La Omega del Emperador Bishop (MARINA).

12

—Luce muy hermosa, su majestad. —halagó Vic con una sonrisa. Carina sonreía tímidamente mientras se miraba en el espejo

—Bella eligió mi vestimenta.

—Pero usted se ve muy hermosa con cualquier cosa, estoy segura que su cachorro será igual de hermoso. —opinó.

—Espero que si. —Vic ayudó a la omega a levantarse de la cómoda silla.

—Lo será, usted y el emperador Bishop son muy hermosas. Con todo respeto.

—Tu también eres muy hermosa, Vic. —la omega se sonrojó levemente antes de sonreír con ternura.

—Su esposa quedará con la boca abierta al verla.

Ambas omegas salieron de la habitación a pasos lentos, Vic caminaba unos pasos atrás de Carina. Los guardias al ver a la emperatriz en la puerta principal del salón la anunciaron, Carina entro al salón con una sonrisa, Maya de inmediato dejo de cuidar que nadie tomará los roles de canela para voltear a ver a su omega, lucia tan hermosa con ese vestido rojo que ella misma había escogido para su esposa. Los invitados hicieron una reverencia para mostrar respeto a la emperatriz.

La omega con aroma a fresas se acercó a Maya.

—Hola, bella. —susurró.

—¿Quieres dar el anuncio ya o más tarde? —Carina iba a responder pero su vista se fijo en los roles de canela de la mesa de postres.

—Oh, roles de canela.

La omega se alejo de la rubia para acercarse a la mesa y empezar a comer aquel pan que tanto le encantaba, Maya soltó una pequeña carcajada. Su esposa la había cambiado por varios roles de canela.

No pasó ni un minuto cuando Vic también se acercó a la mesa para comenzar a comer ese pan que ambas adoraban.

Durante el evento Maya bailo con su esposa y le estuvo dando de comer en la boca, pasaron unos minutos más antes de levantarse de su trono y ayudar a su esposa a ponerse de pie, con una copa de vidrio y un cubierto hizo que todos le prestarán atención, los invitados dejaron de bailar y los músicos pararon de tocar.

—Quiero dar un anuncio muy importante, fueron invitados aquí… especialmente el rey Owen Hunt. —Maya le dedico una sonrisa burlona al mencionado. —Mi omega, la emperatriz esta en cinta.

Los invitados empezaron a festejar por el futuro heredero en el imperio. Uno que otro estaban sorprendidos ya qué seguían pensando que Carina era infertil.

Owen Hunt estaba enojado, ¿Carina estaba embarazada pero Amelia no? Eso era imposible, quería golpear el rostro del emperador Bishop que solo se burlaba de él, dirigió su mirada a la dama de compañía de su ex esposa. Sonrió en grande al verla de cerca de la puerta un tanto alejada.

Dirigió su mirada al emperador y al ver que la rubia estaba muy concentrada viendo a Carina, se acercó a la omega con delicadeza.

—¿Podemos hablar en privado? —cuestionó y Vic sonrió levemente.

—Por supuesto, rey Owen… —Hunt y Vic se fueron al jardín, ambos con una sonrisa en su rostro. —¿Que se le ofrece o en que puedo ayudar? —preguntó sin quitar su sonrisa.

—Me puedes ayudar en mucho, querida…

—Hablé rápido, la emperatriz me estará buscando. —dijo con un tono neutral.

El rey Owen saco un pequeño frasco de su lujoso traje.

—Quiero que la emperatriz tenga un aborto, ese cachorro no va a nacer. —Vic tomó el frasco.

—¿Solo se lo pongo en una bebida? Explícame bien esto.

—Dáselo en un té, es algo dulce… se lo vas a dar durante tres días, al cuarto día ya debe tener un aborto. —explicó en forma breve.

—Esto te va a costar, seré la primera sospechosa. —habló guardando el frasco en la parte del pecho de su vestido.

—Toma, es lo único que traigo en estos momentos. —le dio una bolsa llena de monedas de oro.

—Con esto bastará, adiós Owen.

—Rey Owen, irrespetuosa. —Vic solo rió sin voltear a ver al alfa, miro la pequeña bolsa llena de monedas de oro.

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—Pica un poco el vestido pero es lindo. —empezó a dar pequeñas vueltas en su habitación.

—Cariño, ten cuidado estas en cinta. —pidió Maya tratando de sujetar a su esposa. Carina dejo de dar vueltas y abrazo a su esposa con fuera.

—Te amo mucho.

—Disculpe por interrumpir —Vic entró a la habitación con una sonrisa mientras traía una charola con dos tazas de té. —Aquí esta el té que me pidió majestad. —dijo antes de dejar el té en la pequeña mesa.

—Gracias, Vic. Ya puedes irte a descansar.

—Adiós, Vic. Mañana hay que comer más roles de canela. —ofreció Carina con una sonrisa.

—Descanse, su alteza. —la omega salió de la habitación con una pequeña sonrisa.

Maya al escuchar la puerta cerrada se acercó a su omega y le empezó a dar castos besos por todo el rostro.

—Mi omega es una pequeña glotona. —Carina reía por las pequeñas cosquillas que la alfa le ocasionaba.

—Al cachorro le gustan mucho los roles de canela. —se justificó.

—Cariño, deberías cambiarte… necesito hacer unas cosas antes de dormir. —habló en voz baja y Carina hizo un pequeño puchero.

—¿Vas a regresar a dormir conmigo? No quiero estar sola mucho tiempo. —Maya agarro una de las tazas de té y se la dio a la omega.

—Será un asunto muy rápido así que obviamente voy a regresar a dormir contigo. —la omega se quito el vestido con ayuda de su esposa y lo remplazo por una pijama, momentos después se tomó el té haciendo una mueca.

—Es muy dulce. —dejo la taza de cerámica vacía en la charola. Maya obligó a Carina a acostarse en la cama, mientras la tapaba y daba pequeñas caricias al cabello de su esposa.

—Duerme cariño.

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Maya entro a su oficina soltando un pequeño suspiro.

—Vic… le echaste mucha azúcar al té de Carina.

—Seguro se equivoco de taza, al de ella le puse solo una cucharada. —se levantó de su silla. —Tomé. —Maya tomo el frasco de vidrio y lo observó.

—¿Esto que?

—Owen me lo dio para provocarle un aborto a la emperatriz. —explicó. —Me dio un par de monedas.

—Sin duda tu familia nunca decepciona, tan leales. —dijo observado el frasco con una sonrisa.

—La emperatriz ha sido muy buena conmigo, no la puedo traicionar. —dijo con una pequeña sonrisa. —Es una gran amiga.

—Vic, gracias por esto. —miró atentamente a la morena. —Owen de causalidad… ¿no mencionó nada sobre los problemas de alimentos en su reino?

—Nada, su alteza… pero supongo es que fuerte el asunto ya que solo me dio muy pocas monedas y dijo que era lo único que traía. —Maya sonrió en grande.

—Gracias Vic. —la rubia sonrió.

—No es nada, iré a descansar. —La omega salió de la oficina mientras Maya guardaba el frasco en un cajón de su escritorio.

—Owen Hunt eres un gran dolor de cabeza… —masajeo su frente. —Necesito acabar contigo.