ᴅᴏꜱ ᴘᴀʟᴀʙʀᴀꜱ ᴄɪɴᴄᴏ ʟᴇᴛʀᴀꜱ ɪɪ

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Levi Ackerman; estudiante universitario. 

— Un año después.


He extendido el contrato. Durante el año nuevo de curso universitario solo me dediqué a trabajar por la mañana, para mi tranquilidad ella me ayudaba a estudiar. Como no asistía a ningún instituto le encantaba informarse con lo que el mío me pedía ejecutar. Por lo tanto, mi estudios con mi vida laboral no han sido rivales en ningún momento. Además, la condición de nuestro casalicio mejoró en la mayoría de sus ámbitos, aún carecemos de suntuosidad, pero en temas de necesidades básicas estamos saciados por completo. Y creo haberme percatado que mi pariente más cercano está haciendo su esfuerzo por renunciar a la sujeción del alcohol. Todo a mejorado en su justa medida. Desembocando así un estado de humor positivo en mí, de todos modos persiste sin dudas mi criterio escéptico, pero hay una pequeña chispa que se me escapa de las manos.

Sus dígitos delgados y lívidos se envuelven en el contorno de mis hombros, siento como amolda mi cabeza entre sus pecho y apoya su mentón en mi coronilla, es indudable que está curioseando mi presente lectura extraída propiamente de su estantería. Al comienzo mi hábito le irritaba bastante, demasiado al punto de qué pasó un día entero sin siquiera mirarme. Al cabo de unos meses, se rindió y accedió a mi mala confianza. Pues uno pensaría que es grato que ahora confíe en mí de sus libros, pero todo lo contrario, no hay día que no me esté obligando a leer un libro suyo. Una noche, leí dos libros enteros solo para que dejara de molestarme. Para su suerte, eran buenas lecturas. No me permití distraerme con su presencia; así que simplemente seguí leyendo aquel libro basado en política y militarismo. Sus manos ingeniando la siguientes palabras no salen de mi cabeza "Es cruel ese libro". Y a continuación, afirmó que de paso también era aburrido.

Esta situación reciente me ha transportado a un recuerdo lejano, específicamente una noche. Era la primera vez que luego de cenar habían ofrecido que me quedara a dormir, dudé tanto que incluso antes de contestar pedí retirarme al baño. Luego tras que ella apareciera buscándome para que me quedara no pude dejar escapar un no como respuesta. Ninguno de los dos había dormido un solo minuto en esa ausencia solar. Al comienzo solo sería estar un par de horas juntos, irónicamente terminamos ambos despiertos hasta las ocho de la mañana. Habíamos leído dos libros juntos, en una sola noche. Como ya me encontraba nuevamente en horario de trabajo decidimos dormir hasta la tarde cuando yo deba regresar al apartamento. Fue un buen día. Aprieta la manga de mi camisa cuando me encuentro mirando la nada.

"¿Practicamos?" — Se refería a sus "clases" para leer labios. Así también facilitando al ajeno que no sucumbía al lenguaje de señas.

Aparto mi lectura al instante y nos acomodamos para quedar enfrentados. Hacíamos ejercicios fáciles, porque después de todo no era una clase profesional y solo tratamos de aprender de manera casera. Si esto funcionaba sería increíble, no obstante, si no, no habría ningún dilema. Era solo un experimento, por decirlo de manera vulgar. Yo comienzo a modular con la boca palabras básicas. Bueno, fue la primera palabra.

"Vuelo" — Con cada palabra también imita los movimientos de mis labios. Creo qué, muy en mi morboso fondo comenzaba a gustarme que no apartara los orbes de mi boca.

Niego lentamente y ella frunce los labios. Repito más lento, más articulado y parece ser que entiende.

"Bueno" — Sonríe cuando asiento.

Así sucesivamente. Era un labor difícil, apenas reconocía palabras básicas y con movimientos lentos. Porque si fuese como una persona habla normalmente, no podía ni acertar la primera letra. Pero eso es más que obvio, con solo el hecho de que esté tratando de hacerlo me hace sentir orgulloso y satisfecho. Una hora de práctica bastaba por la mañana, al menos como un inicio.

𝐄𝐒𝐂𝐄𝐍𝐀𝐑𝐈𝐎𝐒 | ʟᴇᴠɪ ᴀᴄᴋᴇʀᴍᴀɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora