ᴇʟ ʟᴀɢᴏ

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Levi

Conocí a una mujer. A un ente perdido mientas se ahogaba. Emanaba un destino cicatrizado, cegado y turbulento. Había un lago en el que ella se desahogaba cada fin de semana, le fascina que el agua la atrape desnuda entre sus olas suaves, ergo, sensual nada boca arriba mirando el cielo cristalizado. Una vez me incitó a nadar junto a ella, aunque negué hacerlo ya que quería conmemorar su espacio personal. A partir de ello, suelo ir al lago a verla. A veces suele ser tranquila y otras ocasiones se excede de simpática. Siempre lleva algo diferente para mostrarme, prometió que algún día encontraría la forma de arrebatarme la amargura.

— ¿Qué tal tu día? — Pregunta mientras nada por el lago.

— ¿Qué haces un viernes en el lago?

Se detiene de golpe y me mira molesta.

— Cada vez más carismático Ackerman — Suspira y viene lentamente hacía mí.

— Siempre nos vemos los fines de semana. Si vienes antes es porque algo habrá ocurrido.

— No concluyes mal. 

Una vez contra la orilla, es decir, junto a mí. Sube su torso y sin apartarse del agua se inclina. Nunca me había parecido interesante una mujer. No sabía si era cosa de la adolescencia, o simplemente ella que me resultaba grata de conocer. Es despojada de la vergüenza — lo deduje porque siempre está desnuda y no parece importarle— , es curiosa y no duerme hasta matar la duda. Es ella. 

— Pero quiero saber de ti ahora, estoy cansada de hablar de mí. 

— Que extraño.

— ¿Verdad? — Se ríe ante mi mal sarcasmo. Me tira unas gotas de agua en la cara, y se aleja con rapidez antes de que pueda devolver.

— Fue un día tranquilo. 

— ¿Nada interesante?

— Si. Que es viernes y estás aquí.

Rodea los ojos y se hunde bajo el agua. Segundo después aparece a mi lado.

— No sabía que teníamos horarios.

— Tú los tienes, yo solo te sigo.

— ¿Por qué me sigues? 

Al momento de que no contesto se ríe. Creo que para ambos es obvio que estoy aquí porque ella me interesa. No en el mal sentido, si no que siento cierta necesidad en estar a su lado y escucharla. Verla, sentirla reír y mejor aún, que yo sea la causa de ello. 

— ¿Por qué estás aquí? 

No contesta. Está extraña, no suele evitar las preguntas. Me toma la mano, ella está fría pero no tiembla. Me empuja para que entre, nunca le acepto pero esta vez parece que lo necesita. Que necesita saber que alguien más que el agua está con ella.

— Primera y última vez mocosa.

— Si, si. Solo ven. 

Me sonríe y se pega a mí cuerpo. Cualquiera diría que somos un par de extraños. Lo somos realmente. Lo soy. 

— No te vi en tu casa, así que supuse que habrías de venir aquí — Comento mientras nada a mi alrededor. El agua apenas me llega hasta un poco más abajo del pecho.

— Nunca estoy en casa.

Se apoya en mi espalda y deja caer su cuerpo sobre ella. 

— Levi — Mi nombre suena junto a mi oreja. Se escucha triste, desgastado.

— Céline.

Volteo mi rostro para verla y tiene sus ojos cristalizados.

— Ya no vuelvas. Lo sabes hace tiempo — Hace una pausa y suplica — no vuelvas conmigo. 

Antes de poder responderle una voz canosa se presenta entre los árboles alrededor del lago, ella tapa su cuerpo en mi espalda y ambos miramos al mayor de edad.

— ¿Qué haces ahí muchacho? — Me señala intensamente, preocupado por la corriente que el lago puede provocar.

— Ya nos vamos, no se preocupe.

— ¿Tú y quien más? 

Frunzo mi ceño y volteo a ver a Céline, ella se ríe divertida mientras yo permanezco aturdido.

— Ella y yo.

— Pero solo estás tú. 

Una vez más luego de ver al hombre, volteo a verla. No está. Busco por el agua, hasta me sumerjo en ella buscando su presencia. Pero no la hay. ¿La hubo?. Céline no existe. 


𝐄𝐒𝐂𝐄𝐍𝐀𝐑𝐈𝐎𝐒 | ʟᴇᴠɪ ᴀᴄᴋᴇʀᴍᴀɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora