ᴍᴀʀɪᴘᴏꜱᴀꜱ

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Me gusta mi amigo. Es efímero, perdido entre las letras y la vocales de sus palabras. Desearía no estar concentrada en su esencia, porque me hace sentir perdida con el resto del mundo, desconectada y mortal. Hace que mi estómago sienta un cosquilleo, algunos dicen que mariposas y no niego ello, pero parecen pedir ayuda para escapar más que para quedarse. Él está comprometido. Se va a casar, y yo soy la otra mujer. La que mira, la que siente callada. No tengo idea que sienta él, de seguro amor hacía su esposa. Pero a mí me duele, no obstante, mantendré ese dolor oculto.

— Quieren que seamos sus damas de honor, mañana a primera hora será la prueba de vestuario — Zoe lee atentamente la carta envuelta en un hermoso bordado, con una firma legible y muy reconocible. Levi Ackerman.

Vuelvo a tocar tierra, aunque no del todo. Me mantengo en puntitas. Voy a ser la mujer de atrás, la que mira desde la espalda de la novia. Voy a ser una mujer ajena, cuando acepte solo voy a ser. Y él, se desvivirá por alguien. Seremos amigos, como siempre lo fuimos.

— Esta bien.

Ella se para y se marcha. Tampoco la noto entusiasmada, es decir, su emoción es neutral. Normalmente esperaría que explote, que desborde una evocación desmesurada. Pero esta vez parece no reaccionar a la situación. La carta escrita a manos toca mis dedos. La siento, la hoja es áspera y tiene ciertas zonas elevadas debido al material ambiguo de ella. El lazo se cae, ya no se junta. La carta e una invitación especial. Me quieren ahí. Y yo quiero estar.

🍥

La costurera termina de ajustar el último detalle. El vestido es delicado, soñador y electrizante. Es color vino, con la espalda desnuda y un escote sutil. Sus mangas caían con elegancia y su cola arrastraba con suavidad. Sin duda se trataba de una boda bastante organizada y planeada con bastante anticipación. Me miro al espejo y recorro mi cuerpo. Me gusta. Sin duda fue una buena elección de vestimenta. 

— Céline.

Volteo ligeramente hacía la puerta, temiendo poder arruinar el trabajo de la profesional. Es ella, se ve hermosa y ello sin aún vestir ningún vestido de novia. Que pecado la envidia, pero no he pecado, según aquellos que piensas así. Yo no la envidio a pesar de lo maravillosa que sea. Yo solo vivo decepcionada de mí. Por callar cuando debí haberle dicho que sí, que yo también le quería. No obstante, nunca le contesté y él siguió su vida. Bien que hizo, porque no pensaba ser obstáculo en su vida. Le amo, siempre lo hice. Pero temía tanto, de su vida y de la mía. Temía de una futura vida juntos. 

— Sabía que el vino era perfecto para ustedes — Sonríe y se adentra a la habitación.

Ella con dulzura da un par de vueltas a mi alrededor, frena detrás de mí y sonríe. Sus manos se posan en mi cintura y van subiendo por todo mi torso. Más como un gesto para relajarme. Luego se posa en mi cuello desnudo de collares y deja caer una cadenita. Era brevemente brillosa, delgada y carecía de peso. 

— Es un pequeño regalo por tu grata compañía. Gracias por estar en este momento, tú amistad siempre significó mucho para ambos — Se coloca a un costado de mí y yo miro mi cuello a partir del espejo.

— Es hermosa. Gracias Petra. 

Ambas nos miramos, ella sonríe primero y a mí me cuesta levantar las comisuras. Pero no era su culpa, mis labios pesan siempre. Sonreímos. 

— Ya debo irme. Tengo que asegurar que el resto se encuentren bien con sus vestidos.

— Claro. Suerte. 

Deposita un beso en mi mejilla para despedirse. Su exclamada caminata hacía la salida culmina rápido, choca con su prometido y cuando se percatan de ello se miran. Esas miradas que son obvias. Cuando veo su cercanía volteo y finjo seguir viendo mi vestido, tampoco pretendo interrumpirlos. Aún así, los veo desde el espejo. Se están besando. Desvío la mirada y suspiro, al momento escucho la puerta cerrarse y me relajo. Paso las manos por mi cara y suelto mi cabello para comenzar a peinarlo. Entra una hermosa luz de la ventana, me atraviesa en forma de línea. Me parte a la mitad. 

— No te queda mal.

Pego un salto y me doy vuelta rápidamente. Esta apoyado en la puerta cerrada y me mira fijamente. 

— Mierda. Al menos si te quedas podrías avisar.

"Tsk". Se escucha gracias al eco de la sala. Me muevo por la habitación buscando mi ropa y él se somete a sentarse. No pretendía encontrarlo antes de la boda, pero suponía que sería inevitable. Tomo la valentía de hablar.

— ¿Nervioso? 

— No lo creo. Si tuviera que estar nervioso solo sería por saber si Petra verdaderamente esta feliz con esta boda — Toma una muestra de tela entre sus manos y la acaricia, testeando. 

— ¿Luna de miel? — Descanso un tanto cerca suyo.

— Me pidió que eligiera un lugar sorpresa.

Me río. Al comienzo me mira ofendido, luego desafila la mirada y me da la razón.

— No sabes a dónde llevarla.

— No.

Suspira frustrado.

— No quiero pedir ayuda, me haría sentir estúpido. Quiero creer conocerla, sé que lo hago. Pero si cometo un error al elegir el sitio, que la culpa recaiga en mí y en mi mal conocimiento. 

— Me parece maravillosa idea. 

🍥

Ella. El lívido vestido le hace justicia. Entra junto a su padre en un paso lento y emotivo. Junto a Zoe y la Ackerman menor estamos alistadas en una fila. Entre ellas soy la primera. Y en aquel hueco donde debe ir la novia estoy yo. Él. Se encuentra frente a mí, su mirada está en su esposa. En su compañera. En su ahora todo. Pasan los minutos. Aceptan, se besan y en el unísono un aplauso pausan mínimamente el tiempo. Me pausan, me frena el corazón. Comienzo a llorar, verdaderamente ya no identifico porqué. Petra me ve y me abraza. Me pregunto cuanto dolor sentirá si algún día supiera que amo a su esposo, que le quiero tanto. Ella se retira para terminar de saludar a sus invitados y lo que más me duele se acerca.

— No creí que llorarías — No le contestó.

Tengo capacidad para hacerlo pero el corazón me pide que si lo hago, debo elegir las palabras indicadas. Me mira, espera mi respuesta así como la aquella vez. 

— Es que — Trago saliva — me alegra verte feliz. Te lo mereces Ackerman.

Sonríe. Le sonrío. Me alegra verle feliz. Aunque duele, duele mucho. Antes de darlo por terminado siento como me abraza.

— París. Le encantará.

— Lo tendré en cuenta mocosa. 

Cierro los ojos.


𝐄𝐒𝐂𝐄𝐍𝐀𝐑𝐈𝐎𝐒 | ʟᴇᴠɪ ᴀᴄᴋᴇʀᴍᴀɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora