ᴇᴛᴇʀɴᴏꜱ

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Hay algo que me mantiene viva en él. Tanto que me duele, me atormenta saber que no seremos eternos. No viviré para siempre, ninguno lo hará. Y mis labios con los suyos es algo breve, un segundo mínimo en la historia. Nuestros amigos bailan. Cantan alto, pero tan alto. Se ven jóvenes, y lo son. Y cuando volteo a vernos, veo tanto tiempo atrapado en nuestra piel. No somos eternos, y para colmo tampoco nos queda mucho. La castaña con lentes está sonriendo, ríe porque no teme crecer, no teme despojarse. Y yo, yo lo único que temo es perderlo a él cuando mi cuerpo necesite descansar.  El azabache se encuentra a mi lado, en medio de la música y balbuceo él permanece sereno. Obviamente fuera de su entorno pacífico, en cambio, es cierto que añora estar rodeados de los chicos. Ante la herida de su ojo, el restante a perdido un poco la vista ya que se esfuerza demasiado; por ello, ahora usa lentes. Incluso en ciertos momentos yo también debo usarlos. Nuestros hijos ya no están en casa, si no en la suya. Nuestro compromiso no fue ayer, si no hace más de siete años. Sin embargo sigo atrapada en esos momentos. Sigo aferrada a él con tal de que no se vaya nunca. 

De pronto siento su mano en mi rostro, me está secando las lágrimas. 

— ¿Qué pasó mocosa?

Me arrebato. Lloro por todos estos años que fui feliz. Por toda la eternidad que voy a amarlo. 

— Es que te ves muy guapo de lentes — Me río angustiada, plena en llanto.

Me jala la mejilla para molestarme. Me abraza y me escondo para que nadie me vea.

— No quiero que esto se termine. 

— Nadie. Yo tampoco — Responde serio.

— ¿Qué haremos cuando ya no estemos aquí?

— Descansar. 

— Pero no contigo.

— No lo sé.

Traga saliva. Me obliga a verlo, alza mi mentón con su mano y me sonríe muy discreto.

— Te prometo que seremos eternos. Más allá de nuestra carne y hueso. Más abajo de donde nos van a enterrar y más arriba que el supuesto cielo. Vamos a ser libres, y yo te voy a amar aún así.

— No lo olvides.

— Para nada.

Nos abrazamos con fuerza. Nos queremos con fuerza. Seremos conscientemente felices los que aún nos queda. Su pañuelo limpia mi rostro con cuidado.

— ¿Mejor? — Me mira tranquilo, grato.

Asiento. Hange de golpe nos abraza a ambos por detrás y reímos. Reímos tanto. Incluso él. Te amo Levi Ackerman. 

𝐄𝐒𝐂𝐄𝐍𝐀𝐑𝐈𝐎𝐒 | ʟᴇᴠɪ ᴀᴄᴋᴇʀᴍᴀɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora