De lunes a viernes abro mis ojos desde primera hora. Me tomo un tiempo limitado para producirme, para cumplir con ciertas normas estéticas. Todo para impresionar a un hombre, absurdo. Pero es más absurdo cuando ese hombre es mi profesor. Él no es demasiado encantador, aunque ciertamente desprende serlo. Es consonante. Algunos días podría hablar tanto que me pierdo en su boca, y en otros es tan callado que me limito a solo verlo. Es carismático sutilmente, dialoga buenos chistes y solo lo hace cuando vienen al caso. Tiene buena expresión física, sus manos tienen dirección paralela pero precisa y siempre que volteo a verlo, su mirada ya buscaba la mía. Por un lado, me parece una ilusión que yo misma me fragmento con cada de sus acciones; debe ser un sueño adolescente. No obstante, algo en él lo delata. O es que como nos buscamos es algo normal. No lo sé.
— Céline — Su voz hace que de golpe deje de dibujar en mi cuaderno — Presta atención.
Toda la clase se voltea a verme. No es que sea regañada muy seguido, menos por él. Solo que hoy ando despistada. Algunos se ríen en voz baja y suspiro agotada.
— ¿Puedo salir a tomar aire?
Me mira. Me analiza mientras el resto permanece en silencio pero en el mundo de cada uno. Inhala cansado, sus ojeras lo delatan.
— Ve. No tardes.
Tomo mi teléfono y salgo del salón. No me sentía afectada, me sentía perdida y ello me evitaba poder prestar mi mayor atención a su clase. Al parecer, solo se la prestaba a su persona y no a lo que puede enseñarme. Pasan unos minutos, debería volver pero me tomo mi tiempo. Voy al baño, lavo mi rostro para tratar de mantenerme completamente despierta. Los pasillos están en silencio. Saliendo del baño me detengo en la puerta. Veo su sombra reposada y esperando. Asomos mi mirada por el marco de la puerta, me mira enojado.
— Tardaste.
— Lo siento — Paso a su lado y espero a que él me siga para volver al aula — necesitaba despejarme.
— Como profesor me gustaría estar al tanto de que cosas son causas de distracción en mis estudiantes, y si me permites, ayudarte con ellas. En casos que sean graves por supuesto.
¿Cómo podría él ayudarme a no tenerle un cariño romántico?
Permanezco en silencio, apenas volteo a verlo. Me observa sin quitarme la mirada, este hombre no sabe darme un descanso.
— No he entendido bien el último tema, creo que ello me mantiene un tanto ansiosa y cansada.
— Si me vas a mentir pon más esfuerzo — Hago escuchar mi suspiro más de lo normal — No creo que seas capaz de no entender un tema de mi asignatura. Puedo probarlo con todas tus excelentes notas y informes entregados en la última semana — Se detiene y en forma de respeto, también lo hago para escucharlo — si no me permites entenderte, no quiero hacerlo. Pero si hipotéticamente, lo que te mantenga en este estado me incluye a mí o a mi asignatura. Quiero que pongas mejor rostro, me proyectes mayor respeto al hablar y que te propongas a contar lo que sucede. Si no es por palabras, no me molesta recibir una carta — Me entrega una hoja amarillenta y acartonada.
— Lo siento.
— Deja de pedir perdón. Solo cumple con lo que te pido.
Antes de posiblemente volver a pedir un perdón se retira y se adentra nuevamente al aula.
🍥
La carta estaba completamente decorada con palabras, de los dos lados y sin dejar ninguna esquina con espacio, en resumen, la hoja ambigua no respiraba. Le dedique mis sentimientos confusos, mi profundo rechazo hacía este atrevimiento mío y le vuelvo a pedir perdón por ser tan culpable de la desdicha. Aunque planeaba no entregarle el mensaje y solo inventarle una excusa más, lo consideré. Podría solo vivir un rechazo y seguir mi vida normal. Con el rechazo podría vivir sanamente sabiendo que este sentimiento no tiene nada mutuo y que al no tener posibilidad solo debería haberme quedado en el sueño joven. Solo falta vivir la escena para acabar con esta etapa.
— Espero que no vuelvas a mentir de manera tan sensata. Y si es una mentira, que tenga una pizca de genio de por medio — Se sienta frente a mí y entre mis manos me arrebata el sobre.
Lo cité una semana después tras las horas completadas de todo el horario. El aula está vacía, mientras que por los pasillos queda algún que otro alumno pronto para volver a casa o finalizando alguna tarea importante.
— Vine con la verdad.
Le sonrío levemente antes de que abra el sobre y se queda quieto. Frunce las cejas, aunque no parece enojado parece extrañado. Momentos después procede a leer la carta. Estoy segura que por el movimiento de sus ojos la habrá leído de arriba a abajo como cinco veces. No parece abrumado, tampoco muy feliz.
— Creí que podría haber sido una mejor distracción.
— Esa es la verdad profesor.
— No dije que no te crea — Me observa de reojo y vuelve a la carta, la da vuelta y vuelve a la lectura — dije que pensé que podría ser más interesante tu distracción. Esto es absurdo.
Si. Creo que soy a la que más claro le queda.
— Soy consciente que esto es una ilusión adolescente. Pero no es algo que yo busqué, solo sucedió. No pretendo generar una tensión negativa entre nosotros, después de todo aún tendré clases con ustedes por un par de meses más.
— No creo que se un sueño juvenil, hasta los adultos mantenemos amores platónicos. Solo que solemos culpar a los jóvenes para camuflar nuestra inmadurez — Luego de una larga mirada, dobla la carta y la guarda en su respectivo sobre.
— ¿Has sido inmaduro?
Se ríe sarcásticamente, creo que ambos no queríamos llegar al punto de hablar de su vida. Hasta cierto punto me siento estúpida al meterme en su privacidad. Aunque ahora una vez ya preguntado, todo recae en él si dejarme entenderlo o no. Y si no me permite entenderlo, no quiero hacerlo.
— Si.
Espero, no quiero incitarlo a verse aturdido por mi pedido. Que si quiere contarlo, que sea de mí parte.
— Me gusta una mujer — Suspira y juega con su bolígrafo — no he sido muy sincero con ella, soy consciente que tengo una actitud repulsiva; sinceramente aún no sé como le agrado. Soy frío y con ella suelo hablar un tanto estricto, aunque solo lo hago para exigirle y que aprenda de una manera disciplinada.
— ¿Qué hay de inmaduro en ello?
— Que ella es mi alumna — Me observa. Como siempre lo a hecho — la quiero desde el día que me ofreció fresas porque me aseguró que las fresas son el mejor remedio a la amargura. Al final, ella lo era para mí.
Sonrío y el deja su bolígrafo.
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𝐄𝐒𝐂𝐄𝐍𝐀𝐑𝐈𝐎𝐒 | ʟᴇᴠɪ ᴀᴄᴋᴇʀᴍᴀɴ
FanfictionSolo permítete disfrutar de gratos escenarios con este maravilloso ser humano 🍵 𝐍𝐢𝐧𝐠𝐮𝐧𝐚 𝐢𝐦𝐚𝐠𝐞𝐧 𝐦𝐞 𝐩𝐞𝐫𝐭𝐞𝐧𝐞𝐜𝐞 𝐚𝐥 𝐢𝐠𝐮𝐚𝐥 𝐪𝐮𝐞 𝐥𝐨𝐬 𝐩𝐞𝐫𝐬𝐨𝐧𝐚𝐣𝐞𝐬 𝐮𝐭𝐢𝐥𝐢𝐳𝐚𝐝𝐨𝐬. 𝐒𝐮𝐬 𝐫𝐞𝐬𝐩𝐞𝐜𝐭𝐢𝐯𝐨𝐬 𝐜𝐫é𝐝𝐢𝐭𝐨...