𝔠𝔞𝔭𝔦𝔱𝔲𝔩𝔬 𝔱𝔯𝔢𝔦𝔫𝔱𝔞 𝔶 𝔠𝔦𝔫𝔠𝔬

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Dedicado a Jennie6359 que está de cumpleaños y

me pidió que le dejara un mensajito ♥ sin duda

soy muy afortunada de tenerte como lectora e

incluso como alguien con el que puedo platicar y

sentirme identificada. Gracias por

siempre comentar y estar atenta a la historia. Espero

que hayas tenido un lindo día hoy y siempre.



Luego de algunos días de camino y un par de conejos hervidos, los tres llegaron a una carretera principal donde encontraron numerosos autos y, entre ellos, una casa rodante. Joel se encargó de revisar que pudiera andar mientras que Betty y Ellie llenaron el tanque de gasolina vaciando el de otros autos.

La menor permanecía callada la mayoría del tiempo, y en su mirada podía percibirse aquel vacío interior. El hombre y la chica no podían evitar observarla con preocupación. Sin embargo, ¿había algo que pudieran hacer? No lo sabían, porque ellos mismos habían tenido que pasar por lo mismo.

El clima se había tornado mucho más cálido y la nieve había desaparecido por completo pero, a pesar de ello y sin ponerse de acuerdo con palabras, los tres decidieron dormir en la misma cama.

Joel se encontraba en el medio, rodeando a Betty con su brazo. Esta descansaba su cabeza en el hombro de él y dejaba reposar su brazo sobre el ancho pecho del hombre. En cambio, Ellie había conciliado el sueño dándole la espalda y con sus rodillas flexionadas casi a la altura de su pecho. Dormida, se había girado y apoyado la cabeza en el hombro de Joel.

Él, que estaba a punto de conciliar el sueño, dio un pequeño salto al sentir el tacto de la menor y la miró. A pesar de que los ojos de Ellie permanecían cerrados, su expresión estaba relajada, su boca entreabierta y su respiración era lenta pero constante, Joel no pudo encontrar el brillo que solía irradiar la menor.

Tragó saliva, y sintió cómo sus ojos se humedecían. ¿Sería capaz de volver a ser aquella niña que siempre traía consigo el libro de chistes, le hacía bromas pesadas y lo bombardeaba con preguntas?

Podría sobrellevar la situación cuando estuvieran de vuelta en Jackson y no tuviera que correr peligro. Ellie aún seguía siendo joven, y tendría siempre el apoyo y cariño de él y Betty. No obstante, no solo lo que había ocurrido con David había cambiado a la menor. Había vivido la pérdida de Tess, de Henry y de Sam, y, sobre todo, había transcurrido tiempo.

Y, con el tiempo, todos cambiamos. Es algo inevitable, pero sin duda era algo que Joel estaba dispuesto a evitar a cambio de lo que fuera.

No quería que ese momento acabara. No quería que el tiempo siguiera corriendo porque cada segundo que pasaba, era uno menos que le quedaba junto a ellas.

Perder también es consecuencia del tiempo.

Respiró hondo por la nariz, conteniendo sus lágrimas. Estaba junto a Betty y Ellie en ese instante, ¿por qué tenía que preocuparse por el futuro?

Porque una noche puedes estar dejando a tu novia en casa, y minutos después puede irse todo a la mierda gracias a un virus, pensó.

Era consciente que no dormiría esa noche por lo que, con delicadeza para no despertarlas, cogió el mapa del bolsillo de su camisa de cuadros negra y verde. Extendió el arrugado y gran pedazo de papel, y tomó del estuche colgado a su cinturón su pequeña linterna. La encendió, y estuvo atento a la chica y la menor por si les molestaba. Al darse cuenta de que seguían durmiendo, colocó el objeto en su boca, apuntando la luz hacia el mapa.

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