Olvia Place

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Robin ya no pudo hablar. Luchaba por respirar mientras se entregaba sin resistencia. La risa suave de Zoro tenía la nota ronca de la satisfacción masculina. Lentamente retiró su mano de entre las piernas de Robin, la acomodó con cuidado y comenzó a abrirse los pantalones.

Robin casi no se daba cuenta de lo que él iba a hacer. Estaba demasiada concentrada en la deliciosa sensación de libertad que poco a poco se mitigaba en la distancia.

__ Fue verdaderamente asombroso, Espadachín.

__ Si. Muy asombroso. Y será aún más interesante estar dentro de usted cuando suceda la próxima vez.

__ ¿D-Dentro de mí?- Robin trató de concentrarse en lo que él decía.

__ No te preocupes, mujer. He traído un preservativo francés por supuesto. Son los mejores, ¿No lo cree usted así? fue hecho con especificaciones precisas, para que, de alguna manera...

__ ¡Por el amor de Dios, espadachín!. - Zoro se detuvo.

__ Perdóneme. No es este el momento ni el lugar para tener una conversación técnica. A veces, mi interés por los temas mecánicos y científicos me absorbe. Quédese tranquila que yo la cuidaré mucho.

Robin no tenía palabras. No es que no hubiera oído hablar de preservativos, pero ciertamente no era el momento. Recordó que una encantadora Condesa en Italia los describió para ella y Koala mientras tomaban té. Estaban hechos de tripa de oveja se aseguraban con unos pequeños hilos color rojo.

Un sonido casi imperceptible se produjo en la puerta de la galería. Este fue seguido por la risa nerviosa de una mujer. Un hombre la hizo callar y después se oyó la risa característica de un ebrio.

__ ¡Diablos!- Zoro con rapidez volvió a abrocharse el pantalón.

__ ¿Qué sucede?

__ Ya no estamos solos- Zoro le bajó la falda y se la acomodó.

__ ¿Hay alguien aquí? ¿En este lugar?

__ Si, ¿se siente bien?- la miró con algo de preocupación.

__ Si, por supuesto- Robin se sentía extrañamente lánguida, casi como si no le importara la posibilidad de ser descubierta en una situación tan comprometedora.

La realidad y el recuerdo de la razón por la que ella había animado a lord Doflamingo para que le mostrara la galería de esculturas de pronto volvieron a su mente. Dudó y luego echó una mirada hacia el extremo de la habitación que estaba en penumbra.

__ No hay necesidad de esconderse- Zoro habló con tono divertido - No se nota que a usted la hayan tocado- dicho esto pasó un dedo a lo largo del hombro desnudo y sonrió- No parece para nada que usted hace solo unos instantes estuviera imitando a una de estas estatuas.

__ Pero yo vine aquí por una razón- la expresión de Zoro se ensombreció.

__ ¿Si?

__ Si, no puedo perder esta oportunidad. Es posible que no tenga otra. Por aquí, espadachín, aprisa.

Desde la puerta se volvió para oír otra risotada con notas de alcohol. Los recién llegados hicieron una pausa para examinar la primera de las estatuas eróticas.

__ ¿Qué diablos va a hacer usted, mujer?

__ Al final de la galería hay otra puerta. Doflamingo me dijo que daba directo a su biblioteca.

__ ¿Por qué razón, por los cielos, usted...- la conciencia volvió a tomar fuerzas en él- No. Absolutamente me niego. No tengo intenciones de seguir adelante esta noche con sus ridículos planes.

Lady Estelar [EN EDICIÓN][ZoRobin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora