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La pequeña omega estaba llorando mientras se dirigía al establo, no traía a sus cachorros ellos estaban con Vic, hacia mucho frío como para sacar a los pequeños.

—Soy una mala omega… mala omega. —murmuró mientras entraba al establo, de inmediato vio a su esposa parada dándole la espalda, se encontraba cepillando a un caballo. Se acercó a la rubia con timidez y toco si hombro.

—Bella… —la nombrada dio un pequeño brinco del susto.

—Carina, hace frío aquí afuera. Métete a la habitación yo iré en un rato más. —habló mientras le colocaba su abrigo a la castaña.

—Castigame, Maya. —pidió entre sollozos.

—¿Aquí? —cuestionó con un sonrojo.

—No hablo de eso. —Carina dio un pequeño golpe en el pecho de la rubia. —Perdón por mi actitud muy infantil y tratarte mal a veces.

—¿Es por lo de la tarde? Ahí fue mi culpa por no elegir bien mis palabras. —habló con una leve sonrisa.

—Debo entender si quieres tener concubinas. —dijo en voz baja y Maya abrazo a su omega.

—No necesito a nadie, solo te necesito a ti y a mis cachorros para ser feliz.

—También perdón por alejarte de los cachorros, pero es que me da pánico que estén lejos de mi y no quiero que tengan otro olor que no sea el tuyo o el mio. —empezó a jugar con sus dedos. —Y tu siempre hueles a omegas y alfas… —Maya sonrió levemente.

—Me mandaron esa concubina hoy en la tarde pero la rechacé, sé que eres un tanto desconfiada por lo que sufriste antes con… ya sabes quién, pero quiero aclararte que nunca te haré lo mismo y quiero que confíes más en mi. —besó la mejilla de la castaña.

—Confío en ti, pero esos aromas me hacen sentir insegura y me es inevitable no pensar cosas feas. —habló

—Mmm… ¿confías en nuestro lazo? Alguna vez has sentido algo extraño a través de la marca? ¿Te ha dado comezón o te arde? —interrogó y Carina negó con su cabeza.

—Soy una omega tonta… soy una tonta omega, una omega insegura y mala.

—Tranquila no eres nada de eso… has sufrido mucho y las cosas en nuestra relación sucedieron rápido. —dijo.

—¿Puedes perdonarme? —preguntó con vergüenza.

—A mi omega le puedo perdonar todo. Solo prométeme que vas a confiar más en mi.

—Te prometo que voy a confiar más en ti, alfa. —Carina sujetó la mano de la rubia.

—Ven para que te llene de muchos besos. —abrazó a Carina y empezó a llenar todo el rostro de la castaña de suaves besos.

—Eres una gran alfa, te amo mucho.

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—¿Esa esta aquí? —cuestionó enojada la omega.

—Si, su majestad. Tengo entendido que se quedo a dormir porque ya era muy noche para enviarla de vuelta a su hogar. —habló Vic mientras jugaba con Andrew.

—¿Ya se fue? —Carina hizo un puchero.

—Uh, creo que si. En la mañana salió un carruaje, supongo que ella iba ahí. —mencionó. Mientras la omega metía un rol de canela a su boca y veía a su hijo.

—¿Y Lucas? ¿Quien lo tiene?

—El emperador me lo quito, dijo que yo lo hacía llorar pero es mentira. Lucas empezó a llorar cuando la vio. —habló enojada. —Tu hermano es un dramático. —le dijo esta vez al cachorro.

La Omega del Emperador Bishop (MARINA). Donde viven las historias. Descúbrelo ahora