La Omega del Emperador Bishop (MARINA).

30

La familia daba un paseo por el pueblo, habían recibido muchas quejas sobre que la calle estaba llena de baches entonces habían aprovechado la salida para dar un paseo.

—Si esta muy fea… mira esos hoyos. —habló Carina haciendo una mueca.

—Ya van tres calles qué tiene muchos hoyos, hablaré con Jack y otros. —dijo Maya mientras cargaba a Stepania en sus brazos.

Andrew y Lucas observaban a todos los que pasaban a su alrededor, gruñendo a todo aquel que miraba a su mami. Carina al escuchar muchos gruñidos por parte de sus cachorros, volteo a verlos con curiosidad.

—Cachorros ¿Por qué gruñen? —cuestionó. Maya por otro lado sonreía triunfante, había educado muy bien a sus hijos ya que nunca dejaban que un alfa o beta se acercara a su mami.

—Te protegemos, mami. —respondió Lucas con una sonrisa orgulloso.

—¿De quien?

—Como de ese alfa sucio. —señaló Andrew a un alfa que iba pasando por ahí y no dejaba de ver a su mami.

—No señales a las personas. —Carina sujetó la mano de su hijo.

—Dejalo, cariño. Mejor vamos a comer roles de canela. —opinó con una sonrisa. —¿Quieres roles de canela, Step?

—Ah. —asintió con su cabeza mientras jugaba con su peluche.

Los ojos de Carina y los gemelos brillaron al escuchar eso, inmediatamente la castaña sujeto la mano de sus cachorros y corrieron a la panadería más cercana, dejando atrás a su esposa e hija.

—Tu mami y tus hermanos son unos golosos. —comentó con una sonrisa antes de ir detrás de ellos.

Después de un largo rato en la panadería, la familia ahora estaba sentada cerca de un río, disfrutando de la vista y aquellos postres que compraron.

Maya y Carina veían jugar a sus cachorros con el agua y unas piedras que están en la orilla del río.

—Gracias, alfa. —habló la omega sonriendo y la rubia la miro confundida.

—¿Por qué…? No entiendo.

—Por darme esto. —respondió mirando a sus cachorros, giro levemente su cabeza para ver a la alfa. —Gracias por darme amor y una familia.

—No. —Maya soltó una risa. —Gracias a ti por llegar a mi vida, cariño.

—Ojalá te hubiera conocido antes de mi primer matrimonio… pero no importa, al fin y al cabo soy muy feliz contigo. —sonrió tiernamente.

—Soy muy afortunada por tener una omega tan linda como tu, gracias a ti los pequeños son hermosos. —opinó. Carina le dio un leve golpe en las costillas con su codo a la rubia.

—Aunque no fuera linda, mis cachorros seguirían siendo hermosos. —la rubia rió.

—Eres la persona más hermosa ante mis ojos y los ojos de cualquier persona. —tomó con delicadeza la mano de la castaña y retiró el guante de encaje que traía puesto, beso el dedo anular que era adornado por un anillo de oro. —Pero solo yo tengo la dicha de decir que eres mi esposa, mi omega… —Carina miró a la rubia unos segundo antes de hablar.

—Somos muy afortunadas de tenernos la una a la otra.

—Yo soy la afortunada. —se acercó un poco más al cuerpo de la castaña. —¿Me amas?

—Te amo como no tienes idea, eres la alfa que siempre quise a mi lado desde pequeña. —entrelazó sus dedos con los de la rubia. —Cada día me enamoro más de ti y te amaré hasta el día de mi muerte. —el Emperador Bishop estaba conmovida por lo que escucho.