18-Hospital

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Abrí los ojos de golpe encontrandome con unas luces blancas que me aturdierón. Toque mi cabeza con rápidez, dolía mucho. Trate de acomodarme o levantarme, pero el dolor me devolvió a la misma posición y solo me hizo jadear. ¿En dónde me encontraba? Las respuestas llegaron cuando me acostumbre a la fuerte luz de la habitación. Era un hospital.

Toque mi cabeza nuevamente, en el proseso vi una pequeña parte de mis brazos, tenía moretes, cada uno más grande que el anterior. Entre en pánico, recordando todo lo de la noche anterior. Empecé a iperventilar y ajitarme, intentaba gritar pero no podía, mi garganta dolía demasiado, me movía fréneticamente para hacer el mayor ruido posible, quizas alguien podría escucharme. Sentía como sostenían mis brazos y como a lo lejos me decían que dejara de moverme, lo hice y me tranquilice. Eran unas enfermeras las que me miraban, ¿con lastima? Quizas.

-Tranquila, Lara.-Una enfermera de ojos marrones acarició mi cabello-, todo esta bien, cariño.

-No puedes hablar por ahora, estas un poco debil por la lesión de tu cuello.

Toque mi cuello, despacio, una punzada de dolor me atraveso. Empecé a llorar, me sentía fatal, no solo era el dolor físico, también el emocional. Sentía aun sus manos rodeando mi cuello y tocandome, me daba asco.

-Todo esta bien, Lara.

No se si me desesperaba más estar en un hospital, la situación o que la enfermera me repitiera cada dos segundos que todo estaba bien, nada estaba bien.

-Pa... papá...-Logré decir. La enfermera de ojos marrones me sonrió y salió de la habitación, dejandome sola con la enfermera de ojos ambar.

Vi a mi padre entrar a la habitación, desesperado. Parecía no haber dormido en días, tenía ojeras y su rostro se notaba cansado.

-Mi niña...-papá me beso en la frente, acariciendo mi cabello.

Papá no decía nada, solo lloraba y lloraba, lo que me hacía querer llorar también. Las enfermeras seguían a nuestro alrededor, viendo mis vitales y haciendo otras cosas, cada vez que alguna de ellas me tocaba mi piel ardía bajo su tacto y me hacía estremecer.

A lo largo de la noche, el doctor había venido a verme, quizo explicarme mi situación, pero rompí en llanto y se fue diciendo que lo hablaríamos en otro momento. Agradecí que nadie volvió a entrar en la habitación porqué empezaba a cansarme de las miradas de lastima con la que todos me miraban, era tan deprimente y solo me hacía querer llorar hasta quedar inconsciente.

°°°°🌧

Había pasado la primera noche, papá no se iba de mi lado, aun que ya hace varias horas que se había dormido. Por el reloj de la pared sabía que era de madrugada, pero no podía decir mucho más. No lograba dormirme, cada vez que cerraba los ojos recordaba lo que paso en el baño de la fiesta, me daba terror revivir esa escena y prefería quedarme despierta.

La mañana llego y no pude dormir. Las enfermeras entrarón, despertando a papá que me regaló una sonrisa debil saliendo de la habitación. La enfermera de ojos marrones se acerco a mi intentando tocarme el brazo, me aparte alterada a lo que ella se aparto también levantando las manos.

-Tranquila, solo tengo que revisar la intravenosa, no te haré daño.

Lo decía con tanta calma y amabilidad que termine dejando que me tocara, aunque manteniendome muy alerta.

-El doctor vendran pronto para hablarte de tu... situación.-La mire de reojo-. Pero si no quieres, puedo decirle que mejor en otro momento.

Asentí a lo último, no quería la presencia de ningún hombre en la habitación, solo si era papá, claro.

Tú y Yo Bajo La Lluvia || Pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora