❄XII

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Aquella noche, la misma en la que Felix se rompió en mis brazos, no pude conciliar el sueño. Al cerrar los ojos no podía pensar en otra cosa que no fueran aquellos ojos, llenos miedo y dolor.

Estuve un buen rato mirando al techo mientras escuchaba en silencio el lento respirar del rubio, había llorado durante bastantes minutos, así que deduje que debía de estar agotado. En cambió, yo me sentía vacio, pero incapaz de apagar mi mente y mis pensamientos.

Creo que fue aquella noche la primera que quise dejar de escapar de aquel lugar, no por mí, sino por él. Me destruía por dentro imaginar a Felix solo, sin nadie que escuchará su voz, sin nadie que viera aquella chispa en sus ojos, deseosa de acabar con todo he igualmente contenida en su interior.

Durante varios minutos probé a dormir hacía un lado o boca abajo, cosa que normalmente no hacía ya que me era incómodo. Llegué al punto de comenzar a contar caballos saltando una valla, era común en Azdhara que los niños contaran caballos para dormir, cosa que a mi nunca me funcionó, ni siendo un niño.

Después de una hora sin poder parar de pensar, decidí levantarme de la cama y ponerme unas zapatillas sencillas para caminar por la academia. Así que todavía en pijama y sin peinar, me levanté con el máximo sigilo de la cama y me puse un pequeño abrigo alrededor del cuerpo, debido a la temperatura que haría fuera de la habitación.

Felix dormía plácidamente sobre su cama, su pelo seguía igual de desordenado que hace una hora, su pijama estaba un poco descolocado debido a las vueltas que estuvo dando y sus manos apretaban en un puño las sabanas debajo suya.

Algo dentro de mi corazón se movió, como una pequeña pieza de puzzle desencajada. Tuve ganas de acercame, tumbarme a su lado, sostenerlo entre mis brazos y susurrarle que todo iba a estar bien, pero no lo hice ni pensaba hacerlo, Felix merecía descansar y yo no pensaba arrebatarle la tranquilidad que tantas noches había querido.
Sostuve el pomo de la puerta, observándolo de lejos y salí en silencio de la habitación, cerrando la puerta.

Los pasillos de la academia daban demasiado miedo a aquellas horas. Hacía días los había recorrido a altas horas de la noche tras el baile, pero nunca en plena magrugada, cuando no se escucha nada más que el sonido de los buhos en el exterior.

Mis pies me llevaron a las escaleras y comencé a bajar pisos, pasé por la sala de vestuario y me di cuenta de que tenía un pequeño cartel con un horario de atención a los estudiantes. Recorrí aquella planta, pasando lo que creo que era la enfermería, aunque nunca había estado allí.

A medida que avanzaba por aquellos largos corredores me di cuenta de que la academia era mucho más grande de lo que yo dimensionaba. No sé porqué pero tuve la sensación de haber vívido recluido en una pequeña porción de todo aquel lugar. Supuse que debida de ser por mi curso, ya que los chicos como yo eramos recien llegados, así que nuestra area era dedicada solo a nuestras clases.

Al final de un pasillo, donde supuse que habría más escaleras, me encontré con una vieja puerta de madera que no encajaba en aquel pasillo, pintado de colores suaves, perfecto a la vista, en cambio aquella puerta se veía vieja, como si nunca hubiese recibido una capa de pintura.

Mi curiosidad me llevó a sujetar el pomo y abrirla lentamente, no sabía lo que había detras, pero estaba abierta, así que no podía haber nada peligroso en su interior. Tras abrirse me percaté de lo escondía, ese no era otro lugar que la inmensa y gigantesca biblioteca de la academia.

Durante los primeros segundos en los que me adentré, pensé en el porqué aquel lugar estaba en esas condiciones, no tenía sentido. La biblioteca debía de ser un lugar donde los estudiantes pudiésemos ir a buscar libros para estudiar, en vez de eso, parecía abandonada.

The Crystal Prince°• {Hyunlix}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora