13. Baby, I'm a house on fire

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And I wanna keep burning

–Sia

El fuego, para muchas personas, es un símbolo dual. Se lo conoció en la Inquisición como un elemento sagrado para la purificación del alma, para liberarlo de los pecados, una creencia muy arraigada por la iglesia a través del tiempo. Sin embargo, el fuego también es conocido por su destrucción, su capacidad inminente de consumir las cosas hasta dejarlas en cenizas. ¿Qué punto de vista es el correcto? ¿El fuego es bueno, malo, neutral? En ocasiones todo depende del propósito con el que se lo use.

Antes de que Jorely fuese atraída por la pregunta, mucho antes de que pensase en responderla, estuvo en el bote, remando con fuerza. Ignoraba a posta los temblores en sus brazos, pero el hurón no podía hacer lo mismo. De ser más grande y más antropomórfico habría sido él quien remase, pero no era más que un mamífero curioso y pequeño con pelaje suave de nariz rosada con cientos de misterios en el interior.

La luz brindada por la barra resultó ser más útil de lo que imaginaron en un comienzo. Imaginaron que con la luz irradiada por las estrellas y la reflejada por la luna sería suficiente, pero cuando la barra se encendió, fue obvio que estaban equivocados. Aquella luz verde menta los ayudó a guiarse mejor por la laguna, ahora sabían cómo llegar al brillo naranja evadiendo a las rocas. Los choques ya no serían admitidos para la capitana y su mascota.

Su forma de remar era casi automática. La joven estaba hundida en sus pensamientos, sobre todo en los que incluían al niño pálido. Tenía preguntas en mente y sentimientos contradictorios; se sentía asustada por la escena, pero también inquieta, además tranquila porque no hubo peligro real, pero con la duda de saber qué quería el niño de ellos. Con los minutos pasando y el agua desplazándose, todas sus emociones sobre el niño se dispersaron, no tuvo miedo ni dudas, había quedado en el pasado y nada podía hacer al respecto, ¿o sí?

Le habría encantado pensar lo mismo de lo que le pasó en su mundo, en su realidad. En su pasado. Pero el ayer es caprichoso.

Algo que la reconfortaba pese al dolor de brazos y la fatiga extendida por todo su cuerpo era lo próximos que estaban del brillo que se intensificaba con su avanzar. No era sólo naranja, tenía un toque de amarillo claro y podía jurar que una tonalidad blanca. Dios sus últimas probadas a la pasta que le regaló el hurón y continuó.

Algo que, por el contrario, no la reconfortó fue un último pensamiento imprevisto sobre el infante. ¿Estaba segura que la situación del niño no requería una mano amiga? Tal vez ella no lo ayudó de la forma correcta. ¿La situación fue buena, fue mala? Aquello era una espiral en su cabeza que no la llevaba a ningún lado. Además, para analizar las vertientes de esa espiral había dejado de remar y eso no la ayudaba con su objetivo principal. Regresó a su labor no sin antes preguntarse algo a sí misma: ¿alguna vez ella se mostró así, alertando con su actitud a los demás de algo que no era un problema verdadero? O, por el contrario, no alertó a nadie de su peso solitario.

Jorely impulsó la balsa una última vez con todas sus fuerzas antes de descansar, otra vez, de nuevo, la diferencia fue que el agua los empujó con lentitud. El bote se meció con el agua cristalina y el hurón se colocó a un lado de la joven intercambiando un poco de calor para cada uno, o eso pensaba la chica, la verdad era que él pensaba en comer, así que hizo sonar el plástico de la bolsa con su pata para llamar la atención de Jorely. Y funcionó. Al poco tiempo ambos avanzaron rumbo al brillo naranja y el hurón lo celebró con su bocadillo entre patas.

—¿Q-qué piensas del niño de antes? —preguntó buscando la opinión del hurón.

Para su sorpresa, él no respondió, ni siquiera la miró, de hecho hasta había dejado de comer. El animal tenía sus ojos atentos al brillo naranja y cuando Jorely entrecerró los ojos para definir mejor el brillo, algo en su interior dejó a un lado el cansancio y volvió a remar. No le importó el dolor en sus brazos, apretó los remos y empujó el agua. Entre más remaba, más clara era la cabaña en llamas en medio de un pequeño islote.

Cuando la noche termineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora