Capitulo 17

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Mientras me recuperaba de ese duro golpe, me internaron en una clínica para psiquiátricos, en donde yo veía absolutamente de toda clase de locos.

Pero mi familia en especial, a mi me  hicieron que me instalarán en la mejor pieza, que me atendieran las mejores enfermeras, y así ... mejor dicho como un verdadero rey.

En las visitas, siempre me llevaban trago a escondidas y yo tomaba de un sorbo a pesar de que estaba medicado, todo eso duró por un tiempo, hasta que un día ese día llegaría mi dulce venganza ......

En ese entonces me encontraba haciendo ejercicio en mi celda cuando llega un médico y me dice.

Señor Juan lo esperan en la sala de espera, coloques su ropa de civil que va de permiso.

Y yo de ¿permiso?, y no es que supuestamente estoy llevado del putas y me voy de permiso, que contiene esto pues.

Así que hice caso, me aliste y apenas salía de mi pieza, me encuentro con mi enfermera favorita llamada tatiana, que pedazo de mujeron, que me hacía olvidar todos mis males en las noches.

Para donde vas, mi guerito ... me pregunta con esa voz dulce y tierna.

Yo le digo, pues mi amor me voy de permiso, voy a salir un ratico.

Con permiso de quien o que? Me mira con esa cara seria.

Yo le digo, con el permiso del de arriba y en ese entonces le doy un beso, le digo que ya regreso.

Me dirigí a la sala de visitas y estaban mis socios esperándome y al saludarme uno de ellos me dice.

Juan, te tenemos una sorpresa que mejor dicho, vas a estar de lo más de contento.

Y yo, y estos cabrones de que sorpresa me están hablando o ¿que?

Así que me sacaron de aquel centro y ese día por 5 minutos pude ver la luz del sol en mi rostro, y decía egg que chimba volver a estar en la civil ome.

En esas me llevaron por las calles de México, y al llegar la sitio me vendaron los ojos, además de eso me llevaban por aquel lugar y solo escuchaba gritos y más gritos.

Hasta que me quitaron la venda y veo un par de hombres amarrados, golpeados y para sorpresa mía a mi hermano de sangre Juan Manuel, los estaba interrogando por las malas, siii... por las malas.

Y me dice el mayor de los castañeda, jefe vea aquí les tenemos a los principales asesinos de su novia y de su hijo, y además de eso .. hizo un silbato y trajeron a otro hombre amarrado y era el último de los hombres del sur de Colombia, lo traían amarrado.

Al ver esto, se me enervo la sangre, pero no tenía un arma para pasarle la ráfaga de balas a cada uno.

Y les pregunte,¿Como los casaron?

Hermanito, fue sencillo ... los agarramos donde estaban escondidos, en una emboscada y pues les dimos su masaje y los trajimos acá.

En ese entonces saque mis pastillas para controlarme, me las tome con una botella de agua que llevaba conmigo.

Y empecé a interrogar a uno por uno, de quien había mandando a matar a mi novia, el que no me decía nada le aplicaba la tortura más cruel y dolorosa.

Le enterraba dos barillas en las piernas y con electricidad se las colocaba.

Hasta que uno de ellos canto absolutamente todo es todo, y hasta el nombre de quien fue la persona principal de aquel atentado, era el jefe de ellos llamado Sir klein, un gringo que manejaba casi el 60% de la marihuana en los estado Unidos.

Y yo con mi respuesta, de si ven que si pueden cantar, así que eliminemoslos a todos de una vez pero de la manera más cruel y dolorosa que pueda existir.

Di la orden a los muchachos que los alinearan a cada uno y acá uno les pasará corriente mientras le pegaba un tiro en la cabeza.

El trabajo de los tiros los hacía yo mientras uno de nuestros colaboradores hacía el trabajo de la electricidad.

Al final ya todos muertos, decidí seguir vengadome a cada uno le saque una ráfaga de fusil y los deje tal cual como dejaron a natalia.

Al final de yo salir ensangretado, les pregunte que si tenían la dirección de Sir klein en estados unidos, ellos me dijeron que tenían una donde se la mantenia mucho, así que hagamos los siguiente .... decapitemolos a cada uno y las cabezas se las mandamos allá y le diremos que el es el siguiente y los cuerpos los hacemos cemento.

Mire a mi hermana con mis manos ensangretadas y le dije.

Encárgate de eso princesa y le di un beso en la cabeza.

En esas me fui a lavar las manos, y mientras ellos se encargaban de eso me llevaron nuevamente a mi cárcel.

Al salir, sentí un fresquito del deber cumplido, y de vengar la muerte de mi querida novia y de mi hijo.

Pero ahí no termina todo, porque con el tiempo yo iba a sufrir un atentado de parte de aquel gringo.

Historia del cartel del surDonde viven las historias. Descúbrelo ahora