20. La vida es la más larga película en la que se puede actuar

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El arte tiene múltiples formas, todas tan vastas y bellas que es imposible decir cuál es más importante. Está la pintura, por ejemplo, que simula con colores artificiales los colores vivos de la naturaleza para plasmar una parte del artista en una pieza de lienzo blanco. O la música, donde cada instrumento juega un papel fundamental en la creación de una canción magistral que transporta a quien la escucha a un punto de su memoria o de su destino. Aquellos acordes como los colores, se conjugan para reflejar algo, un mensaje propio del artista que congela las emociones en un instante de tiempo en el que las lágrimas caen o las risas suenan, donde la ira brama o la calma solloza.

Las personas, como el arte, se transforman, avanzan, mutan, convirtiéndose en algo más que ruido en la cabeza o una imagen de la imaginación. Y entonces los instrumentos y el lienzo cobran vida y el arte hace una reverencia esperando los aplausos del público tras su frase final. Et voilà, estoy aquí.

Pero entre los nuevos bebés del arte hay uno en particular que explora un conjunto de emociones condensadas en tiempo.

Pintura, Escultura, son arte perpetuo, inmutable, orgullosos de sí mismos que se magnifican en la creación de sus artistas. El Jilguero, una de las pinturas por excelencia de Fabritius, ha sobrevivido al paso del tiempo; quien la miró por primera vez como quien la mirará por última vez verán el mismo cuadro, la misma ave, la misma prisión; lo mismo con El Ángel Caído de Bellver, una figura estática que perdura en yeso, siempre exponiendo su rencor ante una decisión divina. Arte que, aún con vida, permanece inerte.

Los nuevos artes crecieron con la intención de volverse una esencia del tiempo, cambiando en cada momento que se les fuese permitido, así fue como Teatro miró el guion y supo que debía ser algo más que una presentación en un tiempo y lugar determinado. Los siglos pasaron y Teatro engendró, gracias a la magia moderna, al bebé Cine. Cine creció fuerte en un mundo que rogaba diversión, que rogaba escapar de la crueldad y la frialdad de los tiempos en los que nació.

Todas las formas de arte son hermosas, pero Cine es el único capaz de sembrar magia en la duración de sus regalos. Para todos, mirar una película en una sala especial es sólo eso, un escape para mirar algo, divertirse un momento, pero llega un momento imposible de describir en el que una persona, durante unos segundos, desvía su mirada de la pantalla y sus ojos se posan sobre la gente que tiene delante. En ese lugar hay personas que comparten un mismo sentimiento, son parte de algo más grande que ellos mismos.

Es magia.

La pregunta que inició la odisea de Jorely, aquella atrapada en el segundo párrafo de su primer capítulo, todavía no era respondida, pero probablemente Jorely era una película de incontables emociones, una película perdida a blanco y negro en épocas de cine clásico que se esforzaba por tomar color y buscar una voz propia para contar su historia.

Las calles góticas del reino transportaban a las jóvenes y sus mascotas a una época diferente donde el otoño se lucía con sus mejores galas. El sentido de la moda de la vieja estación era superior al que tenía la Dama de Oro, y si nadie lo creía, sólo debían recordar los ropajes incongruentes usados en la Casa de Muñecas. El otoño rio entre burlas y alegría de la única forma que sabía, haciendo volar hojas secas por las calles sepia de Queendom.

—¿Por qué no compramos la ropa? —preguntó confusa Jorely. Creía que para las dependientas debía ser muy descortés probarse ropa si al final no comprarían ni un pañuelo.

—Por dos razones fundamentales —respondió Nigri muy segura de sí—. 1) Muchos de los conjuntos eran graciosos –ridículos, como dirías tú–, mas no funcionales. Y 2) la ropa no era lo importante.

Cuando la noche termineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora