𝔠𝔞𝔭𝔦𝔱𝔲𝔩𝔬 𝔱𝔯𝔢𝔠𝔢

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Betty recostaba su cabeza en el hombro de Bill mientras este observaba una película animada japonesa que transmitían en la televisión. Ambos estaban en el sofá de la sala de estar. Era sábado por la mañana, y los rayos de sol penetraban en el viejo lugar a través de la delgada tela color crema de la cortina.

La chica escuchó cómo el hombre sorbía por la nariz, y esta levantó la mirada hacia él del libro que estaba leyendo.

—¿Estás llorando?— dijo Betty, conteniendo su risa.

—No lo entiendes— el hombre secó la lágrima que caía por su mejilla con rapidez—. Si vieras la película como te pedí que hicieras, estarías peor que yo.

—Claro. Nunca entiendo ese tipo de películas, y siempre te molestas si te hago muchas preguntas— Betty suspiró y se encogió de hombros, volviendo su vista al libro, sonriendo a boca cerrada. Bill le dio un beso en la cabeza y acarició su brazo. Ella mordió su labio superior, fingiendo que seguía atenta a las páginas frente a sí.

Los momentos en los que mejor estaba con Bill era cuando peor se sentía. La culpa la carcomía.

—¿Estás segura que estarás bien sin mí el fin de semana, cariño?— dijo el hombre, manteniendo sus ojos en la tele—. No quiero que pase algo como lo que ocurrió con la cocina...

—Sí, Bill— reprochó en tono amable—. Puedo cuidarme sola.

—Voy a extrañarte.

—Y yo a ti— habló por inercia, más que por sentimientos—. Pero solo son dos días. Volverás el lunes temprano.

Ambos giraron la cabeza hacia la entrada cuando escucharon el claxon de un auto sonar cerca de la entrada.

—Es Charles— dijo el hombre con sutil desánimo—. Tengo que irme ya.

—Entonces, ve— la chica se incorporó en el sofá y miró a Bill. Le dio un ligero apretón en su brazo—. ¿No estás emocionado? ¿Desde cuándo no vas a una convención?

—Desde hace un año atrás, cuando fui a una y me topé con la chica más hermosa de todas— sonrió ampliamente y besó a Betty con gentileza. Esta respondió el beso—. Y sí lo estoy. Pensé que no iría de nuevo a una en mucho tiempo, pero a Charles le regalaron una entrada extra por su cumpleaños.

El claxon volvió a sonar en el patio.

—Ve, y diviértete— observó al hombre y acarició su mejilla. Podía verse un poco afligido por pasar dos noches sin Betty debido a que, desde que se conocieron, no se habían separado. Sin embargo, también podía percibir la emoción en el sutil brillo de sus ojos color azul intenso—. Te lo mereces— dijo, pensando en todo lo que él había dejado atrás por ella.

Él asintió, y dio un último beso a su novia antes de ponerse de pie y tomar la mochila junto a la entrada. La miró de nuevo, y esta había vuelto la vista al libro.

—Te llamaré. Por favor— suplicó con reproche—, sé que eres distraída, pero está atenta a tu teléfono celular.

Betty sonrió hacia él con fingida simpatía. Por más de que se lo mereciera, odiaba que Bill usara tono condescendiente con ella.

El hombre sonrió a boca cerrada y, antes de decidir mandar a Charles a la mierda y quedarse, salió por la puerta.

La chica, que había vuelto a concentrarse en el libro, posó sus ojos en la puerta principal apenas escuchó que Bill la había cerrado tras de sí. Del bolsillo de su pantalón holgado de algodón gris tomó su celular. Lo miró por un momento mientras mordía su labio inferior. Desde que Bill le había dicho que Charles le había pedido que lo acompañara a una convención fuera de la ciudad, ella solo podía tener en mente una cosa.

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