❄XVI

231 30 16
                                    

Llevo tantos días sin pisar el exterior que no recuerdo como era la sensación de la brisa sobre mi piel.

Cuándo era pequeño y me hablaban de la Academia Real de Azdhara, siempre pensaba en ella como un simple colegio o lugar de estudio, porqué nunca nadie me explicaba nada. Mi madre se inventaba historias y mi padre ni siquiera quería contarmelas, siendo solo un niño no tenía a alguien confiable a quién preguntar.

Escuché a mi madre hablar bien de ella, solía decir que era un lugar bonito y tranquilo, con gente con buenos modales. En cambió mi padre siempre cambiaba de tema, talvez porqué él si curso varios años en la academia. Siempre que le hacía la pregunta me miraba y suspiraba, nunca me contestaba, seguía leyendo el mismo periódico que leía cada mañana en el desayuno como si mi pregunta no hubiese existido.

Vivir recluido es complicado cuándo uno se ha acostumbrado a la libertad de su ciudad. Me siento encerrado, no tengo a quien culpar de ello, porque yo mismo decidí esto el primer día.

Por las mañanas, cuándo el sol todavía se esconde entre el bosque al otro lado de la ventana, suelo detenerme a mirar el paisaje. Me siento estupido por no saber donde me encuentro, no reconozco el bosque, ni las montañas del horizonte, he incluso soy incapaz de saber si todavía me encuentro en Azdhara. Es extraño para alguien como yo, crecí leyendo manuscritos del reino, leyendo cada uno de los mapas que mi padre guardaba en su despacho, aprendí a leer para poder entender los antiguos manuscritos que tenía mi familia y ahora no puedo reconocer una región de mi propio reino.

- Ahora me dirás que ese príncipe te ha vuelto un romántico de esos que miran al horizonte y escriben poesias- murmuró una voz detrás de mí

Era demasiado pronto, ni siquiera parecían ser las ocho de la mañana, así que no esperaba ver a Felix despierto a esa hora.

Me giré hacía él en cuánto lo escuché, todavía estaba tumbado en su cama, envuelto bajo las gruesas sábanas, seguramente acababa de despertar

- ¿Tú sabes donde se encuentra la academia?- talvez mi voz sonó demasiado seria al preguntarle

Él se quedó mirándome, no se esperaba mi pregunta. Se sentó contra el cabecero de la cama y suspiró, cerrando los ojos, parecía cansado.

- No sé donde estamos

- ¿Como puedes no saberlo?

Felix no me miraba, estaba nervioso, sus uñas se clavaban en la palma de sus manos, era obvio que no le gustaba el tema

- La academia esta rodeada de mágia- puntualizó en voz baja- La mágia de mi madre es de las mas fuertes de toda Azdhara, así que si hay un hechizo cubriendo todo el edificio es imposible romperlo. Seguramente la única que te puede dar una respuesta es ella

- Te puedo asegurar que no tengo muchas ganas de hablar con otro ser mágico, después de lo de ayer

Felix rió sin mirarme, parecía más calmado, sus manos ahora se posaban sobre su regazo.

Mientras ambos nos preparabamos para él día, yo decidí entrar al baño primero y así darle privacidad a él mientras yo me bañaba. Al cerrar la puerta comencé a desvestirme frente al pequeño espejo que adornaba el lavamanos, mis manos temblaban un poco mientras quitaba botón a botón la parte superior mi pijama. Mis ojos viajaron hacía mi reflejo, hacía alguien que no era yo. Sabía que había canviado desde mi entrada a la academia, pero nunca me puse a pensar cuanto. Mi piel estaba mucho más blanca, seguramente porqué el sol ya ni siquiera se acordaba de mi. Parece que fue en otra vida cuándo vivía observando mi ciudad desde lo alto de un edificio con el sol a mi espalda. Mi pelo estaba horrible (desde mi punto de vista) demasiado largo y enredado. Las ojeras surcaban mi rostro, dejándome unas bolsas bajo los ojos.

The Crystal Prince°• {Hyunlix}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora