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Tres meses habían pasado ya, Carina tenía un vientre muy grande y pronto llegaría el día tan esperado, los cachorros que fueron salvados del reino de Hunt ya tenían una familia, afortunadamente encontraron a omegas adecuadas para esos cschorritos. Por otro lado, Maya seguía teniendo de prisioneros a Hunt y a los padres de Carina, no sabía cómo seguir torturandolos.

—Cariño… hoy será la última vez que bajo al calabozo a ver a ya sabes quien. —confesó.

—¿Siguen vivos? —Maya asintió. —Pensé que ya se habían muerto. —Maya sujetó la mano de la castaña.

—Los estuve torturando… ellos desean la muerte como no te imaginas, los quiero hacer sufrir más pero es un fastidio tener que bajar todas las noches con ellos.

—Qué alguien más lo haga por ti. —dijo mientras se acurrucaba en el pecho de la rubia.

—¿No quieres verlos? —cuestionó y Carina negó

—No quiero levantarme de la cama, mi vientre pesa mucho. —la alfa acarició el vientre, sintiendo como el cachorro se movía.

—Es tan lindo, ¿también se emociona así con otras personas?

—No, solo se mueve mucho cuando lo tocas tu o yo. —respondió.

—Mmm… solo espero que no sea muy apegado a ti, suficiente tengo con Toby. —comentó con una sonrisa burlona.

—Toby es así porque tu lo entrenaste. —respondió simple.

Maya hizo un pequeño puchero mientras se acurrucaba en el pecho de la castaña, le gustaba estar de esa manera con su omega y poder oler el aroma de fresas y leche que desprendía.

👑👑👑

—Cariño, respira profundo… —pidió mientras sentía su mano doler, su omega estaba tomándola con mucha fuerza.

—Duele, duele mucho. —se quejó mientras lloraba.

—Dense prisa, rápido. —ordenó Maya a la partera y su ayudante. La partera asintió con nervios.

—Su majestad, cuando vuelva a sentir otra contracción, puje fuerte por favor. —pidió.

La omega asintió, su frente estaba sudorosa y sentía su parte baja doler mucho, sentía mucho dolor. Pujo con fuerza cuando sintió una contracción.

—¡Maya Bishop! ¡Te odio! —gritó. Maya tapó los pechos de la omega con el camisón mojado que se le había resbalado a su esposa. Soltó un suspiro de alivio cuando escuchó el lloriqueo de un bebé.

—Ya paso… ya paso todo. —dijo Maya

—¡Son dos! ¡Majestad puje un poco más! ¡Falta un cachorro! —exclamó.

—¡Todo es tu culpa, Maya! —se quejó antes de volver a pujar con fuerzas.

Momentos después escucho otro cachorro llorar, se sintió feliz mientras se sumergía en la tina llena de agua. Volteó a ver a su esposa quien sonreía feliz.

—Tráeme a mis cachorros… —ordenó.

Maya soltó la mano de la castaña y se acercó con algo de miedo a donde estaban las betas calmando a sus cachorros.

—¿Que son…? —cuestionó nerviosa.

—Son dos cachorros varones, su alteza. —contestó con una sonrisa mientras cubría a los cachorros con una manta.

—Señora, la Emperatriz esta muy débil. —habló la otra beta con mucha preocupación al ver a la emperatriz muy pálida y débil.

—¿Que le pasa? ¿Estará bien? —cuestionó con preocupación. La beta le dio los cachorros al emperador y corrió donde estaba la emperatriz, Maya trataba de tranquilizarse para no alterar a sus cachorros.

👑👑👑

Maya estaba sentada frente a la puerta mientras tenía con un pequeño puchero, los guardias reales que pasaban por ahí solo la observaban estar ahí sentada durante horas.

—¿Por qué no entra? —cuestionó Vic parándose frente a la alfa.

—No puedo… quiero pero no puedo. —respondió con tristeza. Vic se sentó a lado de la rubia.

—Debe de ser difícil para usted… —Maya miró a la omega y sonrió levemente.

—¿Crees que me gruña otra vez?

—No lo creo, en la noche siempre la busca, solo tiene miedo de que le pase algo a sus cachorros. —dio unas leves palmaditas a la rubia antes de levantarse.

—Ya acabe con Hunt y sus padres… me he desecho de todo el peligro.

—Inténtelo, le deseo mucha suerte. —sonrió levemente antes de irse.

Maya soltó un suspiro antes de levantarse y abrir la puerta con delicadeza, inmediatamente el aroma a fresas y leche llegó a sus fosas nasales, sonrió con felicidad al ver como su esposa estaba en la cama dormida junto a sus dos cachorros en un nido que había hecho al día siguiente después del parto.

—Cariño… ¿puedo entrar a tu nido? —cuestionó desde la puerta.

Carina se despertó al percibir un aroma diferente al suyo y sus cachorros, sin pensarlo dos veces empezó a gruñir provocando que Maya quisiera ir a darle muchos besos.

—Cariño… ¿me dejas entrar? —preguntó con una sonrisa tímida. La omega sonrió levemente.

—Alfa… ven, los cachorros necesitan nuestro calor.

—¿Si puedo entrar? —preguntó con una sonrisa, acercándose a la cama.

—Nuestros cachorros tienen frío, métete rápido. —ordenó.

Maya corrió hasta la cama, se quito las botas y su chaqueta, luego se metió al nido con mucho cuidado, sonrió al ver a sus cachorros de cerca, Carina era muy territorial con ellos y solo los podía ver en las madrugadas de vez en cuando, se acurrucó en el nido mientras Carina la miraba con una sonrisa.

—Cariño ¿de que color son los ojos de los cachorros? —preguntó con mucha curiosidad.

—Son color azul… ¿Por qué? —soltó un pequeño bostezo.

—Quería que tuvieran tus ojos marrones. —respondió con una sonrisa.

—Tienen tus ojos, conformate con eso. —dijo Carina antes de volver a dormirse.

La Omega del Emperador Bishop (MARINA). Donde viven las historias. Descúbrelo ahora