22-Puñetazos y policía

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Vale, el día no pintaba mucho a mi favor. Luego de que Samuél me dejará en la entrada de la universidad, Jess, César y Sharon me esperaban. Entre con ellos, pero en el instante que puse un pie dentro de la universidad las miradas curiosas y juzgonas empezarón a llegar. No entendía como se habían enterado, pero cuando César y Jess fingierón demensia ante las miradas, supe que no era nada bueno.

–¿No pensaban decirme que todos saben lo que paso? –me acomode el suéter que Sharon me había dejado.

–Si te lo decíamos no querrías venir –dijo Jess con una mueca de disculpa–. Todos pensamos que era mejor no decirte.

–¿Todos quienes?

—Pues nosotros, Samu y los futbolistas... –mi cara lo dijo todo. ¿Por qué siempre me dejaban fuera de todas las desiciones?

–Pues, lo habría enfrentado mejor si me lo hubieraís dicho. –los tres trataron de disculparse y excusarse, pero la situación ya era demasiado para mi–. Da igual. Solo, vamos a clase.

La situación en el aula no mejoro mucho. Todos susurraban cosas que me hacían sentir incomoda y al parecer, nadie parecía importarle que yo los escuchase. Fruncí el seño cuando dos chicas y un chico al lado mío empezarón a murmurar.

–Vamos, se sabe que es una zorra. –dijó una de las chicas con tono despectivo–, no me sorprende lo que le pasó.

–Vamos, Clara, no seas tan odiosa –dijo la otra chica–. No es su culpa.

–¿Qué no lo es? –bufó el chico–. ¿Sabes con cuantos tíos de la uni se ha acostado? Más de siete.

¿Más de siete? Tenían que estar de broma. En mi vida había estado con más de siete personas. A penas y tenía 19 jodidos años y solo me había acostado con dos personas, y una de esas era Pablo. Me enfade bastante, salir y diverdirte y besarme con unos cuantos tíos no significaba que había follado con todos.

–No importa si se ha acostado con 20 o con ninguno, ella no tiene la culpa.

Agradecí que esa chica se pusiera de mi lado, porque justo ahora no sabía ni como sentirme.

–Como sea, es una zorra. ¿Sabes que es amiga de unos futbolistas? –preguntó con malicia–, he escuchado que se ha acostado con todos y que hacen tríos y eso. La verdad no se como ella puede gustarles, es tan simple.

Me levanté de inmediato, muy enfadada. ¿Quién era ella para decir todo eso de mi? Y para colmo era mentira. Me acerque a ellos a una velocidad avismal, Sharon y César me siguierón alarmados. Al quedar frente a ellos la única que parecía estar intimidada era la rubia, quien por su aspecto juraba que era la que me defendía.

—¿Quién te crees? –solté enfadada.

–¿Perdona? –la tía se rió en mi cara con su amigo–. ¿Quien te crees tú para hablarme así?

–Escuchadme bien, intento de Mean Girls, ós vuelvo a escuchar hablar de mi y les juro que no me pensaré dos veces romperles la cara.

Ambos se quedarón muy callados y quietos, incluso Sharon y César, nunca en mi vida me había comportado tan agresivamente, pero este tema del bar me tenía muy sensible. La única que parecía apoyarme era Jess, que me miraba como si estuviera orgullosa de mi.

–Vaya, además de zorra eras una salvaje golpeadora, –se rió abiertamente la tía, lavantandose de su asiento. Su amiga trató de detenerla, pero se solto de su agarre–. ¿Por qué no golpeaste a ese tío cuándo te estaba violando? ¿Él si te asusto? Creo que puedo causarte mucho más miedo del que él...

La golpeé. Le di un puñetazo en toda la cara y fue tan fuerte que la hice retroceder y caer de espaldas. No iba a justificar lo que acababa de hacer, pero se había sentido bien. Su amigo me miraba con los ojos muy abiertos y la otra tía se acerco a auxiliarla mientras Sharon y César se acercaban alarmados.

Tú y Yo Bajo La Lluvia || Pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora