brazos—. La llevaré a la cama. Hay que curarle la herida.

—¿Es grave? —interrogó Ian. Al parecer estaba preocupado.

—No lo se, no soy médico —contestó Azur revisando con cuidado mi pierna—. Se ve muy mal.

Ofir me colocó con cuidado en la improvisada cama en la a cual descansaban las personas que resultaban heridas.

Una antorcha daba buena luz al lugar, lo cual era muy ventajoso. La herida seguía doliéndome y lo que causaba mi sufrimiento seguía dentro de mí.

—Traigan unas tijeras, alcohol y una linterna con buena luz —ordenó Ofir mirando a los chicos—. Vamos a limpiar la herida. Ayúdame Jerjes.

—Debes sacar lo que hay adentro. Me está quemando —espete con dificultad.

Sentía como esa cosa se movía en mi pierna y cada vez se me clavaba mas.

—¿Que hacemos? —inquirió Jerjes con voz de alarma—. Aquí nadie sabe algo de medicina. Yo ni siquiera se sacarme una espina mucho menos sabré sacar una bala.

Trilogía mañana 1 (INVASIÓN) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora