Trilogía mañana 1 (INVASIÓN)

CAPÍTULO 1

Todo comenzó un día normal como cualquiera, la gente iba y venía como siempre; los niños en la escuela, los adultos trabajando, gente rica, gente pobre, unos tristes otros felices, cada cual en lo suyo. Había lo que siempre había existido nada fuera de este mundo.       

Ese día algo nos aguardaba a todos, algo que cambiaría el destino para siempre de cada ser que habitaba la tierra. Como lo hacía cada semana, me levanté temprano, antes solía no hacerlo pero ahora tenía responsabilidades que lo requerían. El cuidado de mi familia estaba en mis manos.

Hacia poco más de un año que habíamos perdido a mi mamá. El cáncer le había ganado la batalla finalmente y luego de tres años de lucha, murió. Fue entonces cuando tomé el control de mi familia. Necesitaban un soporte para no derrumbarse y yo se los proporcione. Me convertí en el hombro en el que se apoyaban cuando habían días difíciles. Yo estaba ahí para todos; yo era su estrella del norte.   

Papá hablaba poco y trabajaba mucho, esa era su forma de suprimir el dolor. Una manera para no sentirse triste y sólo. Claramente era imposible sentirse sólo con seis hijos; el si lo hacía.

Jordán era el mayor de todos los seis. El era el orgullo de papá. Jordán estaba en las fuerzas especiales; era un como lo llamaba Anne un súper policía, a mi me parecía más la etiqueta de soldado universal como el de la película. Me gustaba imaginármelo invencible, que nada ni nadie podía hacerle daño; así mi subconsciente se encargaba de que no me preocupara por el.

Yo llegue tres años después de Jordán. Iba a empezar la Universidad cuando mi madre se enfermo. Entonces decidí ayudarla en todo lo que pudiera. Las tareas del hogar aunque no se creyera eran agotadoras y desgastantes; mi madre no tenía energía para hacerlas sola así que yo me ofrecí a ayudarle. Cuidar de tanta gente no era fácil no obstante si lo haces por amor todo se torna más sencillo.

Dos años después de mi; Lena llegó al mundo, altiva, vivaz y hermosa. Siempre contaba con un buen humor que nos hacía los días más agradables. Luego de la muerte de mamá se tornó más rebelde y todo con ella parecía ser de un castaño oscuro. Su novio era jefe de una pandilla de desocupados que me daba muy mala espina. El era un punto de fricción entre ella y yo. Mi único objetivo era que ese sujeto no le hiciera daño.

Luego de Lena, Tobías nos lleno de alegría. Era un poco callado e introvertido, eso lo compensaba en inteligencia. Tenía el primer lugar en todo. El pequeño genio a sus tan sólo 11 años lograba cosas que ni yo podía hacer, era simplemente increíble.

Anne tenía 8 era imperativa, todo lo contrario de Tobías. Le encantaban los deportes, en cuánta carrera de atletismo había ella participaba y aunque no ganará, no solía desanimarse; “todo tiene solución”, solía repetir a cada rato. Ella era nuestro ser de luz.

Zira era la menor, tenía tan sólo 4 años. Había intentado que ella recordara de la mejor manera a nuestra madre pero me era imposible. Era tan chica que creía  que cuando creciera el rostro de mi madre sería el de un extraño. Yo era lo único que tenia como figura materna. Me dolía pensar que ella no tuvo la fortuna de tener una madre propia, así como yo la tuve; cada segundo con ella fue el mejor regalo del mundo. 

Mi mundo bueno y casi perfecto estaba a punto de cambiar para siempre.                  

Preparé el desayuno rápidamente. Los pequeños devoraban todo lo que se les colocaba al frente, eran como pirañas con pantalones. Lena era la única que comía poco, solía pasársela metida en su móvil chateando con su galán de barrio.                                                 

Mientras levantaba los platos, una preocupación rondaba mi cabeza. Jordán llamaba a casa todos los días sin embargo llevaba dos días sin hacerlo. No tener noticias de el hacia que pensará lo peor. Mi padre entró en la cocina haciéndome sobresaltar; últimamente tenía los nervios de punta.                                                                                                                      
—¿Sabes algo de Jordán? —inquirió mi padre intentando sonar tranquilo.