7. Todos necesitan un amigo, hasta un Dios Solitario

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Cuando el universo fue formado, nunca creyó llegar a ser lo que es ahora. Era consciente de su continuo crecimiento, pero no sabía que ello implicaba ser algo más. Con el tiempo, la masa efímera de existencia tuvo estrellas cantoras, asteroides vagabundos y planetas con vida. El universo fue más de lo que imaginó que podía ser y eso era algo que a simple vista no se podía conocer.

Caminar en el espacio sobre un dinosaurio debía ser alucinante, no obstante, la cabeza de Jorely tenía otras cosas robando su atención en medio del mutismo del Cosmos. Entre un pensamiento y otro, la joven no podía evitar transitar por las frases de Astro: El universo es demasiado grande para estar solos. ¿Qué quería decir con eso? Ella estaba sola por necesidad, no porque así lo quería. En el fondo no quería estar sola, pero cuando las preguntas constantes y la falsa modestia de las personas se transformaban en ataques, burlas y fastidio, supo que la soledad le vendría bien por un tiempo. El problema fue que ese tiempo duró más de lo que deseó. Por días estuvo bien evitar enfrentar sus miedos, hasta que se acostumbró a siempre tener miedo. Y nadie la contradijo. ¿Y qué había de la otra frase? Créeme, he visto verdaderos monstruos. Antes pensaba que el astronauta tal vez se refería a la Mara, pero tal vez el hombre no se refería a monstruos como tal, con garras, dientes afilados y cuerpos deformes, sino a otro tipo de monstruos, a los peores, aquellos que caminan en dos pies con una sonrisa de satisfacción abrasadora en sus rostros. Ya habría tiempo para preguntárselo.

Con saltos apresurados, Astro entró en un bosquecillo en el cuello de la criatura. Los árboles cristalinos eran altos y creaban una sombra espesa por la que ninguna luz se filtraba. Jorely deseó tener su propia barra de luz fosforescente, y si el hurón no hubiera estado dormido, habría estado de acuerdo con ella. El espacio era un lugar oscuro por naturales y las sombras tenían la intención de recordárselo en cada paso. Cuando Astro notó que la luz de su barra no era visible para la adolescente, se le ocurrió hablar con ella, guiarla con su voz en caso de extraviarse, después de todo, conocía el camino mejor que nadie y no quería perder a sus amigos, no quería volver al agujero solitario en el que vivió los últimos años.

—Cuidado a unos metros, hay varias rocas muy pronunciadas —la advertencia llegó susto a tiempo a oídos de Jorely, quien esquivó las rocas, pero antes de agradecer el aviso, el astronauta siguió hablando—: ¿Cómo fue que llegaron hasta aquí?

—Bueno... —dijo la muchacha pensando una respuesta que sonase lógica, pero al no encontrar una, respondió como pudo—. Encontramos una puerta en medio del bosque, nos pusimos los cascos y la cruzamos. Así sin más.

—No. No me refería a aquí, a Da Vuah. Me refiero a todo esto.

—E-eso es más complicado aún, ¿verdad? —preguntó Jorely a su peludo acompañante que roncaba dentro de la mochila.

Jorely se quedó en silencio intentando descifrar el misterio entre manos, ahora que las cosas estaban en mayor calma que en la Aldea, cómo fue que llegaron a esa realidad tan surrealista. Lo pensó unos segundos, pero sin importar lo que recordara o imaginara, la respuesta no era clara. El sol había descendido en lugar de subir, y para cuando se dio cuenta, la niebla la cubría hasta las pantorrillas. El cómo sucedió eso carecía de sentido, pero sí deseaba regresar a su mundo, debía encontrarle un sentido pronto, aun si eso significaba volver al dolor.

A punto de contar lo poco que sabía sobre su llegada a esa realidad alterna, una débil luz de una estrella lejana se abrió camino entre el manto oscuro del bosque e iluminó parcialmente al astronauta. Algo era distinto en él. La distracción la hizo cambiar de idea y en lugar de responder con los detalles que conocía simplemente dijo:

—Aún no sé cómo llegamos aquí.

—Vaya... —dijo Astro entre cavilaciones. La voz del hombre espacial sonaba un poco aguda. ¿Su casco estaba funcionando mal?

Cuando la noche termineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora